Raining Backwards  
Diving Deeper: Page 10 of 10  
  
   
    El tiempo ha pasado con fugacidad, y la marea ha subido y bajado miles de veces desde aquel día en que abuela se marchó. Miles también han sido las veces que me he acercado a la marina para tan sólo mirar hacia el sur y beber un trago de coñac.  Hace una semana, por primera vez, vi que llovía al revés, y sorprendido llegué a comprender que los conejos, en realidad, no ponen huevos. Pensé en ella y comprendí que mi hora ya se avecinaba.  Se lo dije a mi nieto y me respondió que seguramente había bebido demasiado café. Instintivamente, fui al viejo baúl y allí encontré la ya amarillenta carta de navegación que años atrás había utilizado para trazar la ruta que había seguido. La comencé a estudiar afanosamente. Quería desembarcar en el mismo sitio donde ella lo había hecho. De pronto comprendí que las flechas que indicaban la dirección de la corriente apuntaban hacia el noreste y no hacia el sur, como había creído. La había leído al revés.  Un hondo pesar me recorrió el cuerpo. Entonces, me la imaginé congelada con su vestido de luces en harapos y el parasol destelado, muriendo sola como una vieja vikinga tropical, envuelta en un témpano de hielo frente a las costas noruegas.  
    La sirena me sacó de lo que creía era un oscuro letargo, mientras alguien gritaba: 
--Mouth to mouth.  Give him mouth to mouth.  Get some air into his lungs.  Hook him up to the machine

 

ÍNDICE        AYUDA         VOLVER        CONTINUAR