El País Digital
Viernes 
11 febrero 
2000 - Nº 1379
SOCIEDAD
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España será uno de los primeros países de la UE en registrar un descenso de habitantes 

El sur del continente sigue rezagado en las políticas sociales sobre mujeres y jóvenes 

MIGUEL BAYÓN, Madrid 
La población española empezará a disminuir a partir del año 2014, como consecuencia de contar hoy con la tasa más baja de natalidad de la Unión Europea (1,15 hijos por mujer). La tasa media comunitaria es de 1,44 hijos por mujer. Para reponer la población se necesitaría alcanzar los 2,1 hijos. El futuro de la UE pasa, por tanto, por afrontar con naturalidad el fenómeno de la inmigración. Por otra parte, subsisten fuertes diferencias sociales entre el norte y el sur de Europa. Son datos puestos de manifiesto en el libro ¿Cómo somos los europeos? (Aguilar), presentado ayer en Madrid. 
 
'Comparativa del 
paro en la UE'
El libro, que ha sido elaborado por Eurostat (Oficina Estadística de las Comunidades Europeas) y patrocinado por la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorros), expresa mediante numerosos gráficos y un texto explicativo, qué es la UE en cuanto a datos sobre población, parejas y familia, educación, trabajo y nivel de vida. La presentación corrió a cargo de la eurodiputada socialista Rosa Díez, del director de Eurostat, Daniel Byk, y del director general adjunto del área asociativa de la CECA, Manuel Lagares. 

En el prólogo, Pedro Solbes, miembro de la Comisión Europea, advierte: "El reto de la construcción europea no puede agotar su significado en el ya imparable proceso de convergencia económica e institucional. Es fundamental, si queremos afrontar de una manera realista la idea de Europa, que sentemos las bases de una ciudadanía europea".
 
 

Díez y sus compañeros de presentación coincidieron en la importancia que tiene hoy ser europeo, pero trataron de eludir triunfalismos. Los datos de ¿Cómo somos los europeos? ilustran desde luego una realidad brillante: 374 millones de habitantes (sólo superada por China e India) con una esperanza de vida de 74 años para los hombres y 81 para las mujeres. Pero la natalidad en la Europa comunitaria ha caído en picado: en los años sesenta, con el baby boom, la tasa europea alcanzaba el 8 por mil, mientras que en la actualidad sólo llega al 2,3 por mil, tres veces por debajo de Estados Unidos. Sólo el 1% de las europeas menores de 20 años son madres.
 
 

Los europeos comunitarios, por tanto, viviremos más, pero seremos menos. El primer país que verá decrecer su población será Italia, en 2008, seis años antes que España. En cambio en Holanda sucederá en 2037 y en Portugal en 2040.
 
 

La tasa de natalidad, según los expertos, es un dato que debe contemplarse en relación con la capacidad de un país para dar empleo a las mujeres y a las compensaciones que ofrezca para simultanear vida laboral y familiar. El caso español, a esa luz, se presenta duro.
 
 

Trabajo femenino
 
 

A las españolas, para encontrar trabajo, no les vale ni siquiera tener estudios superiores: los hombres sin estudios o con estudios primarios son preferidos. Un fenómeno que, en toda la UE, sólo tiene parangón curiosamente en dos países nórdicos -Finlandia y Suecia- donde la incorporación de la mujer al mundo laboral es una realidad desde hace mucho.
 
 

La tasa media de paro en la UE es, para los hombres, el 9%, y para las mujeres el 12%. Esa diferencia de tres puntos aumenta a siete en el caso italiano, y a cinco en el español. Por supuesto, la masa salarial de las mujeres europeas -es decir, la suma de todos sus salarios- es un 20% inferior a la de los hombres. Las mujeres son mayoritarias en trabajos peor pagados, pero minoría en los puestos directivos.
 
 

Tampoco la UE es homogénea en cuanto a la realidad de los jóvenes, una capa social que sufre casi un 20% de paro y, en España, un 35,7%. Aun con ese problema compartido en toda la Unión, los comportamientos juveniles son distintos en el norte y en el sur. Mientras en el norte se mantiene, aunque no tan clara, la tendencia iniciada entre 1960 y 1980 de abandonar pronto el domicilio paterno, en el Mediterráneo esa marcha cada vez se produce más tardíamente. En España, en 1987, un 49% de los jóvenes de edades comprendidas entre los 25 y 29 años permanecía en casa de los padres; en 1996, alcanzaban ya el 62%, récord en la UE, mientras que en Finlandia eran el 8%.
 
 

Otra diferencia es que, cuando al fin se van de casa, los jóvenes del norte lo hacen para emprender algún tipo de convivencia de hecho, mientras que los del sur suelen hacerlo para casarse. El matrimonio ha descendido en la UE del 8 por mil en 1970 al actual 5 por mil, y en Francia, Finlandia, Irlanda y Holanda ha experimentado una caída de entre el 60% y el 70%, y la gente cada vez se casa más mayor. El país con más parejas de hecho es Dinamarca. Por debajo de España sólo están Irlanda, Portugal, Grecia e Italia. Los hijos de parejas no casadas son el 24% en Europa.
 
 

Los datos educativos arrojan un balance positivo. La enseñanza obligatoria abarca a 40 millones de alumnos. Hay 12 millones de europeos matriculados en algún curso de enseñanza superior no obligatoria: en los dos últimos decenios, el número de estudiantes de este nivel educativo ha registrado un aumento medio del 75% en toda la Unión. Con 6 millones de profesores, el sector educativo emplea al 4% de los trabajadores europeos.
 
 

La educación en la UE empieza cada vez a edad más temprana y se extiende durante más años. En España, por ejemplo, el 100% de los niños de cuatro años están escolarizados. Y en Dinamarca, Holanda, Finlandia y Reino Unido aumenta la participación de mayores de 30 años en el sistema educativo. Los expertos pronostican que será normal que las personas no terminen realmente de estudiar, sino que entren y salgan en numerosas ocasiones de esa actividad, para actualizar sus conocimientos.
 
 

En la educación superior, las mujeres superan en número a los hombres en muchos países de la UE, sobre todo en humanidades y ciencias de la salud. España se sitúa en una zona media dentro de esa tendencia. 

Una sociedad obligada a la solidaridad con los inmigrantes 

M. B, Madrid 
Pese al constantemente repetido discurso de que España sufre una invasión de inmigrantes, los datos de Eurostat resultan incontestables: sólo un 1,3% de la población está compuesta por personas no nacidas en España y, de ellas, el 0,6% procede de otros países de la UE. Los extracomunitarios, clave de todas las polémicas y tensiones, son únicamente un 0,7%.
 
 

"Estamos hablando de escasamente 30.000 personas", dice la eurodiputada socialista Rosa Díez. "Y ello en un país que, hasta hace como quien dice cuatro días, exportaba emigrantes. Estamos hablando de un porcentaje que está cinco veces por debajo de la media de la UE".
 
 

Díez avisa de que habrá que aceptar con plena naturalidad que cada vez haya en España más inmigrantes, estén o no dentro de la legalidad. "Lo que es una imprudencia es decir, como ha hecho el Gobierno del PP, que la ley de Extranjería puede tener un efecto de llamada, como sugiriendo que fomentará una auténtica invasión".
 
 

Acogida
 
 

La realidad, advierte Díez, acabará poniendo las cosas en su sitio. "Si somos una sociedad que ha elegido no tener hijos, y ahí está la tasa de natalidad para demostrarlo", dice la eurodiputada socialista, "debemos también atenernos a las consecuencias que derivarán de esa opción. Por tanto, muchos trabajos van a tener que ser desempeñados por extranjeros. Queramos o no queramos, como vamos a ser un país de acogida de inmigrantes, tendremos que ser solidarios, incluso quienes no quieran serlo".
 
 

Díez cree que son improcedentes los temores de que los inmigrantes contribuyan a cualquier desvirtualización de la cultura española o europea. "Europa realmente es una suma", dice. "La UE es una comunidad que aspira al mestizaje. No digo que ya lo haya conseguido, sino que ésa es su aspiración".
 
 
 

  • El único requisito de convivencia exigible a todos los habitantes de la UE es, según Díez, "el respeto a los derechos humanos. No en vano la UE es algo muy especial, una comunidad única en el mundo: por un lado, hemos mantenido vivos los sueños y no queremos abandonar el Estado de bienestar; por otro, los derechos humanos son una prioridad en la construcción cotidiana de la sociedad. Es un concepto de democracia que va más allá, por ejemplo, del de Estados Unidos: allí el presidente tiene poderes para bombardear Irak, pero no para decidir la universalización de la sanidad. Esa riqueza democrática de la UE no podemos perderla, y ahí nos ayudarán los inmigrantes".
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