El País Digital
Jueves
27 noviembre
1997 - Nº 573

Salvado por los tendederos de ropa

Un niño de Murcia cae desde un séptimo piso
y sólo se rompe un diente

J. R. T., Murcia

Los vecinos que recogieron al bebé en
el lugar donde cayó
('La Verdad de Murcia').
Un niño de 18 meses se cayó desde la ventana de la cocina de su casa en Murcia, en un séptimo piso, y sólo se rompió un diente. Nadie vio la escena, pero parece que los tendederos de ropa fueron su salvavidas. El suceso se produjo el pasado sábado por la tarde en una zona residencial del centro de la ciudad de Murcia. A la hora de la sobremesa, una familia, que ha preferido guardar el anonimato, pasaba tranquilamente las horas de asueto en casa de los abuelos, adonde habían acudido a comer. Se trata de un matrimonio y de sus tres hijos, de siete, cuatro años y el menor, de 18 meses.

La familia se repartía entre la siesta y la película vespertina de un canal de televisión. Los dos hijos mayores jugaban y el pequeño se entretenía correteando por las inmediaciones de la cocina. Una asistenta los estaba vigilando. Nada hacía presagiar el peligro. No se sabe cómo, pero el benjamín, de nombre Alejandro, consiguió alcanzar la ventana de la cocina, que da a un patio de luces. Después de encaramarse se precipitó al vacío. Cayó desde una altura de unos 20 metros.

Eran alrededor de las cuatro y media de la tarde cuando el timbre del domicilio de los abuelos de esta familia sonó insistentemente. Al abrir la puerta, el impacto fue indescriptible. Eran unos vecinos, conocidos, pero que en sus brazos llevaban a la criatura, que lloraba insistentemente. «Pero ¿cómo, qué ha pasado...?». Era difícil dar explicaciones en esos momentos y sobre todo cuando nadie había visto nada. «Se ha caído, pero está vivo, parece que está bien...».

Una vecina del segundo de este inmueble, Mari Paz M. R., estaba en la cocina de su casa cuando oyó un ruido. Se asomó a la ventana y vio al pequeño incrustado en las cristaleras del tragaluz. El pequeño lloraba y por su boca manaba un hilillo de sangre. Esta vecina llamó inmediatamente a su hermano, médico de profesión, y saltaron al tragaluz, de donde extrajeron al bebé.

La primera impresión favorable sobre su estado de salud se confirmó poco después. Tres cuartos de hora más tarde, el pequeño Alejandro estaba ya en manos de los médicos del hospital materno-infantil Virgen de la Arrixaca. El doctor Pajarón, que le atendió, confirmó que tenía una pieza dental rota y una pequeña fisura en el labio, de la que no necesitó ningún punto de sutura. Además de pequeños hematomas en la cara, restos, previsiblemente, del impacto de las cuerdas de los tendederos, que actuaron de improvisados paracaídas.

Nadie vio la caída y el pequeño Alejandro tampoco lo puede explicar. Pero los restos de cuerdas rotas y los hematomas en la cara del pequeño ayudan a explicar lo que sucedió. Las cuerdas de los tendederos de los pisos inferiores actuaron de improvisados y sincronizados paracaídas. Amortiguaron la gran velocidad de caída y en definitiva salvaron la vida del bebé.

El pequeño Alejandro estuvo hospitalizado, en periodo de observación, hasta las diez de la mañana del pasado domingo, cuando los médicos le dieron el alta. Las pruebas demostraron que no había sufrido ningún traumatismo ni lesión. Su salto al vacío sólo le había costado una pequeña fractura dentaria, como si le hubiera visitado el ratoncito Pérez. El doctor Pajarón explicó a la agencia Efe que el menor peso de los bebés hace que la fuerza de gravedad sea también menor y, por tanto, las caídas desde pisos bajos pueden resultar leves, «aunque en este caso está claro que las cuerdas de la ropa amortiguaron el golpe». También recordó que, hace algunos años, una niña de Alcantarilla se lanzó desde un cuarto piso con su hermano menor para huir de las llamas de un incendio y no les pasó nada.

La familia, según publicó ayer el diario La Verdad, opina que en casos como éste es donde se nota realmente la mano de Dios. Creen que ha sido un verdadero milagro. El pasado lunes fueron todos al santuario de la Virgen de la Fuensanta para agradecer a la patrona de Murcia el milagro del pequeño Alejandro, que a sus 18 meses ha vuelto a nacer.

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