El castellano 'alucina' con el 'bakalao'
La Real Academia aprueba términos nuevos y desecha otros
Entre las tardanzas hay otras que claman por sí solas. Los bailaores y bailaoras, cantaores y cantaoras e incluso las y los cupletistas, están por fin en este borrador, a punto de ser bautizados aunque se les llame así desde hace décadas, así como el popular término taurino chicuelina, la sabrosa chistorra, el castellanizado bacón y el irreemplazable cafelito.
Irónicamente, la Academia ha asimilado ya algunos de los más recientes giros del idioma. Entre ellos: alucine (alucinación, asombro; de alucine: impresionante, asombroso); bajines, bajini o bajinis: por lo bajines, bajini o bajinis (en voz baja; con disimulo); bacalao (adición de acepción: variedad de música discotequera que tiene un ritmo machacón y ausencia de melodía. Es frecuente la grafía bakalao.); cañón: (nueva acepción: Nos lo pasamos cañón); acojonar: (nueva acepción: Impresionar profundamente, dejar estupefacto), y comecocos (persona o cosa que absorbe los pensamientos o la atención de alguien).
Informática y sexo
La informática aporta al próximo diccionario el CD- ROM, que también podrá decirse y escribirse cederrón, además de las palabras autoedición y autoeditar. Clistro (tubo electrónico empleado para generar o amplificar microondas. Se emplea en comunicaciones y radares) y clónico tampoco han tardado en ser aceptadas.
El vocabulario sexual también se ampliará en la nueva edición del diccionario. Adquieren definición oficial el calentón (caliente, lujurioso), el calentorro (calentón), el chapero, el copulador (que copula o sirve para copular) y el chocho, que añade a su antigua y limitada definición (que chochea; lelo de puro cariño) la de vulva. En compensación, una palabra relativa a la convivencia sexual desaparece: comblezado (se decía del casado cuya mujer estaba amancebada con otro), que ha caído en desuso. Después del divorcio, basta con decir ex mujer.
El limitado y criticado -especialmente por los académicos- lenguaje deportivo adquiere algunas palabras ahora aceptadas: autogol, blocar (en diversos deportes, sujetar el balón con ambas manos, protegiéndolo con el cuerpo), clasificatorio, competencial, compincharse y críquet. No son pocos los extranjerismos que habrá, al menos de la A a la C: affaire, airbag, antidoping, cabaret, cachet, camping, carnet, catering, christmas o cristmas y confort.
Una dosis de términos científicos también ingresa: aldohexosa, aldopentosa, alélico, anádromo, angiogénesis, antihiático, ateromatoso, auxina, berkelio, biogénesis, bromación, bronquítico, cámbium, cardiológico, cardiovascular, cariotipo, catádromo, catarrino, clorar y cromosómico.
También se han aceptado algunas palabras de curiosa aplicación, como antofagasta (De Antofagasta, ciudad y provincia chilenas; persona cuya presencia en una tertulia o café desentona o fastidia). No será difícil encontrar a quien administrarla, aunque resulta dudoso que alguien la entienda.
Hay bajas en esta primera parte del nuevo diccionario. Dejarán de figurar: ad bona, adecuja (especie de vasija o jarro usado por los moriscos de Andalucía), adó (adonde), aguiscar (aguizgar, azuzar, incitar), antidoral (remuneratorio; se aplica regularmente a la obligación natural que tenemos de corresponder a los beneficios obtenidos), antilogio (antilogía), antor (vendedor a quien se ha comprado de buena fe alguna cosa hurtada) y antoría (derecho de reclamar contra el antor), ánulo (anual), ápoca (carta de pago o recibo), arrevistar (dar carácter de revista a una obra de teatro lírica), atrezzo (queda atrezo), cas (apócope de casa, que hoy sólo tiene uso en el habla rústica muy vulgar), conductibilidad (conductividad) y contraproducéntem (queda contraproducente).
Un buen puñado de palabras, concebidas en contra de otras, hace su necesaria aparición: antiabortista, antiadherente, antiatómico, antibalas, anticarro, anticipatorio, anticolonialista, anticultura, antidemocrático, antidisturbios, antidroga, antiniebla, antinuclear, antitérmico, antitumoral, antitusígeno, contraejemplo y, tarde también y de contrabando, contrafagot.
Por último, podremos ampliar nuestro vocabulario de insultos con propiedad, gracias a la inclusión de arribismo, babosada, cabezonería, carota (caradura), cheposo (chepudo), chunchoso (Colombia: barrigón) y cretinez.
Eso sí, estos gentilicios africanos llegarán al diccionario al mismo tiempo que los bostonianos y los altoaragoneses, los bajoaragoneses, los altoperuanos y los charquenses o charquinos, que, salvando la redundancia, son también altoperuanos.
© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid