El País Digital
Martes
16 diciembre
1997 - Nº 592

Dos inmigrantes, secuestrados y golpeados tras un robo en un comercio de El Ejido, Almería

TEREIXA CONSTENLA, Almería
Bou Bakeur Garami, de 28 años, y Brahim Hicham, de 27, volverán a reencontrarse hoy con uno de los tres responsables de la paliza que recibieron en El Ejido (Almería) durante dos días consecutivos, el jueves y viernes de la semana pasada. Los dos inmigrantes, hospitalizados dada la gravedad de sus lesiones, fueron amenazados y atacados con un cuchillo, bates de béisbol y palos.

A Hicham le desfiguraron el rostro a fuerza de golpes con un puño americano (anillos metálicos unidos que se colocan en los nudillos para golpear) . También se cebaron con las piernas de Garami, que apenas puede caminar.

La Guardia Civil sólo logró detener a uno de los atacantes, Francisco Palenzuela Nieto, cuando éste se presentó el sábado por tercera vez, y con pistola en ristre, en el domicilio de una de las víctimas para seguir su cruel tarea. Ayer, el juez decretó su ingreso en prisión, mientras que sus dos compañeros de correrías están desaparecidos.

El argelino Garami vive en El Ejido, a unos 300 metros del hombre que le partió el labio y le fracturó el brazo izquierdo y ambas piernas. El jueves 11, Palenzuela Nieto, de 38 años, propietario de una tienda de animales, denunció ante la policía un robo en el interior de su establecimiento por un valor aproximado de 34.000 pesetas, y la fechoría se la atribuyó a dos inmigrantes.

Una vez cursada la denuncia, el comerciante se plantó en la casa de Garami y le forzó a entrar en su coche, donde ya había retenido al marroquí Hicham. Ayudado por un segundo acompañante, ataron las manos de los norteafricanos a la espalda y les llevaron a un descampado de Santa María del Águila, una barriada de El Ejido. «Del primer golpe me rompió la nariz. A Brahimi lo vigilaban con un cuchillo dentro del coche y no podía ver lo que me hacían. Me lanzó varias veces contra el suelo, se sentó sobre mi espalda y me preguntaba dónde estaban las cosas. Creo que me golpearon durante media hora», recuerda Garami.

Con el rostro del marroquí Hicham se emplearon a fondo, apoyados en la contundencia metálica del puño americano . Al día siguiente por la tarde volvieron a por Garami, que no logró huir ni recibió un mísero gesto de ayuda del vecindario a pesar de sus gritos de auxilio: «Llamaba a la policía porque ya sabía adónde iba. Todos vieron cómo me resistía, pero nadie hizo nada. Volvieron a llevarme a la montaña; ya me ví muerto. Se sentaron sobre mi espalda y cantaban».

Se hartaron de golpearle en el rostro y las piernas. El argelino, incapaz de caminar y ensangrentado, fue descubierto por un vecino de la zona, que le trasladó al hospital. Su primo Nacer Zidouk se encargó de denunciar la agresión el mismo viernes.

La intervención policial se produjo después de una nueva llamada de alerta de los inmigrantes, que denunciaron la llegada del comerciante al domicilio de una de sus víctimas con una pistola. «Hubiera podido ser una tragedia. El psicópata ese tenía una pistola y dentro de la casa había 12 ó 13 inmigrantes con palos para defenderse», alega Zidouk, notablemente molesto por la demora en la actuación policial. «Se enfadaron cuando les dije que si las víctimas hubieran sido españoles estarían buscando a los autores por todos los rincones», agrega.

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