El País Digital
Domingo
15 marzo
1998 - Nº 681

Cae en picado la producción de cine español

Gran preocupación en el sector, que exige la inversión firme de las televisiones públicas

ROCÍO GARCÍA, Madrid
El buen momento creativo del cine español puede hacer aguas. La producción atraviesa un momento delicado y preocupante, después de años de magia en los que el público se reencontró con su cine. O mucho cambian las cosas en poco tiempo, o las grandes producciones de cine, las únicas capaces de hacer frente en taquilla a las películas americanas, serán una gloriosa excepción. Las voces de alarma, en las que no faltan las acusaciones políticas, se han hecho ya oír. Los productores piden como medida más inmediata la apuesta firme de las televisiones, y muy especialmente de las públicas, por nuestro cine. TVE invierte anualmente unos 15.000 millones de pesetas en cine americano frente a los 2.000 que dedica al español.


Un momento del rodaje de Abre los ojos,
con Penélope Cruz (M. Vargas Llosa).
«Cualquier seísmo en la frágil industria española provoca un cataclismo». Esta sensación del productor César Benítez es compartida por muchos compañeros, que no dudan en reconocer que el cine está en pleno colapso. Las colas ante los títulos españoles que se han vivido en los últimos años y más concretamente en 1997 -en el que se logró un 13% de cuota de mercado- serán un espejismo si no se remedia la situación. Al ser el cine una industria a medio y largo plazo, cuyos frutos se van recogiendo con el tiempo, la parálisis que se puede provocar en las grandes producciones, por falta de financiación y de una política adecuada, dará al traste con la magia anterior. Será el tiempo de pequeñas producciones, aquellas que, salvo sorpresas, no son capaces de competir con el enemigo número uno de nuestro cine: el de Hollywood. Y las películas que no pueden competir en el mercado son engullidas, sin más.

De momento, este año se pondrán en marcha sólo tres grandes proyectos -en España ya se consideran dentro de esta categoría los filmes por encima de los 350 millones de pesetas-: Extraños, de Imanol Uribe, que ya se está rodando; Entre las piernas, de Manuel Gómez Pereira -que, con un presupuesto de 650 millones, comenzará en abril- y La niña de tus ojos, que dirigirá Fernando Trueba en Praga y Berlín a partir del mes de mayo. Todos ellos, proyectos nacidos y alimentados a lo largo del año pasado.

Un servicio público

En opinión de los productores, el factor principal que ha provocado esta situación, para muchos más que dramática, es la falta de inversión de las televisiones públicas y, más concretamente, de Televisión Española en el cine. Desde la llegada del Partido Popular al Gobierno y a los órganos de TVE, esta cadena ha dejado de comprar grandes títulos españoles para su emisión en abierto. Como ejemplo, los mayores éxitos de taquilla de 1997: Abre los ojos, Perdita Durango, Cosas que dejé en La Habana o Secretos del corazón no han sido adquiridos por la cadena pública. «No se pide más proteccionismo, sino la justificación de un servicio público», aclara el director del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA) del Ministerio de Cultura, José María Otero.

Esta decisión de TVE, que en el sector muchos no dudan en tachar de «política» -el exhibidor y distribuidor Enrique González Macho o el director Agustín Díaz-Yanes, entre otros- ha desencadenado una reacción negativa. Sogetel, una productora de peso cuya inversión solo en 1997 -unos 3.000 millones de pesetas- ha rondado el 40% del total de la inversión en cine español, ha echado el freno a sus proyectos hasta que se clarifique la situación. Según datos del sector, en los últimos tres años, de los 6.500 millones de pesetas que ha recaudado en salas el cine español, las películas de Sogetel han tenido una cuota de mercado del 40%.

La preocupación es tan patente que la junta directiva de la FAPAE (Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España), con su presidente Gerardo Herrero a la cabeza, se reunió el pasado 26 de febrero con el vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, al que hicieron llegar un informe con sus propuestas.


En opinión de los productores, la gran asignatura pendiente que tiene la industria cinematográfica en España es la falta de las necesarias normas que establezcan un marco de colaboración y de inversión en el cine español por parte de los canales de televisión, y más concretamente las cadenas públicas, por encima de Gobiernos y de partidos políticos. En cualquier país europeo, el 30% o 40% de la financiación de una película proviene de las televisiones en abierto. Cosa que, por supuesto, en España no sucede. Los datos recogidos en el informe entregado a Álvarez Cascos son claros: la financiación cinematográfica por las televisiones, el mercado natural de las películas, alcanza en Francia la cifra de casi 30.000 millones de pesetas; en Italia, 11.520 millones; en el Reino Unido, 9.945 millones, y en Alemania, 5.950 millones. En España, el cine sólo recibe de las televisiones 5.200 millones de pesetas anuales.

«En el mejor momento creativo de nuestro cine, las películas se encuentran en una situación muy delicada. Es peligroso para la industria que no hagamos 15 o 20 películas anuales por encima de los 350 millones de pesetas. Es con este nivel con el que se puede competir en taquilla en igualdad de condiciones, igualdad de oportunidades y la única manera de poder venderlas fuera de nuestro país», asegura Gerardo Herrero. El presidente de la FAPAE tiene claro que si el cine español no tiene ahora mismo mecanismos de financiación es por dos motivos. El primero es que «no hay manera de simultanear la venta por parte del productor a cualquiera de las plataformas digitales que compren derechos de antena con los de Televisión Española»; y el segundo, que «no hay un número suficiente de productoras con financiación potente para desarrollar grandes proyectos ni desgravaciones fiscales que incentiven la presencia de capitales privados en el cine».

Herrero es consciente de que la solución es en algunos casos política -de ahí la reunión con Álvarez Cascos y una próxima con el vicepresidente segundo, Rodrigo Rato- y en otros de negociación con las partes afectadas. «Hace falta más capital de TVE en el cine», asegura Herrero, que tampoco quiere dejar a un lado su crítica a la nula presencia en proyectos cinematográficos de cadenas privadas como Tele 5 y Antena 3, aunque sí valora su esfuerzo en las teleseries. «Comparto la opinión de Álvarez Cascos de que TVE es un servicio público y que la financiación y presencia del cine español en los canales públicos se debe institucionalizar», añade el presidente de la FAPAE.

Preocupación por el 98

Estos razonamientos son compartidos por José María Otero, director del ICAA, que no oculta su preocupación por lo que pueda suceder en 1998. «Las televisiones pagan muy poco por los derechos en antena del cine y lo que está claro y se ha demostrado en 1997 es que las películas para que funcionen en taquilla necesitan un presupuesto cercano a los 400 millones de pesetas. TVE tiene que ser el verdadero motor del cine español y como canal público debe comprar todas las películas nacionales para su emisión en abierto», afirma Otero.

A pesar de todo, no se pierde la esperanza de que se pueda enderezar una situación a la que ha costado tanto esfuerzo llegar. «Tenemos que ser optimistas; la cultura española se ve representada en esas películas que son aceptadas por un público que cada vez demanda más cine propio», concluye Herrero.

«Peor que nunca»

R. G., Madrid
«El cine español está peor que nunca, y la pena es que coincide con su época más brillante». Así de tajante se muestra el productor y director Pedro Costa. El realizador de El crimen del cine de Oriente culpa de la situación a los recortes económicos que el Partido Popular ha tratado de hacer en distintos campos, y que «en el cine lo ha logrado plenamente sin que nadie se opusiera». «Estamos disfrutando de una época brillante que viene de una política de hace dos años. Los problemas se van a sentir a partir de ahora, y van a ser catastróficos», asegura Costa.

En opinión de Costa -productor, entre otros títulos, de La buena estrella y Amantes- , las normas liberales implantadas en el sector cinematográfico tras la llegada del PP al Gobierno -la anulación de las subvenciones anticipadas, la rebaja de 200 millones a 150 millones de pesetas de la cantidad que se puede cobrar por película, la dificultad para acceder a este último tipo de ayudas situando el listón en 50 millones de pesetas recaudados en lugar de los 30 millones de antes, o la desaparición del premio de especial calidad- han conseguido que «no sea rentable el tipo de cine competitivo de alto presupuesto». Costa tampoco salva de la responsabilidad de la situación a los propios productores, que «no han sabido responder a lo que está pasando». «El Ministerio de Cultura, por ejemplo, no ha conseguido recortar ayudas a los editores porque se han unido para defenderse, lo que no ha pasado en cine».

Financiación europea

El caso de Agustín Díaz Yanes sería insólito en otro país. Que un director que con primer filme, Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, reúna los más celebrados premios, las mejores críticas y el aplauso del público, y que encuentre tantas dificultades para producir su segundo filme es casi inimaginable. Díaz-Yanes y su productor Edmundo Gil han tenido que salir a Europa en busca de la financiación necesaria para su próximo filme, Madrid sur. Para Díaz-Yanes, el paro en la producción se debe a que «la mala política ha entrado en el cine y lo ha paralizado». «Las televisiones no compran y las grandes productoras se dedican a adquirir cine americano», se lamenta el director de Nadie hablará... «Con lo que nos ha costado poner a nuestro cine en el lugar que se merece, nos encontramos de repente que en el mejor momento de cine español no se va a hacer cine español. Es un desastre», asegura Díaz-Yanes, para quien «la famosa competencia entre las dos plataformas digitales ha demostrado que es estupenda para las majors americanas, pero no para el cine español, que ha salido perdiendo».

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