El País Digital
Lunes
13 octubre
1997 - Nº 528


La caída de los aspirantes pone en riesgo la profesionalización de las Fuerzas Armadas

MIGUEL GONZÁLEZ, Madrid
Para profesionalizar las Fuerzas Armadas hacen falta dos cosas: dinero y aspirantes a soldado profesional. El Ministerio de Defensa ya dispone de lo primero: un crédito de 6.000 millones de pesetas para contratar 12.500 nuevos soldados en 1998. Lo segundo, sin embargo, no está asegurado: este año se han presentado a las convocatorias de tropa y marinería profesional 42.947 solicitudes, 8.305 menos que en 1996, a pesar de que las plazas ofertadas han sido 2.845 más que el año anterior. Con la actual cifra de candidatos no podrían cubrirse, con un mínimo de calidad, los puestos previstos para 1998.


Un carro de combate Leopard, participante en
el desfile de la Fiesta Nacional, a su paso
por la plaza de Colón (L. Magán).
En febrero pasado, el entonces director general de Política de Defensa, Víctor Suances, alertó a la ponencia parlamentaria que estudia la profesionalización de las Fuerzas Armadas sobre el riesgo de que no haya candidatos suficientes para sustituir por voluntarios los actuales reclutas forzosos. Suances calificó esta hipótesis como «la más remota», pero los hechos están demostrando que se trata de un riesgo real y no sólo teórico.

A las tres convocatorias de tropa y marinería profesional de este año se han presentado 42.947 solicitudes, un 16,2% menos que en 1996. Las plazas ofertadas han pasado, sin embargo, de 7.937 a 10.782, lo que supone un incremento del 35,8%. Como consecuencia, el número de solicitudes por plaza ha bajado de 6,46 a 3,98, reduciendo así la capacidad de elegir al más idóneo entre los distintos candidatos.

En la práctica estos porcentajes no son reales, ya que algunas plazas reciben un gran número de solicitudes, mientras que otras encuentran muy pocos aspirantes. Así, en la primera convocatoria de este año, el Ejército del Aire tuvo 11,3 solicitudes por plaza; mientras que, en la tercera, la Armada sólo ha recibido 2,3, lo que supone la proporción más baja desde que se puso en marcha este sistema en 1992.

Cifras a la baja

Las cifras son engañosas por otro motivo: no todos los solicitantes se presentan luego a las pruebas selectivas. En las dos primeras convocatorias de este año, los presentados han sido un 7,5% menos que los aspirantes. No hay datos de la última convocatoria, pues la fecha de presentación es el 10 de noviembre.

El número de solicitudes no se corresponde tampoco con el de candidatos. Al realizarse tres convocatorias al año, se calcula que entre el 20% y el 30% de los aspirantes se presentan más de una vez, por lo que la cifra real de personas que durante este año han optado a soldado o marinero profesional estaría más cerca de los 30.000 que de los 40.000.

Finalmente, para depurar estos datos hay que tener en cuenta que en torno al 10% de los candidatos no superan el reconocimiento físico o no tienen el nivel cultural mínimo exigido y que otro 5% renuncia durante los dos meses de instrucción básica.

No hay que hacer muchos cálculos para concluir que, con los actuales aspirantes, difícilmente se cubrirán las 20.000 plazas a convocar en 1998, salvo que se acepte cualquier solicitud, con el riesgo de convertir el Ejército en refugio laboral para personas poco recomendables.

Aunque los nuevos soldados profesionales a contratar durante el año próximo son 12.500, deben cubrirse también las bajas de quienes finalizan sus contratos y el porcentaje de reposición es cada vez más alto. Este año, por ejemplo, se han convocado 10.782 plazas, aunque el aumento ha sido de sólo 3.500 nuevos soldados. En 1998 habrá que doblar la oferta de 1997, por lo que sería necesario, al menos, doblar también la demanda.

La escasa popularidad de las convocatorias de Defensa contrasta con el éxito de la Guardia Civil, que en septiembre tuvo más de 10 solicitudes por plaza, o con las cifras de cualquier concurso de empleo público, donde los aspirantes a cada puesto se cuentan por centenares. Defensa se propone lanzar una campaña publicitaria para motivar a los jóvenes a que ingresen en las Fuerzas Armadas, pero el problema de fondo radica en ofrecer incentivos. Más información en Cataluña / 1 y 3

Un himno con menos marcha

MIGUEL GONZÁLEZ, Madrid
«Ahora es más himno y menos marcha (militar)». Así resumió ayer un alto responsable gubernamental, que supervisó personalmente los arreglos, la nueva versión del himno nacional, más sosegado en su ritmo, que el sábado se estrenó en el Teatro Real y ayer se vistió de caqui en las calles de Madrid.

Aunque el decreto aprobado el viernes no obligue a ello, todos los presentes, y no sólo los uniformados, escucharon en pie y con respeto los acordes del himno nacional que, por tres veces, sonaron en la plaza de Colón. Asistieron, además de un numeroso público, las principales autoridades del Estado, incluidos la mayoría de los presidentes autonómicos, aunque no los nacionalistas Jordi Pujol y José Antonio Ardanza, ni tampoco, por motivos seguramente distintos, Manuel Fraga.

A pesar de su traslado desde finales de mayo, Día de las Fuerzas Armadas, hasta el 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional, el desfile de más de 4.000 militares, 92 aeronaves y 330 vehículos discurrió acompañado por un clima más veraniego que otoñal, que contribuyó a su mayor esplendor.

El Gobierno formó en la tribuna, flanqueando al Rey (con uniforme de capitán general del Ejército), el Príncipe de Asturias (de capitán de Aviación), la Reina y los duques de Lugo, así como los presidentes del Congreso y el Senado, el Constitucional y el Poder Judicial. El líder de Izquierda Unida, Julio Anguita, se perdió la parada castrense, pero no la recepción que, en el Palacio Real, ofrecieron los Reyes a sus 1.600 invitados.

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