El País Digital
Domingo
9 noviembre
1997 - Nº 555

Aznar resalta la «apuesta estratégica» que supone América Latina para España y la UE

El tema de la integración económica domina la apertura de la reunión de Margarita

J. M. LARRAYA / J. J. AZNÁREZ ENVIADOS ESPECIALES, Margarita
Los vientos de cambio e integración económica que soplan en América difuminaron ayer, en la apertura de la VII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, la tradicional atención por la figura de un Fidel Castro septuagenario, agobiado por algo más que por el peso de la edad. El presidente del Gobierno español, José María Aznar, aseguró que tanto España como la Unión Europea (UE) han realizado «una apuesta estratégica» para que una futura Iberoamérica integrada sea un socio privilegiado de Europa.


Mandatarios de la Cumbre Iberoamericana saludan
durante la toma de la foto de familia (Efe).
Aznar fue uno de los pocos dirigentes que abordaron, en sus breves discursos inaugurales, el desafío económico y comercial que se dirime en el continente, sepultado bajo la hojarasca de la retórica habitual de estas citas, y proclamó que las relaciones entre la UE y Latinoamérica «deben ir mucho más allá de la liberalización comercial».

El presidente del Gobierno español no mencionó expresamente a Estados Unidos, cuyo proyecto de constituir un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) para el año 2005 es un formidable rival a las pretensiones europeas de mantener unas relaciones privilegiadas con Iberoamérica, e insistió en la voluntad de España de estrechar vínculos entre las dos orillas del Atlántico.

España, dijo Aznar, «como país iberoamericano y europeo, que ve en las cumbres iberoamericanas un foro de hermanos donde tratar de todo sin injerencias ni condicionamientos externos, contribuirá al estrechamiento de estos vínculos a través del Atlántico».

España se ha convertido en los últimos años en el principal inversor europeo en la región, y tiene especial interés en hacer avanzar la cooperación entre la Unión Europea y el Mercosur, zona de libre comercio del Cono Sur latinoamericano, integrado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, proyecto en el que también trabaja con ahínco el comisario europeo Manuel Marín.

Aznar recordó en su discurso la propuesta que formuló en Viña del Mar (Chile) durante la anterior cumbre iberoamericana de celebrar una cumbre Unión Europea-Latinoamérica y Caribe como un paso adelante en esa dirección.

Como es tradicicional, el rey Juan Carlos precedió en el uso de la palabra al presidente del Gobierno y se refirió a la necesidad de saber aprovechar el «esperanzador momento histórico» que vivimos «en beneficio» de los «hermanos de América y Europa».

El Rey, que fue saludado ayer por la prensa venezolana como el jefe de Estado más popular de las cumbres, reiteró que los pilares básicos de la Comunidad Iberoamericana de Naciones que se está edificando son los «principios democráticos de tolerancia y de diálogo y de respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales».

Los buenos deseos de los dirigentes iberoamericanos chocan, sin embargo, con la realidad que documentadamente Amnistía Internacional hace llegar a la cumbre, en la que resalta que las «ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones, las torturas, así como la existencia de cientos de presos políticos y de conciencia» son realidades cotidianas en muchos de los países que asisten a la cumbre.

La cumbre se inauguró en el gran salón del hotel Hilton de la isla de Margarita, decorado como un lujoso teatro en cuyo estrado se sentaron los 22 jefes de Estado y de Gobierno de los 21 países que forman la comunidad iberomericana. España y Portugal son los únicos representados por sus jefes de Estado y de Gobierno; el presidente de Ecuador, Fabián Alarcón, el único ausente de la cumbre.

El presidente del Gobierno español inició su jornada en la cumbre con un desayuno de trabajo con el presidente de México, Ernesto Zedillo, que abrió la serie de encuentros bilaterales que mantendrá durante la cumbre.

Anoche tenía previsto entrevistarse con el presidente de Colombia, Ernesto Samper; Uruguay, Julio María Sanguinetti; Bolivia, Hugo Banzer; Nicaraga, Arnoldo Alemán; Portugal, Jorge Sampaio, y Brasil, Fernando Henrique Cardoso.

El Rey facilitó que Aznar posara junto a Fidel Castro

J. M. L. / J. J. A., Margarita
El rey Juan Carlos favoreció ayer una aproximación, siquiera física, entre el presidente del Gobierno español, José María Aznar, y el máximo dirigente cubano, Fidel Castro.

En el momento en que se iba a proceder a realizar la foto de familia de la VII Cumbre Iberoamericana, el Rey llamó a Aznar -que por sorteo se encontraba en un extremo- y le hizo un hueco para que se fotografiara al lado de Castro.

«Ven conmigo a hacerte la foto, que quiero verte la barba de cerca», le comentó entonces el presidente español al líder cubano. Aznar y Castro ascendieron así un peldaño en el juego de banalidades que rodea toda cumbre iberoamericana.

Con la imagen en la retina del intercambio de corbatas durante la última cumbre celebrada en Viña de Mar (Chile), en la que, con escaso éxito, Aznar invitó a Castro a mover ficha en el tablero democrático, un portavoz del palacio de La Moncloa ofreció ayer el diálogo textual entre los dos dirigentes políticos tras la foto.

Aznar. ¿Cómo vas de salud?

Castro. Va. A ti se te ve joven.

A. Bueno.

C. Veo que te va muy bien.

A. No me quejo, aunque no sé si en cuestiones de Cuba me tengo que quejar.

C. ¿Por qué?

A. Bueno, ya hablaremos.

Fin del diálogo.

La conversación, que sin duda dará pie a todo tipo de interpretaciones -insistentes rumores apuntan que Castro está gravemente enfermo-, es por el momento el único contacto entre ambos políticos, que hoy, en la reunión informal y abierta que precede a la sesión de clausura, tendrán una nueva oportunidad de profundizar en su diálogo.

Los analistas insistieron en el hecho de que Castro y Aznar coincidieran, codo con codo, en la foto de familia de los jefes de Estado y de Gobierno bajo la mirada benevolente del Rey y del presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, cuyas relaciones cordiales con todos los dirigentes políticos del continente americano son bien conocidas.

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