El País Digital
Miércoles
8 octubre
1997 - Nº 523


Jordi Pujol garantiza a Aznar su apoyo a la estabilidad del Gobierno hasta enero de 1999

C. PASTOR / L. R. AIZPEOLEA, Madrid
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, garantizó ayer su apoyo a la estabilidad política del Gobierno al menos hasta enero de 1999, tras entrevistarse a solas durante cuatro horas y media con el jefe del Ejecutivo, José María Aznar, en La Moncloa. Aznar y Pujol volverán a entrevistarse antes de Navidad para establecer el marco de colaboración futura. Las incógnitas surgidas sobre los calendarios electorales quedan despejadas, salvo imponderables: 1998 no será año electoral ni en Cataluña ni en el conjunto de España.


El presidente Aznar recibe
a Pujol en La Moncloa (Efe).
Pujol rehuyó el contacto directo con los periodistas, aunque emitió un comunicado de 30 líneas cuyo contenido comparte la Presidencia del Gobierno, según expresó un portavoz de La Moncloa. «Ha ido francamente bien», se limitó a decir Pujol cuando tres periodistas le abordaron en la delegación de la Generalitat en Madrid, camino del aeropuerto. Pujol y Aznar almorzaron juntos y esta vez el presidente del Gobierno aguardó a su huésped en la puerta de La Moncloa. La última vez le recibió un funcionario.

«En la reunión ha habido acuerdo en considerar que el progreso habido requería una sólida estabilidad política», se escribe en el cuarto párrafo del comunicado de prensa de Pujol. Y continúa. «Esta estabilidad ha existido y en la reunión se ha iniciado la discusión de cómo dicha estabilidad puede mantenerse. Este tema será objeto de nuevas conversaciones en el futuro».

La reunión -larga y «muy constructiva», según recalcó el propio Pujol a su llegada a Barcelona- giró esencialmente en torno a la situación de la economía española. En el comunicado se emite un «juicio positivo» de la situación actual de la economía y sus perspectivas futuras, tanto en lo referente al ingreso de España en el primer grupo de la Unión Monetaria como en lo que atañe al cumplimiento del criterio de sostenibilidad.

Desde el Ejecutivo central se puso el acento en que «la estabilidad política es un factor muy positivo que ha funcionado muy bien y en que hay un deseo por ambas partes de que siga funcionando en el futuro». «Hay una voluntad manifiesta de prolongar la estabilidad política», señalaron desde la Presidencia del Gobierno. Mensajes semejantes se emitieron desde el entorno de Pujol.

Pujol y Aznar coincidieron en que no basta con entrar, en la primavera de 1998, en el club de países con moneda única, sino que hay que llegar a enero de 1999, cuando se introduzca el euro, en las mejores condiciones posibles, lo cual requiere estabilidad política y, por tanto, ausencia de convocatorias electorales.

Si es que Aznar ha tenido en algún momento la tentación de aprovechar el éxito de Maastricht para anticipar los comicios, ayer enterró la idea ante su socio catalán. La posibilidad de adelantar las elecciones fue, sin embargo, una tentación pasajera, ya que lo sucedido en Francia en primavera, con la convocatoria anticipada y la posterior derrota de los conservadores galos, fue todo un escarmiento en cabeza ajena para el presidente del Gobierno. En todo caso, el comunicado de Pujol sugiere que incluso apoyará los Presupuestos para 1999.

Agotar la legislatura

El líder catalán, por su parte, quiere agotar al máximo su propia legislatura autonómica, que expira en noviembre de 1999. Pero para evitar celebrar sus elecciones tras las municipales de junio de aquel año, lo más probable es que introduzca un adelanto técnico , convocando para febrero o marzo de 1999. De esta forma diluye la popularidad de su rival Pasqual Maragall, que se ha retirado a Roma, o aún mejor, permite que se consolide la candidatura de Joaquim Nadal, mucho menos peligrosa para él que la del ex alcalde de Barcelona. Pero para ello también Pujol necesita estabilidad política en España. Una ruptura con el PP se trasladaría inmediatamente al Parlament.

Los presidentes del Gobierno y de la Generalitat volverán a entrevistarse antes de las próximas Navidades, «con el fin de dar continuidad a la estabilidad política del país». Existen varias hipótesis sobre qué condiciones planteará Pujol para seguir colaborando con el PP más allá de seguir con la política económica de rigor presupuestario. Hay dirigentes de CDC que abogan por la renegociación del pacto, introduciendo nuevos contenidos.

Otros creen que no hace falta otro pacto escrito y que basta con que el PP asuma que debe contar «siempre» con sus socios catalanes. El sector de Convergència partidario de alejarse inmediatamente del Gobierno de Aznar ha quedado por ahora derrotado.

En la reunión de ayer se abordaron también cuestiones relacionadas con las autonomías en general y con algunos temas más específicamente ligados a Cataluña. Posiblemente, Pujol trasladó a Aznar su disgusto por la decisión del Gobierno de no firmar la declaración de Alemania, Austria y Bélgica a favor de que la UE no afecte la capacidad legislativa de los parlamentos regionales. Los temas específicamente catalanes hacen referencia a la relación de traspasos pendientes para completar lo dispuesto en el Estatuto de Autonomía, una lista ya planteada al ministro de Administraciones públicas, Mariano Rajoy.

La Moncloa y la Generalitat consensuaron el comunicado

L. R. A. /C. P., Madrid
El president de la Generalitat, Jordi Pujol, estrenó ayer una nueva modalidad en sus relaciones con el jefe del Ejecutivo, José María Aznar: el comunicado. En las diez reuniones que ambos políticos han mantenido desde que Aznar gobierna siempre había comparecido Pujol en rueda de prensa para explicar su contenido. Ayer fue la excepción. Pujol se lo planteó al presidente del Gobierno telefónicamente y acudió al encuentro con un texto que se trajo desde Barcelona y que apenas sufrió modificaciones. Aznar respetó la voluntad de Pujol, aprobó el comunicado y asumió su contenido una vez que la Generalitat lo publicase a media tarde.

Tan claro estaba que Pujol no iba a hablar ante la prensa que el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez, mantuvo un almuerzo que tenía concertado anteriormente en la Asociación de Periodistas Europeos. Rodríguez suele comparecer, en nombre del presidente del Gobierno, tras la intervención de las visitas nacionales a La Moncloa.

El líder catalán no quiso presentarse ante los periodistas porque quería evitar que se le preguntara por los temas que le enfrentan al Gobierno -la financiación de la sanidad, por ejemplo- cuando lo que él quería era lanzar un mensaje de estabilidad.

Al llegar a Barajas le preguntaron por ello: «Eso, pregúntenselo a (Rodrigo) Rato», contestó. Pujol da por hecho que la sanidad catalana recibirá 51.000 millones de pesetas extras a partir de 1998, pero el ministro de Economía, como ayer repitió por enésima vez, no lo puede dar por cerrado porque aún no se ha celebrado la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) en la que todas las comunidades decidirán el reparto de la financiación. Los intereses de venta del acuerdo de Pujol con el Gobierno chocan con los de Rato por preservar el papel del CPFF como órgano soberano y multilateral de las comunidades. Pujol y Rato mantuvieron este lunes una larga conversación.

No hubo papelitos

En otras ocasiones, Pujol, en su comparecencia ante los periodistas en La Moncloa, saca unos papelitos del bolsillo y va precisando tema por tema los avances y bloqueos. Ayer lo evitó porque su reunión con Aznar fue un sondeo mutuo sobre cómo veía cada uno de ellos la situación económica, la política y qué horizonte se fijaban una vez que, en primavera, España entre en la moneda única. Fue una reunión más filosófica que práctica, en la línea de las que el presidente del Gobierno suele mantener con el líder del PNV, Xabier Arzalluz.

La undécima reunión que celebren, la anunciada para antes de la Navidad, promete ser parecida a las anteriores. Pujol vendrá a La Moncloa con una paquete de reclamaciones concretas que establecerán sus condiciones de apoyo al Gobierno de Aznar.

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