El País Digital
Martes
3 febrero
1998 - Nº 641

Los escolares españoles rechazan a los inmigrantes

SUSANA PÉREZ DE PABLOS, Madrid

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Tres de cada cuatro estudiantes no universitarios mayores de 13 años quieren que España impida la llegada de nuevos inmigrantes. La mitad (51,5%) de estos escolares cree que quitan puestos de trabajo a los españoles y el 42,2% considera que contribuyen al aumento del tráfico de drogas y la delincuencia. La intolerancia de los jóvenes ha cambiado de objetivo en los últimos años. Si a comienzos de la década se apreciaba un aumento del racismo, especialmente respecto a los gitanos, los árabes y los negros, esa actitud se ha estabilizado e incluso empieza a disminuir. Los principales destinatarios del rechazo son ahora los inmigrantes.

Una buena parte de los adolescentes (64,7%) considera que en España hay suficientes extranjeros y se debe impedir que entren más, pero no expulsarían a los que ya están. En cambio, un 10,5% es más radical: cree que ya hay demasiados trabajadores inmigrantes en el país y habría que expulsar a algunos. Sólo un 14,9% piensa que aún hay pocos extranjeros y se debe acoger a bastantes más.

Éstos son los resultados de una encuesta realizada en 1997 por Tomás Calvo Buezas, catedrático de Antropología Social en la Universidad Complutense de Madrid, entre 6.000 escolares de 145 colegios en las 17 comunidades autónomas. La muestra está formada por estudiantes de centros públicos y privados de educación secundaria obligatoria, BUP, 8º de EGB (vigente en su momento) y Formación Profesional.

Desinformación

«Los jóvenes escolares están bastante desinformados en lo relativo a la inmigración», señaló Calvo Buezas, que ayer presentó los resultados de la investigación junto con el secretario general de Educación, Eugenio Nasarre. «Los adolescentes (65,4%) creen que en España hay un número similar o superior de inmigrantes que en los otros países de la Unión Europea (UE), cuando no es cierto, y también que los que hay quitan puestos de trabajo a los españoles, lo que tampoco es verdad, porque la mayoría realiza tareas que los españoles rechazan», añadió el director de la investigación.

Calvo Buezas, que también es representante en la Comisión Europea contra el Racismo del Consejo de Europa, explica que en la UE «no se ha realizado una encuesta similar con población escolarizada, aunque se está empezando a plantear». Mientras en Europa hay una tasa media de inmigrantes del 6,5%, en España hay un 1,5% de inmigrantes legales (600.000, a los que hay que sumar unos 100.000 ilegales), la mitad de los cuales procede de países occidentales. Calvo dice que la UE «es un observatorio de los tipos de problemas que surgen en Europa, y, actualmente, hablar de racismo es hablar de inmigración del Tercer Mundo».

Aunque una buena parte de los escolares prefiere que España sea un país mestizo (un 65%), el 26% prefiere «una España blanca únicamente de cultura occidental» y el 26,8% cree que los inmigrantes deberían abandonar su cultura y asumir la del país en el que viven.

El profesor Calvo llama la atención sobre otro dato: «Preguntamos a los jóvenes si votarían a un partido como el de Jean-Marie Le Pen en Francia y les explicamos en qué consistían sus ideas. Un significativo 10,4% contestó que sí. Se trata de un grupo peligroso».

El secretario general de Educación, Eugenio Nasarre, manifestó: «Hay un núcleo duro, aunque minoritario, de jóvenes en los que las actitudes racistas están muy arraigadas y conectadas con los fenómenos de violencia que se producen. Su presencia activa en la sociedad española es uno de los problemas con los que cuentan actualmente las escuelas».

Esos jóvenes con actitud extremista son los mismos que, según los resultados de la encuesta, además de votar a un partido similar al francés de Jean-Marie Le Pen, creen que en España hay ya demasiados trabajadores inmigrantes, echarían a buena parte de ellos y además reconocen abiertamente que son racistas.

Los adolescentes dicen que España es una sociedad mayoritariamente racista (según el 72%), pero ellos consideran que no lo son (según el 86%), aunque aseguran que sí que tienen compañeros racistas (el 65%).

Eugenio Nasarre insistió además en la necesidad de que la transmisión de valores de tolerancia a los niños desde la educación primaria se convierta en una auténtica prioridad, así como en la necesidad de que los docentes estén adecuadamente preparados para ello por medio de las materias transversales (como la educación para la paz o para la igualdad).

El 27% de los jóvenes echaría de España a los gitanos (frente a un 30,8%, en 1993), un 24% expulsaría a los árabes, y un 13% a los negros y a los indios. El 15% de los jóvenes echaría a los judíos (en 1993 era un 12,5%).

Los prejuicios sobre el matrimonio con personas de otras culturas o razas han bajado también levemente, pero, aún así, se mantienen bastante altos. A más de la mitad de los adolescentes les molestaría casarse con personas de etnia gitana (al 53,9%) o con árabes (al 50,5%). El 33% dice que no le gustaría casarse con judíos y el 29,9% no lo haría con negros de África.

Hay entre un 25% y un 30% de rechazo hacia la posibilidad de casarse con negros de América Latina (26,3%), indios de América Latina (25,4%) y asiáticos (26,6%). Los porcentajes más bajos de rechazo se refieren al matrimonio con europeos (5,3%), norteamericanos (9,3%) y latinoamericanos (11,9%).

Algunos escolares consideran además que no es conveniente casarse con personas de distinta religión (el 37,4%), de distintas ideas políticas (el 24,3%), de diferente raza (un 22%), de distinta clase social (un 17,5%) o de diferente nacionalidad (un 16%).

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