Una Barcelona deslumbrante acoge ya a la Familia Real y a sus invitados de todo el mundo

Barcelona. Luis Ayllón

Barcelona, preparada ya para asistir al enlace matrimonial de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín, comenzó a recibir ayer a los miembros de la Familia Real. El Príncipe de Asturias, que regresaba de un viaje a la India fue el primero en llegar. Poco después lo hizo la Reina Doña Sofía y más tarde los Duques de Lugo. Mientras, los aledaños de la Catedral, el lugar elegido para la boda, no pueden ocultar que se preparan a vivir un gran acontecimiento. Sus calles engalanadas, sus comercios, contemplan el ir y venir de curiosos, periodistas, policias y operarios que dan los últimos toques para que todo se desarrolle con brillantez.

Imagen A las nueve de la mañana de ayer una cuadrilla de jardineros plantaba junto a las escaleras de la Catedral 1.600 geranios blancos, que flanquearán la subida de los novios hacia el templo. Un hombre sacaba brillo a la espléndida puerta de madera del templo, al que acababan de llevar bancos nuevos. Lejos de allí, en el paseo de Gracia y en otras calles barcelonesas por las que pasará la comitiva nupcial, varios operarios limpiaban las farolas, los semáforos, las señales de tráfico. Barcelona se acicalaba para lucir sus encantos ante los invitados de todo el mundo que asistirán a la boda de la segunda hija de los Reyes con Iñaki Urdangarín.

En el Barrio Gótico

Los caminos del Barrio Gótico que llevan a la catedral se cubren desde hace días con colgantes rojos, azules, bancos y amarillos. Las calles más anchas, como el Paseo de Gracia, por ejemplo, exhiben cintas que cuelgan hacia las farolas desde las magníficas casas modernistas de la «Manzana de la Discordia»,obra de Gaudí, de Domènech i Montaner o de Puig i Cadafalch.

Grandes almacenes y fachadas en rehabilitación muestran enormes carteles azules con el escudo de la ciudad y la felicitación a los novios en castellano, catalán y euskera: «Felicidades. Felicitats. Zorionak». En los comercios, una reproducción más pequeña de esos carteles y fotografías de Doña Cristina y don Iñaki Urdangarín paseando, cogidos de la mano, por los jardines del Palacio de la Zarzuela, se mezclan en los escaparates con los zapatos, la ropa, la butifarra, los objetos de arte o los recuerdos de la ciudad, a los que se han añadido los llaveros, los «pins», los platos que conmemoran el evento de mañana. Algún pastelero, incluso, ha agotado los pastelitos de la boda hechos con «pa de pessic», un típico bizcocho catalán, con un piso relleno de frambuesa y otro de chocolate, y con una capa de chocolate en la que aparece la efigie de los novios.

En muchos balcones se exhiben banderas catalanas, y en uno de ellos, en la avenida de la Puerta del Ángel, que conduce a la Catedral, alguien ha añadido además su blanco velo de novia.

Mientras en los lugares más alejados de la Catedral los barceloneses continúan con su labor ordinaria, en las inmediaciones del templo, se respira el ambiente de boda. A ellos contribuyen sin duda la presencia de numerosas unidades móviles de televisión, los vehículos de las emisoras de radio, el ir y venir de los fotógrafos, la vigilancia de las Fuerzas de Seguridad y los comentarios de los grupos de barceloneses o de turistas que deambulan por el lugar, a pesar de que desde ayer, el acceso al templo ha sido prohibido para cualquiera que no tenga nada que ver con la organización de la ceremonia.

Los periodistas esperan pacientemente la llegada de la Reina para supervisar los últimos preparativos, pero hasta que llegue ese momento se ocupan en preguntar o en fotografiar a los viandantes o a los grupos de escolares a los que su maestra enseña sobre un plano donde se sitúan la Infanta y su novio. Hasta que de pronto aparece una pareja –él, con un terno oscuro; ella, con un traje blanco–, de estatura similar a la de la Infanta y su prometido. Son los figurantes que Pilar Miró ha convocado para hacer una prueba de luz en el interior de la Catedral. Los fotógrafos corren para intentar tomar su imagen, mientras ellos, algo azorados caminan hacia la puerta posterior del templo.

Mientras, en el aeropuerto de El Prat van aterrizando los aviones que llevan a los invitados. Poco después de las nueve de la mañana llega el Príncipe de Asturias, procedente de la India, donde ha presidido la inauguración de Expotecnia, y a mediodía lo hace Doña Sofía. Para más tarde se preveía la llegada, en automóvil, de los Duques de Lugo.

Audiencia a la Corporación

Hoy llegará el Rey, quien, junto con la Reina y con los contrayentes, recibirá en el Palacete Albéniz a la Corporación Municipal barcelonesa, presidida por su alcalde, Joan Clos, que ofrecerá a Doña Cristina y a don Iñaki Urdangarín el regalo de la ciudad de Barcelona: una escultura de Apel·es Fenosa.

Después, los miembros de la Familia Real asistirán a un almuerzo ofrecido en el Palacio de San Jaime por el presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, quien también hará un regalo a los novios, consistente en el Libro de Horas de María de Navarra.

Por la noche, los Reyes ofrecerán una cena en el Palacete Albéniz a los representantes de la Casa Real y, al término de la misma, la Infanta Cristina y su prometido asistirán a un espectáculo piromusical en la Avenida de María Cristina, que será el regalo popular de Barcelona a los novios.

Cuando concluya el acto, cientos de voluntarios comenzarán a poner miles de claveles blancos y vallas de color azul en el recorrido del cortejo.

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