lunes, 06 de octubre de 1997

El Supremo sienta hoy en el banquillo a veintitrés cabecillas de HB, acusados de colaborar con ETA

Madrid. Nieves Colli

Veintitrés dirigentes de la coalición proetarra HB se sentarán a partir de hoy en el banquillo de los acusados del Supremo, donde serán juzgados por ceder sus espacios electorales a ETA para la proyección de un vídeo durante la campaña de los comicios generales de 1996. Los cabecillas del «brazo político» de la organización terrorista se enfrentan a peticiones de condena que van de los ocho años de cárcel solicitados por el fiscal y dos de las acusaciones por delito de colaboración con banda armada a los veintidós que pide la AVT, para quien la conducta de los batasunos es la propia de un miembro (y no de un simple colaborador) de ETA.

Veinte meses después de que el entonces fiscal general del Estado, Carlos Granados, presentara una denuncia contra Herri Batasuna por presunto delito de colaboración con banda armada, la Sala Segunda del Tribunal Supremo juzgará a veintitrés cabecillas de la coalición proetarra por la difusión de un vídeo de ETA durante la campaña para las elecciones generales celebradas el 3 de marzo de 1996.

El peculiar «vídeo electoral» muestra a tres encapuchados que se identifican como miembros de ETA y que hablan de lo que en el entorno de la banda criminal viene en llamarse «Alternativa Democrática». Encima de una mesa, bien visibles, sus pistolas.

A la denuncia por la difusión del vídeo se acumularon después otras dos por sendos comunicados con los que HB justificó los asesinatos del ex presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente y el abogado e «histórico» del PSOE Fernando Múgica, ocurridos en febrero de 1996.

Medidas de seguridad

El fiscal pide un total de 184 años de cárcel por un delito de colaboración con banda armada, la misma pena que solicitan las acusaciones ejercidas por el PSOE y por la familia Múgica. Mucho más dura es la Asociación Víctimas del Terrorismo, para la que los hechos son constitutivos de los delitos de pertenencia a banda armada y colaboración continuada y pide penas que suman 506 años de cárcel.

La AVT va más allá y solicita también la disolución de HB por entender que es una asociación ilícita.

El juicio se celebrará entre severas medidas de seguridad para evitar que se produzcan, como ya ha ocurrido en una ocasión, altercados entre los simpatizantes de HB que se desplacen al Palacio de Justicia y grupos ultraderechistas.

Los abogados de los batasunos reclamaron la pasada semana protección para ellos y para los inculpados así como que les permitan entrar por la puerta principal del Palacio de Justicia –cuyo uso está restringido a los magistrados del Supremo y a las altas personalidades del Estado– y utilizar el aparcamiento de los magistrados para dejar sus coches.

La Sala de Gobierno del Tribunal Supremo acordó dejar en manos del servicio de seguridad las medidas necesarias para garantizar el desarrollo normal de la vista, pero no se ha accedido a las exigencias de los batasunos, que entrarán por el también vigilado acceso de la calle Marqués de la Ensenada.

La insólita petición de los batasunos para utilizar la puerta principal se relaciona más bien con una cuestión de imagen: los cabecillas proetarras serían fotografiados en la entrada noble de la sede judicial, la misma que, dado su rango de ex presidente del Gobierno, utilizó recientemente Felipe González cuando fue a declarar como testigo en el «caso Filesa».

Los cabecillas de HB parecen tener miedo de reencontrarse con grupos de ultraderechistas y en el escrito que han dirigido a la Sala Segunda recuerdan que han sido convocadas concentraciones ante el Supremo y que han aparecido pintadas en Madrid con el lema «español, ve al juicio».

A lo largo de la instrucción del proceso, sin embargo, han sido numerosas las expresiones de amenaza proferidas por los propios batasunos. En junio de este año, por ejemplo, el acusado Floren Aoiz advirtió que un fallo condenatorio traería un «recrudecimiento del conflicto» con consecuencias «para todos».

Por otra parte, la actitud de los veintitrés acusados ha sido hostil hacia el Tribunal y ha distado mucho de la colaboración con la Justicia. Todos ellos tuvieron que ser detenidos y conducidos por la fuerza al Tribunal para prestar declaración.

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