El País Digital
Jueves
18 septiembre
1997 - Nº 503


RELATO DE UN NÁUFRAGO DE LA PATERA

«Si me devuelven a Marruecos, lo intento
de nuevo»

«A las tres horas de estar en el agua aún podía ver en medio de las olas a tres de mis compañeros con vida; a las cinco horas sólo distinguía a dos; a las ocho, todos habían muerto. El mar se los había tragado. Entonces supe que a mí también me quedaba poco tiempo. Casi no podía nadar y tenía mucho frío». Brahim acaba de cumplir 30 años y es uno de los seis supervivientes de la patera que naufragó el martes. Ayer, en un hospital de Algeciras, contó a EL PAÍS su odisea.

La patera naufragó a 1,2 millas de Punta Acebuche, frente a las costas de Cádiz, y uno de los rescatados con vida por los servicios de salvamento españoles, a las 10.15 de esa mañana, fue Brahim. Tras permanecer 48 horas en observación en el servicio de urgencias del hospital Punta Europa, de Algeciras, ingresaba ayer a última hora de la tarde en la habitación 609 del centro hospitalario con un diagnóstico de erosiones axilares e inguinales y una posible neumonía por aspiración de agua salina.

Agotado, roto, y de buen humor, relató su dramática aventura. Sólo puso una condición, que este periódico se pusiese en contacto con su familia en Marruecos para decirles que Alá había sido grande, que le había ayudado a esquivar la muerte. Otros 23 compañeros de viaje no tuvieron tanta suerte. Muchos no habían visto un barco nunca.

«El mar estaba muy bonito, muy tranquilo. Salimos a las 19.30 de la tarde (21.30, hora española) de Ksar-Es-Seguer (frente a Tarifa), éramos unas 30 personas, dos viejos y el resto jóvenes, y tuvimos que pagar cada uno 10.000 dirhams (150.000 pesetas) a los traficantes. Yo soy de cerca de Nador (a 12 kilómetros de Melilla) y siempre había trabajado comprando, vendiendo y haciendo pequeñas chapuzas. Pero eso no era un futuro. Hace dos años mi hermano y mi hermana se fueron a Italia y tienen trabajo y están muy contentos allí. Y pensé: ahora me toca a mí». Brahim masculla las palabras con dificultad a través de un respirador, tiene en carne viva las ingles y las axilas por el rozamiento de las 11 horas que permaneció nadando y por efecto de la sal y las bajas temperaturas que soportó.

Tras dos horas y media de travesía y a poco más de dos kilómetros de su destino, la patera se vino abajo. ¿Qué ocurrió? «El mar estaba como un plato», explica Brahim, «pero llegando a España se levantó mucho aire y olas. Empezó a entrar agua en la barca y nosotros queríamos sacarla del fondo. La gente se puso muy nerviosa y ya no recuerdo nada más. No recuerdo ni gritos ni nada. Y mis compañeros se morían. Yo cada rato me ponía un poco boca arriba, pero no podía estar así ni cinco minutos, porque se me metía la sal por la nariz y entonces volvía a nadar y me dolían mucho los brazos y el pecho. No sé cómo pude aguantar. ¿A que soy buen nadador? Aprendí de niño».

Mientras explica su aventura Brahim muestra una expresión tranquila y enseña con orgullo el sobado reloj de marca indefinida que milagrosamente funciona y durante aquellas eternas 11 horas en el estrecho le fue recordando que estaba vivo. ¿Volver a Marruecos? Espero que después de lo que me ha pasado me dejarán quedarme aquí. Si no, tendré que intentarlo de nuevo».

Una fragata británica halla el séptimo cadáver del naufragio de una patera en el Estrecho

CÁNDIDO ROMAGUERA, Algeciras
Los responsables del Centro Zonal de Salvamento de Tarifa (Cádiz) confirmaron ayer el hallazgo por parte de una fragata británica del que es ya el séptimo cadáver del naufragio sufrido por una patera en aguas del Estrecho de Gibraltar, el pasado martes. Más de 200 inmigrantes han muerto o desaparecido en los últimos nueve años frente a las costas españolas en los sucesivos naufragios de pateras. Según admitió ayer el ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, «es imposible evitar que en un momento dado una patera cargada de inmigrantes salga de Marruecos».


Tres de lso inmigrantes rescatados sin vida de
aguas del Estrecho (J. Bienvenido).
Los responsables de Tarifa Tráfico son cada vez más pesimistas ante la posibilidad de encontrar algún superviviente más. «Cada vez es más difícil encontrar a alguien con vida, pero de momento el dispositivo sigue siendo exhaustivo, para rastrear el mayor número de millas posible», señaló Javier Gárate, director de Tarifa Tráfico, quien confirmó ayer que hasta el mediodía habían sido 460 kilómetros los que se habían rastreado, ocupando un radio de acción que va desde las costas de Tarifa hasta el sur de Punta Chullera, prácticamente en el límite de las provincias de Cádiz y Málaga.

Abel Matutes señaló en los pasillos del Senado que el Ministerio del Interior marroquí y el español han mantenido ya varias conversaciones sobre el problema de la inmigración ilegal, y que están en estrecha colaboración. Y añadió: «Hay que destacar que se trata de una emigración ilegal y que son muchos los kilómetros que tienen las costas de los dos países».

El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, manifestó que el naufragio es un «accidente terrible y trágico», pero apuntó que «España no puede ni debe ser responsable». «Aunque evidentemente no podemos caer en la resignación», añadió, «tampoco podemos asumir nosotros todo el dramatismo de las desigualdades sociales que se producen en el continente africano, que es la razón esencial por la que salen».

Por su parte, la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) consideró ayer que la muerte y desaparición de inmigrantes marroquíes en naufragios «no es consecuencia de la inmigración ilegal, sino del cierre de fronteras practicado por la Unión Europea». La APDHE apostó por que «el drama intolerable» del último accidente «debe propiciar cambios en las políticas sobre extranjeros en nuestro país».

Por su parte, el Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, aseguró que «ya es hora de que se hable seriamente con el Gobierno de Marruecos, para que esta locura acabe, porque tanto España como la Unión Europea tienen mucho que decir y deben forzar a Marruecos a buscar una solución».

© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid