El País Digital
Sábado
27 septiembre
1997 - Nº 512

El Rey concede a Cristina el título de duquesa de Palma de Mallorca

ANDREU MANRESA, Palma de Mallorca
El Rey concedió ayer a su segunda hija, la infanta Cristina, el título de duquesa de Palma de Mallorca. Sin embargo, en el primer anuncio se dijo que lo era de Mallorca, lo que desató una rápida y fuerte polémica entre especialistas heráldicos y políticos al considerar que el antiguo y medieval reino de Mallorca se había convertido en ducado y se rebajaba mediante un título ex novo, vitalicio y limitado a la infanta Cristina, la categoría de las instituciones reales insulares.


Los novios, el lunes en el Ayuntamiento
de Barcelona (Marcel.Lí Sáenz).
La noticia inexacta sobre la concesión por don Juan Carlos del título de duquesa de Mallorca a la infanta Cristina se extendió en todo el país cuando las radios y los telediarios abrieron sus informativos del mediodía con un teletipo erróneo emitido como avance urgente. Posteriormente, la portavoz, Asunción Valdés, asumió el error como propio.

Las instituciones de Baleares reaccionaron a la primera noticia con laudatorias y prudentes notas oficiales, congratulándose de los vínculos que se establecían con el ducado de Mallorca entre la isla y la Monarquía. El Gobierno balear remitió un telegrama de agradecimiento al Rey «por la estima, afecto y aprecio demostrados» e informó de la futura concesión de la medalla de oro extraordinaria a los entonces duques de Mallorca.

El rey Juan Carlos, por tradición dinástica, es también rey del antiguo reino de Mallorca, constituido en 1229 cuando el monarca catalán Jaime I el Conquistador incorporó la isla mayor -y luego Ibiza y Menorca- a la Corona de Aragón.

El Consell de Mallorca publicó un comunicado en el que señalaba: «Siempre es positivo que el nombre de Mallorca pueda identificarse con un miembro de la familia real». El alcalde de Palma respondió con prudencia hasta que a media tarde el jefe de la Casa Real, Fernando Almansa, le comunicó la noticia cierta: la infanta Cristina sería duquesa de Palma de Mallorca.

La primera noticia contradecía un discurso oficial de don Juan Carlos, en el que detalló: «La dinastía española, de la que soy cabeza y representante supremo, es la misma desde hace 13 siglos y 40 generaciones. Asturias, Aragón y Cataluña, la noble tierra vasca, la de León, la de Castilla, de Valencia y toda la España peninsular, las islas mediterráneas y atlánticas, y las entrañables ciudades del continente vecino, han sido solar de mis mayores, la patria de mis antepasados, la razón de ser y el destino de la Monarquía española».

Los Reyes de España, desde hace más de 20 años -antes de la muerte del dictador Franco-, habitan en verano el palacio de Marivent en Palma de Mallorca, un antiguo museo-residencia legado a Mallorca por el mecenas Juan de Saridakis, que fue cedido por la Diputación a los Reyes. En la bahía de Palma y en el litoral de las islas, todos los miembros de la familia real han desarrollado una intensa actividad náutica.

Este ducado, no utilizado con anterioridad, será ostentado desde mañana por la infanta Cristina, y desde el 4 de octubre por su esposo, sólo en calidad de consorte. Eso significa que el título nobiliario no lo heredarán ni él ni sus hijos.

Lorenzo Caprile diseña el traje de la novia

JULIA TRIGO, Barcelona
La infanta Cristina ya tiene el vestido de novia en casa. El diseñador madrileño de origen italiano Lorenzo Caprile ha confirmado ser el autor del traje de la Infanta. Aunque el nombre de Caprile ya había sido mencionado, el hermetismo creado y la publicación de otros nombres ayudaron a mantener un secreto que ha durado casi cinco meses.

El encargo fue realizado por la propia Infanta el pasado 22 de mayo en los talleres que Caprile posee en la calle de Claudio Coello de Madrid y el vestido fue entregado a su dueña el pasado 25 de septiembre. «La discreción en estos casos es fundamental porque está en juego la ilusión de una novia», asegura el creador. Caprile, que firma también la ropa que luce el cortejo que acompaña a la novia, compuesto por tres niños y dos damas de honor, ya había diseñado el vestido que Cristina lució en la fiesta celebrada la noche anterior a la boda de su hermana Elena.

De padres italianos, Caprile nació en Madrid hace 30 años. Lleva cuatro diseñando trajes de novia por encargo y a medida. Sus líneas son puras y estilizadas, prefiere los colores rotos al blanco puro y la sencillez de la línea a cualquier tipo de ornamentación. Le seducen el volumen y los tejidos recios, que, puros o mezclados, imprimen el justo estilo a sus diseños.

El modista estudió en el Fashion Institute of Technology de Nueva York y terminó su formación en Florencia y Roma. «El ambiente de las viejas glorias de la alta costura romana no me gustó en absoluto», confiesa. Tras probar con el prêt-à-porter, se especializó: «Desaparecidos casi del mapa los trajes de noche y de cóctel, el traje de novia me parece el único campo en el que se puede sobrevivir en la costura».

3.340 periodistas acreditados para la ceremonia

La segunda boda de la familia real en poco más de dos años atraerá en Barcelona a 1.400 invitados, 3.600 policías y 3.348 periodistas de 240 medios de comunicación de todo el mundo, casi 1.000 más que para la boda de la infanta Elena con Jaime de Marichalar, celebrada en Sevilla en marzo de 1995, de acuerdo con los datos oficiales facilitados ayer por La Zarzuela.

Además, el paseo de la pareja en coche descubierto será de unos tres kilómetros. En la ceremonia nupcial en la catedral se hablará o cantará en castellano, catalán y vasco. En la parte musical, participarán el Orfeó Català y el Orfeón Donostiarra.

Ya en la basílica de la Mercè, la novia entregará el ramo mientras en el exterior habrá una exhibición de castellers de Sants y de Barcelona y un grupo de la Federación de Sardanistas de Cataluña bailará la sardana más emblemática, La Santa Espina . A la salida del templo, la Banda Municipal interpretará una segunda sardana mientras los novios reanudan su paseo en coche hasta el palacio de Pedralbes, en donde será ofrecido el banquete. Allí un dantzari saludará a los novios con un aurresku .

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