El País Digital
Viernes
22 agosto
1997 - Nº 476

ODÓN ELORZA • ALCALDE DE SAN SEBASTIÁN

«En Euskadi la violencia lo condiciona todo»

FELICIANO FIDALGO

Odón Elorza, el pasado día 14,
dirigiéndose a la basílica de Santa María
del Coro para asistir a La Salve (EFE).
El alcalde de San Sebastián puede repetir veinte veces en dos horas que hay que «reinventar la democracia todos los días», frase antigua, eterna y difícil de evitar cuando se es demócrata. Su última revolución democrática: escribir una serie de libros para los niños sobre la vida de todos los días, en todos sus aspectos, y escritos en colaboración con ellos mismos. Ahora, los más recientes, los regala el Ayuntamiento para reinventar la democracia. Claro, Odón Elorza, de 42 años, es político, milita en el PSOE, es vasco, donostiarra, español, europeo..., y habla.

Casi un cuarto de siglo después de la muerte de Franco, ¿dónde está Euskadi sur?

Un poco perdida, intentando encontrar el rumbo con muchas dificultades, porque la violencia lo pervierte todo.

Estos días pasados, en la prensa de Occidente, dominaban en los medios de comunicación temas como la absorción de Apple por Microsoft, el monstruo de la informática y del futuro. Mientras, aquí todo gira en torno a cuestiones como la suspensión del desfile cívico de La Salve. ¿Le sugiere algo esta cuestión?

Sí, estamos viviendo unas discusiones anacrónicas y absurdas de todo punto. Pero en Euskadi todo acontecimiento está condicionado por la incidencia de la violencia; debíamos estar hablando del siglo XXI y del destino de este pequeño pueblo en España y en Europa.

¿Tiene Mondragón la importancia que se le atribuye, para HB y ETA?

Tiene un cierto simbolismo. Y tiene, también, la importancia que le dan los medios de comunicación.

¿Y quién exagera más: los medios de comunicación del País Vasco o los de Madrid?

De alguna manera, falta serenidad y prudencia para hacer ciertos análisis. En tal sentido, los ayuntamientos son presionados por los partidos y por alguna prensa.

Se ha llegado a decir que en Euskadi se vive una especie de dictadura controlada por el Gobierno central. ¿Es real la visión?

En absoluto. Euskadi es el pueblo, en Europa, que tiene el más alto nivel de autonomía; somos un pueblo sin Estado que disfruta de un nivel de autogobierno superior a cualquier land alemán.

La llegada de Aznar al poder, con un tiempo ya de ejercicio, ¿qué supone para Euskadi?

La duda de si Aznar será capaz de avanzar en la solución del problema de la violencia y de la pacificación de Euskadi, sin estar siempre pendiente de los sondeos electorales hispánicos.

Usted hablaba el otro día de si Aznar tenía ideas e inteligencia.

Lo que creo es que el presidente de un Gobierno español, además de las ideas claras, debe tener la audacia y la inteligencia suficientes para resolver el problema de la violencia desde la unidad de los partidos democráticos y desde el coraje cívico. Pero sabiendo que el problema no tiene una solución exclusivamente policial.

Álvarez Cascos, poco después de llegar al poder el PP, me declaró a mí -y está publicado- que la cuestión vasca «es un problema político que tiene más de cien años y que hay que solucionar antes de final de siglo». Pero rápidamente cambió de parecer.

Repito que el PP entiendo que mide mucho sus pasos según le va con los sondeos electorales. Y eso no puede ser.

¿Los Gobiernos socialistas de Madrid, durante 14 años, enfocaron debidamente la cuestión vasca?

Hay que dejar algún tiempo, aún, para sacar una conclusión.

¿Es compatible el socialismo con la unidad de la patria española?

La izquierda ha sido tradicionalmente federal. Podemos apoyar la Constitución, pero con vistas a todos los cambios que hace vislumbrar el siglo XXI hay que replantear la división autonómica. Yo soy un federalista convencido.


«La autodeterminación, para el nacionalismo, no es la solución; es el problema»

¿Qué pasará el día en que todos los vascos hablen euskera?

Será un elemento de riqueza cultural, compartido por mucha más gente. Creo que aquí nunca se va a perder el castellano.

¿Qué significa Navarra?

Es un territorio que tiene mucho en común con el País Vasco; pero hay que aceptar que Navarra es un territorio muy plural.

¿Y Euskadi norte qué significa para usted?

También participa de una expresión cultural, de la presencia de un idioma, de una forma de ser y de un paisaje que tienen que ver con el País Vasco y con Navarra; luego, en la Europa del futuro, puede haber convenios de colaboración.

¿No ha pensado nunca que la solución a tanto problema en Euskadi, y de Euskadi con Madrid, sería la autodeterminación?

Como demócrata, al final admito que los ciudadanos deben ser libres para decidir lo que sea. Pero, si la autodeterminación se entiende como una independencia en vísperas del siglo XXI, me parece una quimera. Intelectualmente, la autodeterminación, para el nacionalismo, no es la solución. Es el problema.

¿Piensa que ETA ha perdido el norte completamente?

En cierto modo, lo dicen algunos de HB, Julen Madariaga y otros. Ha perdido el norte y últimamente está cometiendo error tras error.

Estos días pasados, el profesor y socialista Gregorio Peces Barba discurría en un artículo sobre «la esperanza socialista». ¿Qué es eso en Euskadi?

La regeneración de la forma de ver la política y, en segundo lugar, un proyecto vasquista. Hoy, en Euskadi, para avanzar, lo más importante es la unidad de los partidos democráticos. Pero una unidad de verdad y no ficticia como ahora se ve: un mes después del último atentado, ya los partidos están cruzando fuegos unos contra otros. Pero creo, por encima de todo, en la unidad de los partidos democráticos.

Hace unos quince años, le oí decir a Domingo Abásolo, Txomin: «Si el Gobierno socialista soltara todos los presos de ETA de la noche a la mañana, nos quedábamos con el culo al aire. No tienen ni pizca de imaginación». ¿Sería válida, hoy, esa fórmula?

Yo diría que, si ETA hubiese liberado a Ortega Lara, se habría dado un paso decisivo en la pacificación. Y más que poner a los presos en la calle, ETA lo que tenía que hacer era declarar una tregua indefinida.

Un mes después, ¿cómo valora la sentencia de Anasagasti al día siguiente del asesinato de Miguel Ángel Blanco: «ETA se ha suicidado»?

En aquellas palabras parecía notarse intencionalidad de resucitar a ETA.

¿Qué piensa del político Pujol, en general y en su trance de alianza con Aznar?

Que tiene los días contados políticamente. Si Maragall da el paso, se lo come. Es un monstruo político maravilloso.

Por estar en el poder, ¿sería capaz Aznar de vender a Euskadi y Cataluña?

Aznar no es un hombre sólido que pueda inspirar confianza. Sería capaz.

¿Se nota ya la llegada de Almunia a la cabeza del PSOE?

Es un hombre fresco, con gran capacidad autocrítica, que va a poder navegar solo y, además, es de origen bilbaíno.

El poder municipal que usted preconiza en cada ocasión, ¿conlleva una merma de todos los poderes superiores, incluida La Moncloa?

Sí, evidente; a mí no me interesa más que la gestión municipal; a otros niveles, otras instancias de poder no son tan limpias.

¿No le gustaría ser lehendakari?

R. No, no me creo capacitado. Me gusta la vida municipal, y esto engancha y cautiva, a pesar de todo. Quiero insistir aquí en que la elección de los alcaldes debe ser directa.

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