Vacas, alcohol y perfumes de lujo
Es palpable la nueva transformación que se está operando en el país, y que abre un nuevo ciclo de los que vienen sucediéndose desde hace cincuenta años.
La Andorra que acogió a los republicanos españoles de la Guerra Civil, en la que los campos de tabaco permitían ver desde la carretera la iglesia románica de Santa Coloma, o en la que los rebaños de vacas paseaban tranquilamente por la carretera del Pas de la Casa, comenzó en los años cincuenta a vender Duralex y ropa interior de nylon para señoras.
El cultivo del tabaco persistía y los contrabandistas intentaban burlar la vigilancia de carabineros y Guardia Civil.
Luego se impusieron el azúcar, los quesos, el alcohol...
Poco a poco, fueron introduciéndose o asentándose los más diversos artículos, desde perfumería a radios o equipos de alta fidelidad.
Eran productos más asequibles por su precio en Andorra, y que a veces escaseaban en España.
El turista francés encontraba en el principado prendas de piel y artesanía española y los recuerdos de "pandereta".
Ahora,joyerías y perfumerías de lujo, ópticas, artículos deportivos, electrónicos o audiovisuales --productos que se benefician de las ventajas fiscales en Andorra-- se disputan los escaparates con prendas de marcas reconocidas internacionalmente y con el viejo comercio tradicional.
La ventaja para los españoles va desplazándose hacia los productos con mayor carga fiscal en su país.
La población pasó, principalmente a causa de la emigración, de 8.392 personas en 1960 a 65.227, en 1993.
Tras un ligero descenso, en 1996 alcanzó la cifra de 64.479.
La construcción destinada a vivienda, residencia de vacaciones u hostelería y las carreteras destrozaron el entorno en muchos puntos.
La iglesia románica de Santa Coloma quedó ocultada por bárbaras construcciones.
Ahora, la conciencia ecológica va calando y todos los candidatos prometen un desarrollo acorde con la naturaleza, que no degrade un activo del país con miras al turismo.
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