Viernes
14 febrero
1997 - Nº 287

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Por muy macarras que se pongan Romeo (Leonardo DiCaprio) y sus secuaces, la nueva Julieta (Claire Danes) eclipsa a toda Verona / Los Ángeles en la onírica versión en cine del clásico de Shakespeare.

Romeo era un tío con un par de pelotas. Lo mismo que Julieta. Y yo quería rodar esa fuerza, el ímpetu sanguíneo del primer amor. Un Romeo y Julieta funky que tenía que empezar lo más pronto posible, antes de que se me pasara la edad". Con esta idea en la cabeza se enfrentó Baz Luhrmann, en la crisis de la treintena, al clásico de William Shakespeare en su 400º aniversario. Con el amparo de una verborrea agotadora, la furia de los australianos y el éxito de su único largometraje, El amor está en el aire, Luhrmann aterrizó con buen pie en Hollywood para conseguir su sueño. También tenía a su favor la popularidad de esta obra de amor imposible, en la mente de los estudios cada vez que proyectan una historia romántica. "Como dicen en Hollywood: parece que Shakespeare era un buen guionista", comenta Luhrmann jocoso. En este plan perfecto sólo había un fallo, a los ojos de la productora Gabriella Martinelli: la cabezonería del realizador en seguir el texto original. "Que nadie se piense que estoy obsesionado con el inglés antiguo. Cuando estaba en la escuela me repugnaba todo lo que olía a Shakespeare", reconoce Luhrmann.

Un comienzo accidentado

El proyecto no pudo comenzar peor. En su afán por no decir a las claras lo que quería, la exposición de su proyecto no pudo ser más farragosa —"un chico se enamora de una chica, y su amor es imposible y van y se mueren"—. Cuando dijo lo del texto original, a los productores se les salieron los ojos de las órbitas y sólo volvieron a sus cuencas cuando al menos Luhrmann les dijo que lo pensaba llevar a cabo por sólo 14 millones de dólares. Además, el director les prometió a Leonardo DiCaprio como Romeo; así la historia sonaba mejor. Si no funcionaba, la alquilarían en vídeo las adolescentes enamoradas de DiCaprio.

El nuevo problema surgió cuando DiCaprio confesó que no le hacía ninguna gracia rodar una película en la que se pasara el tiempo dando saltitos en leotardos declamando su amor. "El tipo me cayó simpático, pero no tenía nada claro que de ese proyecto fuera a salir nada bueno. Al principio le dije que no contara conmigo, que me lo pensaría", aseguró Leonardo. Para ayudarle a pensar, Baz se llevó a ‘D’ —apodo cariñoso con el que siempre se refiere a DiCaprio— a hacer surfing a Australia, y no hay nada como unas buenas olas para convencer al nuevo James Dean. Entre ola y ola rodaron un vídeo con la estética de lo que sería este Romeo y Julieta, con escenarios que podría haber diseñado Gaudí, luces de neón y castillos precolombinos mezclados con un ritmo de MTV.

La película estaba aprobada. Ahora sólo faltaba una Julieta, papel para el que se presentó toda actriz por debajo de los 20. Natalie Portman fue uno de los nombres más comentados, pero unas palabras de Jodie Foster —"Claire es especial"— inclinaron la balanza a favor de Claire Danes. El comentario de Foster venía avalado por Spielberg y confirmado por Coppola, con quien trabaja en la actualidad. "Fue la única que me miró a los ojos. Sólo tuvimos que hacer la escena una vez para saber que era ella", recuerda DiCaprio. Para Danes, el recuerdo no es de flechazo a primera vista. Más bien de náusea, causada por el ataque de inseguridad que sentía en esos momentos. "Acababa de ver a Olivia Hussey en la versión de Zeffirelli y estaba maravillosa. Pensé que nunca podría superar esa imagen", suspira la actriz. El truco para encarnar esta historia de amor imposible fue sencillo, nada como un buen desamor para sentir en tus propias carnes la tristeza y la pasión. "Acababa de romper con la persona que más había querido", confirma con la mirada en el suelo. "Así que exorcicé su recuerdo mostrando a una Julieta colgada de la droga del amor".

Una vez seguro de que tenía una Julieta por la que todos querían morir, las preocupaciones de Baz estuvieron más relacionadas con la edad legal. "Trabajar con una menor es agotador, especialmente cuando tiene que convertirse en símbolo sexual de una generación", explica el realizador. La niña, vestida con un pantalón de cuero negro, pelo rubio para su próximo rodaje y con unos ojos tan grandes que sólo compiten en encanto con su propia sonrisa, está a punto de cumplir 18 años, la edad legal. Su belleza y su angustia los tienen cautivados a todos desde que debutó en la serie de televisión My so-called wife.

Incluso se dice que hizo sonar algunas cuerdas románticas en el maremoto DiCaprio, al que sólo parecen gustarle las modelos. Según asegura John Leguizamo, compañero de reparto de la pareja, hubo momentos en los que se podían ver saltar las chispas tanto dentro como fuera del rodaje.

Para crear esa especie de Blade Runner en la que convirtió Verona con un presupuesto tan bajo, el director se dirigió al sur de Hollywood, a las costas de México, donde el calor está asegurado, el alcohol es barato, y la edad legal para su consumo, indefinida. Conocido como una especie de Juan-sin-miedo entre sus amigos, DiCaprio paseó sus locos 21 años por todo club nocturno mexicano a su alcance. "Me gusta hacer todo aquello que me da miedo", confirma. Faltó muy poco para que le partieran la cara en uno de estos garitos tras un encuentro con los gorilas del lugar. El maquillador fue secuestrado cuando tomaba un taxi y liberado tras el pago de 400 dólares. Por si fuera poco, también cayó sobre el equipo una versión reducida de las siete plagas: tormenta tropical, tifón y la proximidad de enjambres de las avispas africanas llamadas asesinas. La venganza de Moctezuma, nombre por el que se conoce una fuerte diarrea, consiguió detener la producción con la productora y la madre de Claire, siempre presente en el rodaje, hospitalizadas.

Éxito de público

Una vez fuera del hospital, Gabriella Martinelli reconoce que la pasión demostrada valió la pena. El filme se estrenó en EE UU con un lleno hasta la bandera, y en los dos meses que lleva en cartel ya ha superado los 50 millones de dólares. Aunque la historia de Romeo y Julieta sea la crónica de dos muertes anunciadas, la juventud parece enternecida por esta nueva versión. "Mientras rodaba la última escena", recuerda Leonardo, "en la que Julieta está dormida y yo me marco ese discurso entre lágrimas debí emocionar a Claire, porque ella también se puso a llorar y empezó a chillarme que cómo le podía hacer eso, que no la hiciera llorar, que se suponía que estaba comatosa". Para Claire, el éxito de la película radica en el término prohibido que acompaña al amor de Romeo y Julieta. "Es la tragedia que nace de algo prohibido y eso siempre ha atraído a todo el mundo. Desde los tiempos de Adán y Eva", explica.

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