El País Digital
Jueves
6 marzo
1997 - Nº 307

Fernán-Gómez cree que «el amor no es
una elección, sino un azar»

AMELIA CASTILLA , Madrid
Cuando tenía 11 años y jugaba en la calle con otros chicos, Fernando Fernán-Gómez (Lima, 1921) acostumbraba a fijarse en una chica «muy guapa de clase social más alta que llevaba unos calcetines blancos». Ese recuerdo de infancia ha sido transmitido a modo de fijación por esa prenda femenina al protagonista de ¡Stop! Novela de amor (Espasa), la nueva obra de este personaje del teatro y del cine español para el que «el amor no es fruto de una elección sino del azar».


Fernando Fernán-Gómez. (S. Cirilo)
«Trabajo sobre restos», aseguraba ayer el actor en el jardín de su casa, frente a un paisaje de cipreses, olivos y jacintos sin olor. Sus novelas son una fusión de recuerdos, como el de la niña con calcetines, las cosas escuchadas en conversaciones o confidencias -«Era al mismo tiempo un señor y un macho ¡Y cuidado que eso es difícil!»- y los fragmentos de cosas leidas.

Cuando no tiene un trabajo de actor -en abril inicia un rodaje con Francesc Betriu sobre una novela de Miguel Delibes-, Fernán-Gómez, al que ya no le atrae la vida de calle ni las farras, dedica la mayor parte de su tiempo a escribir. «Me apasiona hacerlo y el resultado final es totalmente satisfactorio».

Cuando empieza a escribir nunca está muy seguro si trabaja en un cuento, un guión o una novela. ¡Stop! Novela de amor , ambientada en el mundo del cine y basada en las relaciones sentimentales de un guionista en un rodaje, nació como guión, pero el rechazo de varias productoras le obligó a reconvertirla en una novela. «Me resulta agradable trabajar en esos cambios porque ya conozco a los personajes y la nueva manera de explicar la historia siempre me parece más satisfactoria que la anterior».

Convertir un guión en novela, cuando es más habitual lo contrario, le trae a la memoria un subgénero, «pero bastante subgénero», que fueron las novelaciones de películas cuyos textos se vendían en los años cincuenta en los quioscos. «Eran publicaciones semanales y se hacían de todas las películas que pasaban por cartelera. Precisamente un amigo mío se dedicaba a ese género y yo le acompañé en el proceso de escribir La gitanilla de Cervantes», recuerda entre carcajadas.

Los personajes de ¡Stop! no respetan la ley intervocálica, dicen llevao, dejao y decorao. «Lo hago para seguir una línea marcada por un Premio Nacional de Literatura. En lo que no es descripción narrativa, creo que es mejor que los personajes hablen como la gente normal y en mi trabajo como director de cine lo considero aún más necesario».

La obra se desarrolla en los sesenta y la gente del cine que aparece en ella ya practica el amor libre: «Uno de los privilegios de los actores que luego fue calando en la sociedad», dice Fernán-Gómez, quien cree que la revolución sexual emprendida en esos años cambió también otras opiniones de las mujeres con respecto a la belleza masculina: «Cuando las mujeres dicen que no les gustan los hombres guapos, no quieren decir eso sino que también pueden gustarles los otros», pontifica un guionista en la novela aunque en realidad no hace más que repetir lo que piensa su autor. «Afortunadamente esa tendencia de las mujeres hacia los guapos empezó a diluirse con el amor libre».

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