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Sábado
26 abril
1997 - Nº 358

El Consejo de Ministros aprueba la reducción de asignaturas de las carreras universitarias

CARLOS ARROYO , Madrid
El Consejo de Ministros aprobó ayer una reforma descafeinada de los planes de estudio universitarios. De las tres modificaciones que hace cuatro meses propuso el Consejo de Universidades para aligerar la carga lectiva de los estudiantes, la ministra de Educación, Esperanza Aguirre, ha asumido dos: la eliminación de las microasignaturas y el reforzamiento de las asignaturas troncales (obligatorias en toda España para cada carrera). La redefinición del concepto de crédito, para que tres de sus diez horas puedan ser de trabajo personal del alumno, ha quedado fuera del real decreto por el que se modifican los planes, lo que ya ha suscitado un fuerte malestar entre los rectores.


La reforma era una necesidad que la comunidad universitaria consideraba prioritaria para la modernización y la racionalización de las carreras. El Consejo de Universidades, órgano consultivo del Gobierno y de coordinación entre las universidades, aprobó el 17 de diciembre una propuesta que incluía tres cambios normativos y diversas recomendaciones. El objetivo era reducir el número de clases, asignaturas y exámenes, además de dar mayor margen de maniobra para que los alumnos organicen su programa.

Los cambios normativos, que afectan a 134 titulaciones, requerían un real de decreto, por lo que quedaron en manos del Ministerio de Educación. Aguirre se ha tomado cuatro meses para decidir cómo llevar adelante la reforma, lo que ha ocasionado una gran preocupación e incluso impaciencia entre los rectores.

La redefinición del crédito no acababa de convencer a la ministra, especialmente después de escuchar a algunos de sus compañeros en la comisión de Educación del PP. En consecuencia, Aguirre ha preferido partir el real decreto inicialmente previsto y dejar la tercera medida para mejor ocasión.

Garantías de calidad

La ministra manifestó ayer que el real decreto es «importantísimo y primordial» para reducir el número de suspensos. Sus colaboradores en el ministerio aseguran que el nuevo concepto de crédito no ha sido definitivamente descartado, sino que será sometido a un análisis más detenido con el fin de que las actividades docentes tuteladas de los nuevos créditos puedan tener una garantía de calidad.

La norma aprobada por el Consejo de Ministros establece un número mínimo de horas lectivas de 45 horas por asignatura cuatrimestral y 90 horas para las anuales. De esta forma se dará más importancia a las materias fundamentales y se eliminarán las microasignaturas, muchas de ellas programadas por puro interés corporativo de los profesores.

Este cambio disminuirá la carga de trabajo de los alumnos. Según las estimaciones oficiales, el promedio de asignaturas por curso era hasta ahora de 16, aunque hay cursos que tienen hasta 22. A partir de ahora, la cifra queda en torno a las nueve asignaturas por año.

Otra medida aprobada es el refuerzo de las materias troncales. Las universidades podrán establecer hasta un 25% de incremento en cada asignatura o un 15% en las de un ciclo. Ello evitará duplicidades de contenidos entre las asignaturas y reducirá su número.

La propuesta que no ha llegado a la mesa del Consejo de Ministros es la flexibilización del concepto de crédito (10 horas de clase y de prácticas). Los expertos universitarios, entre ellos prácticamente la totalidad de los rectores, creen imprescindible redefinirlo del siguiente modo: un mínimo de siete horas de clase y el resto (es decir, un máximo de tres) de trabajo personal: seminarios, estudio, conferencias o trabajos especiales.

Se trata de centrar el valor de los créditos en la dificultad de la materia y en la intensidad del trabajo, no simplemente en el tiempo de clase. Uno de los defectos estructurales de la universidad española es el exceso de presencia de los estudiantes en las aulas, sobre todo si se compara con las universidades europeas y estadounidenses.

El principal impulsor de la reforma, Francisco Michavila, que dimitió como secretario general del Consejo de Universidades por desacuerdos con el ministerio, dejó ver su estupor por la exclusión del punto referido a los créditos: «No era un planteamiento improvisado, sino el resultado de un año de trabajo, en el que intervinieron numerosos expertos y vicerrectores, y una ponencia de ocho rectores, antes de someterlo a la aprobación del Consejo. No incorporar la flexibiización del crédito es desautorizar todo el trabajo».

«La ministra demuestra poca sensibilidad con la comunidad universitaria. Esto prueba que acerté al dimitir», añadió Michavila, quien lamentó que pueda perderse una oportunidad de reducir la sobrecarga de trabajo de los estudiantes.

Pedro Ruiz, rector de la Universidad de Valencia, a la que la Conferencia de Rectores encargó los primeros estudios sobre la reforma, manifestó que la no aprobación del nuevo concepto de crédito es una «amputación sustancial» para los planes, lo que será muy mal acogido por los universitarios.

El portavoz socialista de Educación, Joan Romero, manifestó que «la ministra se ha burlado del Consejo de Universidades».

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