El País Digital
Domingo
27 julio
1997 - Nº 450

Fallece el ex general Milans del Bosch, uno de los autores de la intentona golpista del 23-F

EL PAÍS, Madrid
Jaime Milans del Bosch falleció ayer en Madrid a los 82 años. El ex teniente general fue uno de los militares de más alta graduación que organizó y ejecutó el intento de golpe de Estado contra la democracia el 23 de febrero de 1981, por lo que fue juzgado y condenado a 26 años de prisión. Desde que fue excarcelado el 1 de julio 1990, vivía en su casa de La Moraleja (Madrid), donde le sobrevino la muerte en la madrugada del sábado, según su familia. Fue enterrado ayer por la tarde en la cripta del Alcázar de Toledo, instalación militar que defendió cuando comenzó la guerra civil.


Varios tanques atraviesan una calle de Valencia
el 23-F por orden de Milans del Bosch (EL PAÍS).
Milans del Bosch nació en Madrid el 8 de junio de 1915. Nieto del jefe del Cuarto Militar de Alfonso XIII y miembro de una familia castrense, ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1934, a los 19 años. En la guerra civil española luchó en la defensa del Alcázar de Toledo, donde resultó herido. Posteriormente fue destinado a la VII Bandera de la Legión, donde permaneció durante el resto de la guerra. En 1941 fue voluntario a combatir en Rusia, en la División Azul.

Milans fue agregado militar en las Embajadas de España en Argentina, Uruguay, Chile y Paraguay. En 1971 fue promovido a general de brigada, destinado en la División Acorazada Brunete número 1, unidad de la que se convirtió en máximo jefe tras ser ascendido, en 1974, a general de división. En diciembre de 1977 fue nombrado teniente general, con mando en la Capitanía General de la III Región Militar, con sede en Valencia. En ese cargo, confirmó la sentencia absolutoria del general de la Guardia Civil Juan Atarés, juzgado y absuelto en un consejo de guerra por insubordinación con el entonces ministro de Defensa Manuel Gutiérrez Mellado.

En la tarde del 23 de febrero de 1981, poco después de que el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero asaltara el Congreso de los Diputados, decretó el estado de excepción en Valencia, por su cuenta y riesgo, y desplegó carros de combate, camiones, cañones antiaéreos y tropas de infantería en los puntos estratégicos de la ciudad, que quedó así bajo control militar. Pese a retirar las tropas tras el mensaje del Rey por televisión, mantuvo el estado de excepción hasta altas horas de la madrugada.

Nueve años de cárcel

El ocho de marzo de 1981, Milans fue procesado como presunto autor de un delito de rebelión militar, junto a otros veinticuatro mandos castrenses que intervinieron en el golpe. Tras ser juzgado por un tribunal militar, el 3 de junio de 1982 fue condenado a 26 años y ocho meses de prisión por un delito de rebelión, y expulsado del Ejército.

Casi una década después, el juez militar de vigilancia ordenó su puesta en libertad condicional por aplicación del artículo 60 del reglamento penitenciario civil. El 1 de julio de 1991, nueve años y cuatro meses después de su ingreso en prisión, Milans del Bosch salió de la cárcel por haber cumplido la edad de 75 años.

Nunca expresó arrepentimiento por haber promovido y ejecutado el intento de golpe de Estado del 23-F. En unas declaraciones a Interviú en 1985 afirmó que si se encontrara ante las mismas circunstancias volvería a actuar igual que lo hizo, y señaló que renunciaba a pedir un indulto al Gobierno. En cambio, sí batalló para recuperar la condición de militar, pero el Tribunal Supremo ratificó en 1988 su expulsión de las Fuerzas Armadas españolas.

Sus restos fueron enterrados ayer en la cripta del Alcázar de Toledo en una ceremonia civil.

¿Líder o militarote?

JAVIER TUSELL

Jaime Milans del Bosch.

Armada atribuyó a Milans la condición de líder del Ejército y Gutiérrez Mellado empleó el término «militarote» para describirlo, pero estos juicios no eran contradictorios y ambos tenían razón. Muy condecorado y a cargo de algunas de las máximas responsabilidades militares, Jaime Milans del Bosch era considerado en el momento de la muerte de Franco como uno de los generales más brillantes del Ejército español. En un informe del que puede haber sido autor Luis Díez Alegría y recibió don Juan de Borbón aparece como uno de los tan solo cinco generales de División -había 40- con verdadero prestigio. En ese texto se menciona su condición de monárquico, que le venía de familia.

Pero otro Milans del Bosch estuvo al lado de Alfonso XIII cuando éste aceptó el golpe de Primo de Rivera en 1923 y su pariente nunca ocultó una actitud muy reticente frente a la transición. Se quejó de la influencia de la izquierda, de los Estatutos Vasco y Catalán y de las actuaciones de los partidos. Fue responsable de que un incidente de insubordinación ante Gutiérrez Mellado fuera liquidado sin sanción. No dudaba incluso en mantener un pugilato personal con algunos de los dirigentes políticos del momento: altas autoridades del Estado recuerdan todavía cómo no acudía a recibir a Suárez al aeropuerto de Valencia cuando el presidente acudía allí en visita oficial. Estando al frente de la División Acorazada sugería tan a menudo que iba sacar los carros de combate a la calle que alguien le repuso que se notaba que no pagaba el combustible. En todo ello -que permite conceptuarle como «militarote»- no resultaba en absoluto excepcional. Hoy en día parece obvio que la resistencia de los generales de entonces a admitir la transición hacia la democracia fue mucho mayor de la que se admitió en aquellos mismos momentos.

¿Cómo se explica, entonces, que ocupara tan altos puestos? La respuesta a este interrogante se encuentra en que los habría alcanzado de mucho mayor rango si su condición de líder no se hubiera visto doblada por la de «militarote». En condiciones normales hubiera llegado a la Jefatura del Alto Estado Mayor o a la Capitanía General de Madrid. Sus quejas se podían interpretar, con benevolencia, como un intento de poner un techo máximo al cambio hacia la democracia. Luego se vio que no era tan sólo éso. Pero los dirigentes de la transición tenían poco donde elegir. Como decía Gutiérrez Mellado, «no se puede sacar una manzana de un cesto de fresas».

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