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Domingo
20 abril
1997 - Nº 352

MACROENCUESTA DE DEMOSCOPIA PARA EL PAÍS
SOBRE LOS UNIVERSITARIOS ESPAÑOLES

Confían en el futuro, pese a todo

EL PAÍS

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Los universitarios españoles confían más en el progreso del país que en la buena marcha del mundo; esperan mucho del futuro, aunque son conscientes de que afrontan más dificultades que la generación anterior; creen en Dios, pero critican a la Iglesia católica por anacrónica; apenas conocen el conflicto generacional y aprecian a la generación de sus padres más que a la suya propia; tienen relaciones sexuales, pero se cuidan de tomar precauciones, y, aunque son conscientes de sus capacidades y afrontan el futuro con esperanza, están convencidos de que lo tienen mucho más difícil que las generaciones anteriores.

Éstos son algunos de los rasgos del retrato robot de un colectivo de millón y medio de personas. Para saber cómo son, qué piensan y a qué aspiran nuestros universitarios, EL PAÍS ha encargado una macroencuesta a Demoscopia. Se trata de un estudio pionero por la amplitud de la muestra. Entre el 7 y el 14 de abril han sido entrevistados 4.000 estudiantes. Los resultados pormenorizados del sondeo serán publicados en el diario, en sucesivas entregas, hasta el próximo jueves.

El perfil resultante de este trabajo rompe muchos tópicos. Los universitarios españoles están contentos con su carrera, pero se sienten insatisfechos con los planes de estudio, la organización de la enseñanza y, muy especialmente, con la preparación que reciben para la vida profesional. De sus profesores valoran más la competencia científica que la habilidad pedagógica y la calidad de trato. Una preocupación les abruma: la dificultad para encontrar trabajo.

El futuro del país depende en gran parte de ellos. Son los protagonistas de una auténtica revolución educativa que, en algo más de una década, ha situado a España por encima del Reino Unido o a la altura de Alemania y los países nórdicos, al menos en términos cuantitativos: uno de cada tres españoles de entre 18 y 25 años estudia en la universidad.

España tiene actualmente 1.526.000 alumnos en 58 universidades: 48 públicas (dos de ellas centradas en los cursos de verano) y 10 privadas, aunque varias más se encuentran en trámite de aprobación. Las mujeres son el 51% del alumnado, y su presencia ha crecido en los últimos años en casi todas las carreras. El 56% de los estudiantes procede de centros públicos, el 34% de centros privados religiosos (mayoritariamente concertados, es decir, financiados por el Estado) y el 10% de privados no religiosos.

¿Qué edad tienen los universitarios? El 40%, entre 18 y 20 años; el 23%, entre 21 y 22, y el 37%, más de 22 años. No son machistas. Gran parte de ellos creen que, al margen de los aspectos meramente biológicos, no hay diferencias relevantes entre los hombres y las mujeres. La inmensa mayoría tiene o ha tenido novio o novia, y, entre los valores más apreciados para elegir pareja, destacan la sinceridad, la inteligencia y la simpatía, a gran distancia del atractivo físico o el dinero. Seis de cada diez mantienen relaciones sexuales con cierta regularidad, y casi todos ellos utilizan algún método anticonceptivo o profiláctico.

En cuanto a sus hábitos de estudio, la media diaria no es demasiado elevada. Sólo cuatro de cada diez hincan los codos dos o más horas cada día. Su calificación promedio en lo que llevan de carrera es un aprobado. Con distintos grados de dominio, el 90% asegura que conoce un idioma extranjero, y dos de cada tres escriben normalmente con ordenador, mientras que sólo uno de cada tres se maneja en Internet.

¿Quién dijo que los jóvenes no leen? Su afición a la lectura de libros supera a la media nacional y, al margen de los estudios, dos de cada tres la practican por puro entretenimiento. EL PAÍS es, con gran diferencia, el periódico más leído por ellos; de todas formas, no destacan precisamente por su alto índice de lectura de la prensa. La media diaria de permanencia ante la televisión es de casi dos horas, y ligeramente superior en el caso de la radio. La afición a la pequeña pantalla no varía sustancialmente según el sexo, la edad, el curso o la clase social, pero disminuye entre los que tienen nota media de sobresaliente.

El cuidado de la salud preocupa al 75% de los encuestados. Más de la mitad practica algún deporte, en mayor medida los hombres que las mujeres. Pero, paradójicamente, fuman más que el resto de la población. Un dato curioso: la adicción al tabaco de las universitarias dobla a la generación de sus madres. Aunque casi todos dependen económicamente de sus padres, uno de cada cinco realiza algún trabajo remunerado, generalmente a media jornada.

En las elecciones de marzo de 1996 emitió su voto el 72% de los encuestados. El 36,8% afirma que votó al PP (que obtuvo el 38,8% en todo el país), el 17,7% a Izquierda Unida (que logró el 10,5%) y el 16,9% al PSOE (que recibió un 37,6%). Es decir, que los universitarios votaron a los socialistas mucho menos que el resto de la población en general; justo al contrario de lo que hicieron con Izquierda Unida. El 39% se considera de izquierdas, el 28% de centro y el 15% de derechas. Su ubicación política por carreras es curiosa. En las de humanidades abundan los de izquierdas, que tienen menos peso en las técnicas y del ámbito de Ciencias de la Salud. Cinco de cada cien se definen como nacionalistas, pero la proporción crece en el País Vasco (27%), Galicia (16%), Cataluña (10%) y Canarias (7%).

La sociedad española es, a su juicio, injusta, desorientada en valores, crispada, tradicional y más racista y xenófoba que abierta, pero, en contrapartida, goza de una democracia consolidada, va mejorando y tiene buenas perspectivas de futuro. El europeísmo de estos jóvenes es más débil que el de la generación anterior, sin grandes diferencias en razón de la ideología. No obstante, la mayoría considera que la Unión Europea llegará a ser un país unificado, lo que resultará beneficioso para España. En paralelo con este moderado apego a Europa, se produce una creciente identificación con América Latina, mayor entre quienes se definen de izquierdas.

En el acceso a la universidad se aprecia una tendencia a la democratización social: de cada cien estudiantes 15 proceden de clase baja y media baja, 40 de clase media y 45 de clase alta y media alta. En el 29% de los casos el padre del alumno también ha sido universitario, mientras que el porcentaje de la madre se sitúa en el 18%.

Entre las universidades cuya calidad es más apreciada por los estudiantes se encuentran la de Salamanca, la Complutense, la de Barcelona, la de Navarra (del Opus Dei), la Autónoma de Madrid y su homóloga de Barcelona.

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