El País Digital
Miércoles
2 julio
1997 - Nº 425

Termina la pesadilla de los secuestrados de ETA

La Guardia Civil rescata a Ortega Lara seis horas después de que Delclaux quedara en libertad

JESÚS DUVA, Madrid

Ortega Lara, con su mujer e hijo, saluda desde
el balcón de su casa, en Burgos (Reuter).
En sólo seis horas acabó la pesadilla para dos personas y para sus respectivas familias. El abogado vizcaíno Cosme Delclaux, de 34 años, fue liberado sobre la 1.30 de la madrugada de ayer por el comando de ETA que lo retenía, después de que la organización terrorista cobrara un rescate de 1.000 millones de pesetas. Apenas una hora más tarde, la Guardia Civil ponía en marcha una operación planificada desde «hace varias semanas» y que se saldó con la liberación del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, de 37 años, el hombre que ha sufrido el cautiverio más largo en manos etarras. Un éxito que premia la tozudez y la «perseverancia» del ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, quien durante meses ha aguantado un aluvión de críticas, sobre todo desde los partidos nacionalistas vascos, por su presunta pasividad en el caso Ortega Lara.

Mayor aseguró ayer que las investigaciones que finalizaron con la liberación de Ortega Lara se iniciaron en noviembre pasado a raíz de la detención en Francia del dirigente etarra Juan Luis Aguirre Lete, Isuntza. En su poder, según el ministro, se halló un justificante de gastos por importe de cinco millones de pesetas a nombre de una persona identificada como Bol. Ésa sería la pista que, después de seis meses de pesquisas, permitiría determinar que se trataba de Jesús María Uribetxeberria Bolinaga, uno de los cuatro detenidos en relación con este secuestro.

Operación prevista

Según el director general de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, esta operación estaba prevista desde hace «varias semanas» y ha estado precedida «por otras muchas que no dieron resultado». El Cuerpo Nacional de Policía ha confirmado que estaba «alertado» desde «hace días» sobre la inminencia de esta operación, aunque desconocía los detalles concretos.

El ministro del Interior insistió mucho en que la liberación del abogado Cosme Delclaux en Elorrio (Vizcaya) y la conseguida unas seis horas después por la Guardia Civil fue «una auténtica casualidad». Sin embargo, fuentes de la lucha antiterrorista se muestran convencidas de que la Guardia Civil decidió esperar un poco para realizar el asalto a la cárcel del pueblo de Mondragón (Guipúzcoa) donde suponía que estaba Ortega Lara, con objeto de que ETA dejara libre antes a Cosme Delclaux y no poner en riesgo la vida de éste.

El lunes por la noche, Jaime Mayor cenó en la sede del ministerio con el nuevo secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, y con el ex responsable socialista de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch. Éste ha reconocido que Mayor les avanzó algo del rescate de Ortega Lara, añadiendo que esperaba «éxitos inminentes».

Según fuentes policiales, el despliegue de la Guardia Civil, integrado por 500 agentes, se puso en marcha inmediatamente después de que el consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, telefoneara sobre la 1.30 de la madrugada a Mayor para informarle de que ETA había dejado libre a Delclaux.

Sobre las tres de la madrugada, agentes de la Comandancia de Intxaurrondo detuvieron simultáneamente en sus domicilios a Jesús María Uribetxeberria Bolinaga, Javier Ugarte Villar, José Luis Erostegui y José Miguel Gaztelu Etxandorena. Se trata de cuatro miembros legales -no fichados- de ETA.

Los agentes de la Guardia Civil llevaron a Bolinaga hasta la nave de Mondragón, con la intención de que el etarra les ayudara a acceder al zulo. Pero el detenido se negó a colaborar, y los agentes se encontraron con un problema añadido: el zulo contaba con un sistema de apertura especial. Una máquina de gran tamaño y tres toneladas de peso -de tipo torno y anclada en el suelo- tapaba el acceso.

Una vez en el interior, los agentes se encontraron a un Ortega Lara muy asustado. Al ver que los guardias civiles iban cubiertos por pasamontañas, el funcionario de prisiones pensó que se trataba de los terroristas que lo mantenían prisionero, y desesperado y cansado les gritó: «¡Matadme de una puta vez!». Dentro del habitáculo -de tres metros de largo, dos y medio de ancho y 1,80 de alto en su parte más elevada- había una hamaca, un saco de dormir, unas gafas oscuras para impedir la visión, un póster con anagramas de la banda ETA, productos de aseo personal y un sistema de ventilación casero. Además, entre el material encontrado en la nave, había cuatro pistolas, 25 millones de pesetas, documentación de ETA para apertura y robo de vehículos, moldes para la fabricación de granadas, detonantes y libros de lectura.

Los agentes sacaron a Ortega Lara del agujero. Lo encontraron con barba de varios meses, síntomas de anemia y una delgadez extrema. Durante su cautiverio, en el que sólo ha ingerido fruta y verduras, el funcionario de prisiones ha perdido 23 kilos. Tenía la mirada extraviada y dificultad para caminar. Una vez sometido a un reconocimiento médico de urgencia en el hospital Virgen de Aránzazu de San Sebastián, Ortega Lara fue conducido al acuartelamiento de Intxaurrondo, donde ya los guardias civiles se felicitaban por la brillante operación. Allí recibió el funcionario el abrazo emocionado de su esposa, Domitila Díez, y desde allí partió en helicóptero hacia su casa de Burgos, donde le esperaba su hijo Daniel.

Unas horas antes, cuando Ortega Lara fue rescatado de su agujero, Santiago López Valdivielso, allí presente durante toda la operación, telefoneó a Mayor Oreja, que aguardaba en su despacho de Madrid. Sólo hicieron falta tres palabras: «Ministro, lo tenemos».

El cautiverio más largo

EL PAÍS, Madrid
532 días. José Antonio Ortega Lara ha sufrido el secuestro más largo de la historia de ETA. Fue capturado por la banda en Burgos el 17 de enero de 1996, cuando todavía gobernaba el PSOE y ETA mantenía en un zulo al empresario guipuzcoano José María Aldaya, cuyo secuestro se prolongó durante 341 días, el segundo de mayor duración.

Fue liberado ayer por las Fuerzas de Seguridad, más de un año después de la llegada del PP al poder, justo el mismo día en que los terroristas soltaban al abogado Cosme Delclaux. El secuestro de Ortega, con el que ETA no pretendía obtener una abultada suma de dinero sino chantajear al Gobierno, partidos políticos y funcionarios de prisiones, ha tenido un final que no se recordaba desde noviembre de 1986: ha sido liberado por la Guardia Civil, que además ha detenido a sus cuatro carceleros .

Con Ortega Lara, ETA pone en su punto de mira a los funcionarios de prisiones. Nunca antes había secuestrado a un miembro de este colectivo de trabajadores. Después de ese 17 de enero, las muestras de solidaridad con Ortega Lara y su familia de los funcionarios de prisiones y de muchos presos han sido continuas y sistemáticas.

El chantaje al Gobierno fue especialmente explícito el 19 de diciembre. ETA, a través de un comunicado enviado a Radio Euskadi, exigía al Ejecutivo que negociase con los presos designados por la organización como paso previo a la liberación de Ortega.

Desde los medios cercanos a ETA se ha reiterado que la negativa de Interior a acercar a los presos de ETA a cárceles del País Vasco preconizaba un «duro desenlace», en palabras del entorno etarra, para el secuestro del funcionario.

La familia de Ortega ha esperado impotente estos 18 meses. Su esposa, Domitila Díaz, ha pedido en innumerables ocasiones a ETA la liberación del funcionario. El 17 de mayo les dijo a los etarras que «utilizar a las personas como medio les convierte de gudaris en delincuentes».

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