OPINIÓN
23/12/96



LA MUJER tiene el poder de la generación, es la única que sabe quién es el padre de sus hijos

La fuerza de la mujer

REMEI MARGARIT, psicóloga y escritora

Desde siempre se ha hablado hasta la saciedad de la fuerza masculina y la debilidad femenina, se ha escrito mucha literatura al respecto y sociológicamente se da por hecho de que la cosa va así. Poco o nada se ha hablado de la fuerza de la mujer, cuando la verdad es que la mujer ha demostrado, a lo largo de la historia, una fuerza de trabajo y resistencia a las adversidades que pone en entredicho los respectivos papeles que la sociedad patriarcal le ha otorgado.
Los hombres se han constituido en sociedades exclusivas, han creado ejércitos, religiones, poderes en los que la mujer ha sido totalmente excluida y restringida al mero "reposo del guerrero" o "reproductora de la especie". Siempre me he preguntado por qué el hombre ha hecho semejante tontería a través de la historia. Y la verdad es que no he encontrado respuesta coherente y racional a ello, por lo que creo que el motivo es solamente el miedo.
Parece que con cualquier clase de poder externo intentan contrarrestar algún otro poder interno de la mujer. Y es verdad, la mujer tiene el poder de la generación, es la única que sabe quién es el padre de sus hijos, como también depende de ella la decisión de tenerlo o no. No hay poder exterior organizado que pueda equipararse a ése.
Frente a ello, al hombre le quedan dos caminos. Uno es el de la amorosa seducción y el cuidado de la mujer o del grupo; el otro es el del odio a ese poder biológico y la represión de la libertad de la mujer. Ahí existen grados, desde los programas políticos duramente conservadores que propugnan el papel de la mujer como base de la familia y un férreo control de sus actividades, hasta ese desgraciado regreso a lo más siniestro del medievo que están llevando a cabo los talibanes.
Los niños de algo más de un año juegan a hacer desaparecer las cosas tapándolas, el mecanismo es el mismo. El régimen represivo con la mujer juega, de una manera muy cruel, al mismo juego, si la tapan, encierran o restringen, se imaginan que desaparece. Y sigue la pregunta, ¿por qué tiene que desaparecer? ¿De qué se la acusa? No hay respuesta válida, sólo cabe la posibilidad de que esa conducta sea dirigida por el miedo al poder real y esencial que la mujer tiene por el hecho de serlo.
La verdad es que la mujer sostiene el mundo, algunos hombres también, pero me atrevo a decir que son excepción. La mujer poco a poco va remendando los desperfectos, aprovecha los retazos y siembra sin parar una hora tras otra también sin descanso. La guerra no es cuestión de las mujeres, no lo ha sido nunca, tal vez ahí resida buena parte de su fuerza. La persona pacífica es fuerte, sólo el que se siente inseguro en sus efectos necesita artefactos para disimular su debilidad que además siente como un defecto. La mujer, a través de los siglos, asumió la debilidad que se le imponía y de ella surgió la inmensa fuerza que ahora tiene almacenada, es una fuerza pacífica pero existe y creo sinceramente que irá cambiando el mundo.




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