Jueves 24 de octubre de 1996

Los sandinistas intentan quitar legitimidad al triunfo de Alemán en Nicaragua

MAITE RICO ENVIADA ESPECIAL, Managua
A medida en que el recuento oficial consolida el triunfo del derechista Arnoldo Alemán en las elecciones presidenciales de Nicaragua, su principal opositor, el Frente Sandinista, despliega una intensa campaña para tratar de restar legitimidad al futuro mandatario. Después de que su candidato, Daniel Ortega, decidiera desconocer los resultados provisionales, los medios de comunicación del partido empiezan a exigir la repetición de unos comicios avalados por los observadores internacionales.


Con las tres cuartas partes de las mesas escrutadas, la Alianza Liberal supera el 48% de los votos, seguida del Frente Sandinista, con el 38%. Si bien los resultados no pueden ser más contundentes, los fallos organizativos constituyen un estupendo río revuelto en donde los perdedores pretenden pescar algo, ya sea una segunda vuelta, en el caso sandinista, o bien, en el caso de los partidos más pequeños, un escaño que les evite desaparecer del mapa político.

A tres días de las elecciones generales, las espadas están en alto. Al anuncio de Daniel Ortega de ignorar los resultados provisionales hasta que no se cuenten los votos acta por acta, ha seguido un clima de descalificación global de los comicios alimentado por los medios de comunicación y ciertos cuadros del Frente Sandinista. El objetivo sería, en primer término, forzar una segunda vuelta. Y, en última instancia, repetir con el nuevo presidente el esquema empleado con su antecesora, Violeta Barrios de Chamorro: un pacto para preservar las esferas de poder político y económico.

Oposición frontal

«Alemán ha sido elegido por uno de cada dos nicaragüenses, luego la mayoría del país apoya a otros partidos», explica con extraña lógica un periodista del Canal 4 de televisión. «Si se acorrala al Frente, tendrá que hacer una oposición frontal al partido que tome el poder en condiciones dudosas. ¡Hay que celebrar otra elección!». Y empieza un carrusel de imágenes de incidentes en estos días y de testimonios de ciudadanos aterrorizados porque Alemán les va a quitar sus escasas pertenencias. El periodista pide calma a la población, y vuelta a empezar.

Con semejantes mensajes tranquilizadores la policía ha optado por no autorizar manifestaciones y ha prorrogado la suspensión de los permisos de armas. Violeta Chamorro ha pedido, en un mensaje televisado, mantener «la tranquilidad y la cordura», y «tener confianza en los resultados». «Todos lo observadores nacionales y extranjeros», recordó, «han reconocido la validez del proceso».

Esas opiniones le resbalan a Guillermo Osorno, el pastor evangélico que al grito de «¡Votá 2 (su número en la papeleta electoral), votá por Dios!» ha convertido a su partido, el Camino Cristiano Nicaragüense, en la tercera fuerza política nacional. El 5% conseguido hasta el momento le parece poco: tuvo una revelación sagrada que le anunció que él iba a ganar, o al menos a empatar con los grandes. Y como no ha sido así, las elecciones deben repetirse.

El otro frente lo han abierto 7 de los 15 pequeños partidos condenados a desaparecer, al haberse quedado muy por debajo del 1% de los votos. Estas formaciones, antiguas integrantes de la Unión Nacional Opositora (UNO), que derrotó al Frente Sandinista en 1990, han exigido también el recuento de la votación acta por acta, ya que los resultados preliminares «son inconsistentes con la realidad»: han tenido, dicen, menos votos que candidatos.

Ahí están personajes preeminentes en la década pasada, como Virgilio Godoy o Alfredo César. «Hemos hecho tanto por Nicaragua que es imposible que el pueblo nos dé la espalda», decía Gustavo Tablada, líder del minúsculo Partido Socialista. Ninguno discute el triunfo de Arnoldo Alemán, pero sí piden la revisión de incontables alcaldías y escaños.

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