Viernes 20 de septiembre de 1996

Un pacto sobre desmilitarización acelera la paz para Guatemala

MAITE RICO, México
El camino hacia la paz en Guatemala quedó definitivamente despejado después de que el Gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), la guerrilla más antigua de Centroamérica, firmaran ayer en México el acuerdo sobre desmilitarización y fortalecimiento del poder civil.

Se trata del último de los llamados «temas sustantivos» (y espinosos) de la agenda de negociaciones que se abrió en abril de 1991 bajo el patrocinio atento de la ONU. Otros cinco acuerdos (derechos humanos, esclarecimiento histórico del pasado reciente, reasentamiento de las poblaciones desplazadas, derechos e identidad de los pueblos indígenas y aspectos socioeconómicos y agrarios) han ido jalonando el largo proceso negociador que pondrá fin a 36 años de guerra civil.

La cuestión militar ha presentado menos problemas que el acuerdo agrario, que enfrentó la oposición de poderosos sectores del empresariado guatemalteco. En cuatro meses de intensas reuniones, mantenidas en México, el Gobierno y la guerrilla han logrado definir la futura función del Ejército y las vías de fortalecimiento de las instituciones democráticas.

El acuerdo implica la reducción del 33% de los efectivos militares (43.000 personas entre soldados, mandos y especialistas). Prevé también la supresión del fuero militar y la circunscripción de los servicios castrenses de inteligencia sólo a misiones militares. Pero por encima de los puntos concretos, el pacto, según los firmantes, sienta las bases para «una profunda reconciliación entre las partes».

Cambio de mentalidad

«El final del conflicto requiere el cambio de la mentalidad de guerra por una de paz y respeto», decía en Guatemala el ministro de Defensa, general Julio Balconi, de tendencia progresista, al tiempo que anunciaba que las Fuerzas Armadas ya estudian su reorganización. Se abre ahora una oportunidad de oro para depurar a los elementos más problemáticos de la institución. Sin ir más lejos, y en lo que se considera una acción sin precedentes, nueve altos mandos, entre ellos el propio viceministro de Defensa, el general César Augusto García, han sido detenidos esta semana bajo diversos cargos de corrupción. Algunos están implicados en violaciones a los derechos humanos.

«Vamos a recobrar una situación institucional y de derecho», decía el pasado martes Rolando Morán, uno de los comandantes de la URNG. «Todo se ha ido salvando», expresaba con alivio el presidente de Guatemala, el conservador Alvaro Arzú. Desde su elección, el pasado enero, este empresario dio un empujón decisivo al proceso de paz tras reunirse en México con la guerrilla. Arzú calcula que de aquí a un mes y medio se firmará la paz definitiva. Antes quedan dos «acuerdos operativos»: la reinserción de la guerrilla y cese del fuego, que serán ratificados próximamente en Madrid y Oslo.

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