Miércoles 18 de septiembre de 1996

SILVIO RODRÍGUEZ • MÚSICO CUBANO

"Creo en lo que ha hecho la revolución y quiero estar dentro para pulir los defectos"

DIEGO A. MANRIQUE, Madrid
Silvio Rodríguez ha superado su antipatía por las actividades promocionales y se halla en España para apoyar la salida de Domínguez, el disco que cierra la llamada trilogía familiar . Su madre, Argelia Domínguez, canta en uno de los temas, al igual que su hermana. Silvio también acaba de publicar Canciones del mar, donde recopila las 62 piezas que compuso cuando se embarcó en las naves pesqueras Playagirón y Océano Pacífico durante cuatro meses, huyendo de la controversia provocada por la aparición de la Nueva Trova.

¿Cómo se asume el que, siendo artista, se pase las entrevistas hablando de cuestiones políticas?

En España, siempre ha existido fascinación por la Cuba revolucionaria y, naturalmente, se espera que nosotros nos pronunciemos en esa dirección. A mí no me molesta, todo lo contrario: llega un momento en que me incomodan las preguntas estrictamente artísticas.

Un periódico madrileño ha comentado que los intelectuales cubanos salen al exterior con la misión de espiar al exilio. Si se puede saber, ¿a quién tiene que controlar Silvio en este viaje?

A ti, por supuesto, que estas en contacto con Miami (...risas). Así que viajamos como espías, qué interesante. Bueno, yo tengo amigos en Estados Unidos pero, como no me dan visado, no puedo ir a espiarles.

Desde Cuba ¿cómo se ve la oposición anticastrista más feroz, los Mas Canosa y compañía?

Bueno, hubo un tiempo en que esa ferocidad era compartida en la isla. Creo que actualmente hemos tomado una actitud más flexible respecto al exilio. Sin embargo, en Miami dominan las posturas con más odio, con más rabia. Gonzalo Rubalcaba, el pianista, sufrió manifestaciones en sus conciertos de Florida. A Rosita Forner, esa vedette tan queridísima por todos los cubanos, le tiraron hasta un cóctel molotov. A Jon Secada, que dijo cosas positivas respecto a mi obra, le dieron abundantes cogotazos.

Sin embargo, en Cuba también se ha producido un retroceso. Hace un año, sonaban en la radio cubana algunos discos de Celia Cruz, Gloria Estefan o Willy Chirino; ahora mismo, son artistas vetados.

¿Sí? Déjame decirte que esa debe ser una decisión sectorial. No hace mucho que en Cuba se publicaron varios volúmenes de grabaciones hechas por Celia en Radio Progreso durante los años cincuenta. Cuba no es una realidad monolítica y esas prohibiciones tal vez respondan a declaraciones que allí se consideran hirientes.

En el prólogo al libro Canciones del mar, usted cuenta que baja a tierra en Las Palmas de Gran Canaria y se separa de sus amigos; de repente siente la tentación de desertar...

¡Ah! Es que la mente es indetenible. Yo no tenía pasaporte pero el contramaestre del barco confiaba en mí y desembarqué. En ese momento, pensé: «Mira tú, ahora podría escapar». Pero yo había decidido que la pelea había que darla desde dentro de Cuba.

Pero hubo etapas en que los componentes de la Nueva Trova fueron muy criticados. Aunque fuera por despecho, ¿no pensó en levantar el vuelo?

Sí, al principio hubo cierto acoso, pero también contábamos con el apoyo de intelectuales como Alfredo Guevara, Santiago Álvarez o Haydée Santamaría. El conflicto residía en que éramos jóvenes y queríamos cantar todas, absolutamente todas nuestras opiniones. Estuvimos cabreados, no lo niego, pero el huir no nos pareció una actitud muy digna. Básicamente, creo en lo que ha hecho la revolución y quiero estar dentro para pulir sus defectos.

Al ser diputado de la Asamblea Popular, imagino que su relación con las instancias gubernamentales es fluida.

Sí, la puesta en marcha de mi estudio de grabación y mi editora, Ojalá, no hubiera sido posible sin su colaboración. Pero me asistía la razón: en el campo cultural, Cuba ha hecho de todo, pero no ha creado nuevos estudios, a pesar de que la música representa mundialmente a la isla.

El fracaso de la Fundación Pablo Milanés ¿moderó sus ambiciones respecto a Ojalá?

Yo también pensé en establecer una fundación, pero entendí que el país no estaba preparado para aceptar algo así. Ojalá es un proyecto más escueto, mientras que la fundación PM tenía tal autonomía que finalmente chocó con las instituciones. Se adelantó a su tiempo.

En su caso ¿cómo se conjuga la defensa de una revolución tolerante con la represión del jineterismo o las drogas?

Algo he oído de la redada de muchachas en Varadero... debe entenderse que la sociedad se indigna al ver que se confunde a la mujer cubana con la jinetera. Yo tengo canciones comprensivas respecto a cubanas que se van con extranjeros, pero comprendo la indignación popular: la prostitución estuvo prácticamente erradicada durante 30 años y lo de ahora es un mal inherente al turismo. Lo mismo que las drogas.

Usted tenía cierta amistad con Tony de la Guardia, el coronel que fue ejecutado, junto con otras tres personas, por complicidad con traficantes de drogas. Impresiona leer las actas del Consejo de Estado y comprobar que no hubo ni rastro de piedad, que se optó unánimemente por la pena capital...

Como todos, me quedé conmocionado. Yo estaba entonces de visita por España y sólo pude pensar que me alegraba de no estar en el pellejo de los que dictaron la sentencia.

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