Martes 24 de septiembre de 1996

Se triplica el vandalismo callejero de apoyo a ETA

EL PAÍS, Madrid
«Las agresiones a ciudadanos, personalidades políticas, miembros de los Cuerpos Policiales, medios de transporte, entidades bancarias..., se han multiplicado de forma tal que bien podríamos conceptuar 1995 como un periodo negro, al haberse convertido la violencia e intimidación en auténticos instrumentos políticos de un determinado sector social». Así reflexiona el fiscal jefe de San Sebastián, Luis Navajas, en la Memoria del pasado año judicial, sobre el vandalismo de los grupos de apoyo a ETA, cuyas acciones se triplicaron.

Asimismo, hubo más de 44.000 detenciones relacionadas con la droga y los delitos de falsificación de documentos, y los relacionados con agresiones sexuales y los de conducción bajo efectos del alcohol o sustancias tóxicas fueron los que registraron un mayor incremento durante 1995. En ese año, se cometieron 7.237 delitos contra la libertad sexual -de ellos, 1.400 fueron violaciones- un 20% más que en el año anterior.

ETA asesinó en 1995 a un político, Gregorio Ordóñez (PP); a un militar, Mariano de Juan, y a dos policías nacionales, Enrique Nieto y Rafael Leiva, y secuestró a un empresario, José María Aldaya. Pero, además, sus simpatizantes desencadenaron cerca de un millar de actos violentos ( cócteles mólotov, incendios, explosivos caseros...), un incremento del 300% respecto a 1994, que se atribuye a la reorganización de la Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS).

Guipúzcoa fue la provincia en que se produjeron más sabotajes, 438 , y San Sebastián, Rentería y Hernani formaron el triángulo de la violencia . En Vizcaya hubo 359 y en Álava 98. Las oficinas bancarias sufrieron 205; la Ertzaintza, 125; las cabinas telefónicas, 108; las sedes de los partidos políticos, 56, y los autobuses, 55.

Las algaradas callejeras supusieron a menudo verdaderos enfrentamientos con los policías y, según el aludido fiscal, «la organización interna de los grupos violentos, la imprevisibilidad de las acciones y la misma naturaleza de la guerrilla urbana determinan una gran carga de impunidad para muchas de sus acciones, lo que genera una profunda desconfianza hacia todo el sistema represor con que debe estar dotada cualquier sociedad». «Excepcionalmente», continúa, «y ello es desalentador, la impunidad procede de la nula cooperación de la propia víctima» por miedo a las represalias.

Por otra parte, España fue en 1995 el país europeo que más hachís (197.024 kilos, un 9,94% menos que en 1994) y cocaína (6.897, un 78,77% más) requisó y el tercero, tras Italia (952) y Alemania (933), respecto a la heroína (546, un 66,98% menos). Las dosis de psicotrópicos incautadas se doblaron. El número de los decomisos aumentó en un 49,86% y el de las detenciones en un 39,78%, alcanzando las 44.316 personas, 4.316 de ellas extranjeras.

Las muertes a causa de las drogas disminuyeron de manera insignificante, en un 1,04%: de 579 en 1994 se pasó a 573 (565 por sobredosis). Los atracos a las farmacias fueron 29 (un 11,54% más) y los robos 161 (un 16,58% menos).

En el apartado general, los delitos contra la propiedad continuaron siendo mayoritarios: el 62,7% del total. Hubo 102.012 robos con intimidación y 648.155 sin ella, cifras similares a las de 1994. Los hurtos, 576.591, subieron en un 14% y las estafas y apropiaciones indebidas (47.681) en un 16%. Se cometieron 932 asesinatos (un 27% más) y 387.615 lesiones.

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