Domingo 22 de septiembre de 1996 <

Brandon Certerwall / Profesor de Salud Pública de Washington

«Sin 'tele' habría 10.000 asesinatos menos al año»

CLAUDIA NAVARRO, Valencia
No es gratuito que la Academia Americana de Pediatría insista una y otra vez en que los padres deberían limitar el número de horas que pasan sus hijos ante el televisor a una o dos a lo sumo por día. «Si no hubiera televisión, hoy habría 10.000 asesinatos, 70.000 violaciones y 700.000 asaltos callejeros menos al año en Estados Unidos». Es el escalofriante mensaje lanzado por Brandon Certerwall, profesor de la Escuela de Salud Pública y Medicina Comunitaria de Washington, en el congreso sobre Biología y Sociología de la Violencia, celebrado esta semana en Valencia. Brandon aseguró que la aparición de la televisión en los años cincuenta duplicó las tasas de homicidios.

Certerwall citó un estudio realizado en Suráfrica -donde la caja tonta estuvo prohibida hasta el año 1975- que reveló datos inquietantes: la tasa en ese país era de 5,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes blancos en 1987, frente a los 2,3 asesinatos de 1974 (justo un año antes de que hiciera aparición la televisión).

Con apenas 14 meses, los niños empiezan a incorporar lo que ven en el televisor. «Y lo que ven son grandes cantidades de violencia y comportamientos antisociales», señala el profesor. A edades tempranas, dijo, «el niño no aprende, copia». Y nunca antes de los cuatro años distingue entre realidad y ficción. Certerwall afirma rotundo que muchos de los actos violentos que se cometen de adultos esconden un poso que quedó fijado en su cerebro en sus primeras exposiciones ante el televisor siendo críos.

En 1990, los niños americanos de entre 2 y 5 años veían una media de 27 horas de televisión a la semana, «lo cual no sería malo si entendieran qué están viendo». Lógicamente, a medida que van creciendo, comienzan a distinguir entre lo que es bueno y malo, «pero las tempranas impresiones tomadas de la tele les mostraron la violencia como algo excitante, carismático y eficaz», señala el profesor.

El periodo más crítico lo sitúa Certerwall antes de los 12 años. Entre la introducción de la televisión y la duplicación de la tasa de homicidios suelen pasar entre 10 y 15 años -son datos referidos a EE UU y Canadá fundamentalmente-. Y es que es entonces cuando aquellos niños se han convertido en adultos susceptibles de cometer un asesinato, explica el estudioso.

Dado que el negocio televisivo implica vender audiencia a los anunciantes -«la violencia en televisión sirve de entretenimiento»-, Certerwall afirma que no hay recomendación posible para la industria televisiva. Pero sí hay algo que pueden hacer los padres y la escuela: Evitar que los niños vean más de dos horas de televisión al día o seleccionar el tipo de programación. Que la televisión deje de sustituir a la familia y que se busquen alternativas al « baby-sitter electrónico» es su mensaje.

Respecto de la frustración que provocan los modelos de vida inalcanzables, Certerwall afirmó que ni siquiera el norteamericano medio vive como se refleja en la pantalla. «Incluso Cary Grant dijo que no le importaría parecerse al Cary Grant de las películas», señaló. Y se mostró contrario a mostrar las imágenes de los condenados a muerte porque fomentan las ansias de castigo en el espectador.

«Sé que va a ser difícil instaurar la cultura de un menor consumo de televisión, pero es el reto que tenemos delante», concluyó. «Porque la televisión causa violencia y además no es necesaria».

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