Miércoles
18 diciembre
1996 - Nº 229

El Consejo de Universidades aprueba la reducción de asignaturas, clases y exámenes

CRUZ BLANCO / CARLOS ARROYO, Madrid
La revisión de los nuevos planes de estudios aprobada ayer en Madrid por el pleno del Consejo de Universidades supondrá una disminución de clases, asignaturas y exámenes, además de un mayor margen de maniobra para que los estudiantes puedan organizar su propio programa. El pleno del Consejo decidió también redefinir el crédito académico (sólo siete de sus diez horas tendrán que ser de clase convencional) y suprimir las asignaturas que tengan menos de 45 horas.

La medidas aprobadas serán enviadas al Ministerio de Educación para su aplicación. No obstante, las universidades disponen de tal grado de autonomía que, en algunos casos, la reforma de los planes podría quedar desvirtuada.

Centenares de estudiantes se concentraron en la facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid para recibir con abucheos y pitadas a la titular de Educación, Esperanza Aguirre, presidenta del Consejo. Pero la ministra no acudió a presidir el pleno porque fue reclamada por su grupo parlamentario en el Senado para votar los Presupuestos.

El proceso de revisión de los planes, que ha durado un año, ha sido impulsado y dirigido por el secretario general del Consejo, Francisco Michavila. La necesidad de la reforma se hizo patente tras comprobarse que los estudiantes estaban desbordados por el exceso de carga lectiva y de asignaturas.

Un crédito consta ahora de diez horas de clase y prácticas. Cuando se aplique la nueva medida, cada universidad podrá fijar un mínimo de siete horas de clase, y el alumno podrá dedicar el resto al trabajo fuera del aula. Aunque se trata de una modificación normativa, la autonomía de las universidades les permitirá, si así lo deciden, no reservar a esos fines las tres horas restantes. Además, las asignaturas de menos de 45 horas serán fundidas con otras o simplemente suprimidas.

Las materias troncales (obligatorias para un título en todas las universidades) verán incrementado su horario en un 25% para toda la carrera, en detrimento de las obligatorias (establecidas por cada universidad), que a menudo son simples fotocopias de las troncales. Hasta aquí, la novedad conducirá a un cambio del decreto de 1987 sobre directrices de 133 títulos y 2.000 planes de estudios.

Pero el Consejo añade unas recomendaciones (de cumplimiento opcional) a las universidades para evitar situaciones desproporcionadas, como el hecho de que un mismo título pueda costar a un alumno casi 1.000 horas más que a uno de otra universidad. La ministra de Educación destacó ayer que «el hecho de que haya 22 materias en algunos cursos y 80 en algunas carreras dificulta la preparación de los alumnos».

Otros casos llamativos son los de determinadas carreras, en especial las técnicas, que sobrepasan con exageración la media recomendada: 3.000 horas para licenciaturas y 2.000 para diplomaturas. Hay ingenierías que alcanzan las 4.500 horas. Aunque éstas ya se acortaron durante la elaboración de los planes y han pasado de seis a cinco años, ello no evita la opinión generalizada de que los alumnos de estas carreras pasan demasiado tiempo en clase.

Al inicio del proceso de revisión se consideró necesario limitar a 3.800 horas la duración de las carreras, pero las presiones de diversos sectores influyeron para que no se fijara este tope. Tampoco prosperó el establecimiento de «troncos comunes» para carreras afines (por ejemplo, en las diversas ramas de Filología).

Nueve asignaturas anuales

Otras recomendaciones del Consejo son que se estipule un máximo de nueve asignaturas por año académico, especialmente en los primeros cursos; que las universidades hagan una evaluación continua de la aplicación de sus planes, y que se organicen las materias optativas (elegidas por el alumno entre una lista cerrada) y de libre elección (seleccionadas libremente por el estudiante) para que el alumno las lleve en cartera con el objetivo de pasar a un segundo ciclo de otra carrera.

Las subcomisiones de evaluación del Consejo estudiarán las fórmulas para facilitar el paso de un primer ciclo al segundo de otra carrera actualizando el sistema de pasarelas (conjunto de asignaturas puente ) y las posibilidades de que se pueda obtener una titulación genérica de diplomado o equivalente tras superar las materias troncales de un primer ciclo de más de 1.800 horas. Casi la mitad de los universitarios abandonan actualmente sin título a mitad de la carrera.

Otra de las decisiones del Consejo fue la creación del título de ingeniero geólogo.

Cientos de horas de diferencia para
el mismo título

C. A. / C. B., Madrid
Dos jóvenes ingenieros informáticos muestran orgullosos sus títulos recién salidos del horno. Valen lo mismo, pero es muy diferente lo que les ha costado. Uno ha asistido a 3.000 horas de clase (300 créditos) en la Autónoma de Madrid; el otro ha estudiado en la Jaume I de Castellón y ha tenido 3.970 horas de clase. Un 32% más que su colega de profesión.

Ése ha sido un efecto de la autonomía universitaria, que en los últimos años ha dado para mucho. Hasta el punto de que ahora se escuchan voces de alerta sobre la necesidad de que las 44 universidades públicas (existen además 10 privadas) configuren un sistema menos heterogéneo. La excesiva extensión de algunos planes no siempre está relacionada, aunque sí a menudo, con las maniobras de los profesores para salvaguardar sus asignaturas como pequeño reinos. El mapa de carreras resultante roza en ocasiones lo pintoresco.

Una licenciatura no técnica ronda las 3.000 horas de clase en los planes nuevos. Es el caso de Historia, salvo en Sevilla, en donde consta de 3.630 horas, casi tanto como Arquitectura en la Politécnica de Cataluña (3.750 horas). La universidad sevillana es más bien aficionada a carreras alargadas, como Historia del Arte (360 horas de clase más que la media española), Geografía (350), Psicología (280), Periodismo (240) o Economía (210) entre otras. Todas ellas superan en número de horas a la ingeniería informática en la Autónoma de Madrid (3.000) y a la ingeniería química en Salamanca (3.150 horas).

El universitario que curse esta última carrera, ingeniería química, puede ahorrarse nada menos que 900 horas si lo hace en Salamanca en lugar de en la Rovira i Virgili, de Tarragona, en donde tendrá 4.050 horas de clase, un 28% más. Algo parecido le sucederá a quien sienta la vocación de la biología: 600 horas más en Alcalá de Henares que en Jaén, Baleares o Santiago de Compostela. La odontología o la farmacia en Murcia pueden salir a 3.000 horas, pero en Barcelona suben 750 horas (un 25% más).

A la orilla de distintos mares, Vigo y Barcelona también se distinguen por la extensión de los estudios de Ciencias del Mar: 3.777 horas en Vigo y sólo 3.000 en la capital catalana. La Complutense de Madrid también deja ver cierta inclinación por carreras largas y no se queda atrás en Psicología (430 horas más que la media nacional), Filología Clásica (270) e Hispánica (250), Pedagogía (240), Comunicación Audiovisual (230) y la mayoría de las filologías.

© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid
digital@elpais.es | publicidad@elpais.es