Lunes 2 de septiembre de 1996

Álex de la Iglesia rueda en México 'Perdita Durango',
una historia de «sexo y acción»

MERCEDES GALLEGO, Mexico
El director de El día de la bestia, Álex de la Iglesia, el actor Javier Bardem y la actriz Rosie Pérez han resultado ser un cóctel explosivo. Que se lo pregunten si no al músico del bar León de la capital mexicana al que Bardem arrebató la semana pasada los bombos para golpearlos hasta las seis de la mañana, mientras la deslumbrante Rosie Pérez bailaba mambo en la pista. El equipo, que lleva una semana quemando sus noches con estruendo en los locales más tradicionales, comienza hoy a rodar la versión cinematográfica del libro de Barry Gifford, Perdita Durango.


«Mi abuela era una bruja del Caribe, mi padre, un caballero español y mi rancho está en México. ¿Te quieres venir conmigo?». Con estas palabras, el seductor Romeo Dolorosa (Javier Bardem), que roba cadáveres para sus rituales satánicos y atraca bancos, pretende conquistar a Perdita Durango (Rosie Pérez), una imponente mujer que sueña que hace el amor con jaguares y que es «incluso más dura que él», cuenta De la Iglesia, quien define la película como una historia de «humor, sexo y acción».

La película, que transcurre en la frontera de Estados Unidos y México, tiene más de 120 localizaciones distintas. En el reparto de esta coproducción España-México están también los actores mexicanos Demián Bichir, Regina Orozco y Josefina Echanove, mientras que los estadounidenses Aimee Graham (Aquellos maravillosos años) y Harley Cross (El niño que gritó puta), encarnan a la cándida pareja de adolescentes «a lo Beverly Hills» que Romeo y Perdita secuestran para sodomizar y descuartizar en formal ceremonia.

El director bilbaíno, que ya se inició en la santería para su anterior película, abunda ahora en las religiones mezclando el vudú haitiano con los ritos afrocubanos pero sin perder el humor ni el cinismo. Así, el Dios Shangá comparte altar con una figurilla de Darth Vader. Para poner en marcha su tercer largometraje, el realizador cuenta con un presupuesto de ocho millones de dólares que ya se le ha quedado corto «por la complejidad del rodaje».

A sus 31 años este director que se reconoce sumamente afortunado sigue subiendo los peldaños del éxito de tres en tres. Con esta película ha hecho realidad otro sueño, ha conseguido contratar para el rodaje a su músico favorito, Screaming J. Hawkins, un viejo y carismático bluesman al estilo de BB King que interpreta a un santero y que, además, compondrá la banda sonora, junto al grupo mexicano Los Tigres del Norte, algo de música prehispánica y mucho mambo. «Bardem es dinamita pura», asegura con un brillo en los ojos De la Iglesia, «lo tengo que contener porque si no explota. Es el actor con mayor futuro de España. Javier es mi héroe. Es bruto, sincero, auténtico semental».

David Trueba es el autor del guión que De la Iglesia ha retocado durante meses con la ayuda de su inseparable amigo Jorge Guerricaechevarría hasta sentirse cómodo en él, «porque hay que ser muy bueno para contar una historia que no es tuya y que no te la crees». El asesor indispensable para conseguir hacerla suya ha sido el propio autor de la historia, Barry Gifford.

Antes que a él, el productor Andrés Vicente Gómez ofreció el proyecto al director Bigas Luna, que acabó desechándolo por temor a las maldiciones satánicas. «Para mí él es uno de los grandes, y sólo acepté dirigir la película cuando comprobé que no había ningún mal rollo». Con quien sí parece que hubo sus más y sus menos, a pesar de que él lo niegue, es con Victoria Abril, la actriz que el director vasco eligió inicialmente para el papel protagonista. «Fue ella la que decidió abandonar. No le apetecía el papel y tenía problemas con el inglés».

Con esta película De la Iglesia está decidido a revolucionar el género de las clásicas road movies, en las que «dos chicos solos huyen de sus padres en un cadillac a través del desierto y sólo se ven cactus. En mi película habrá cientos de historias locas que harán comprensible el viaje demencial de los protagonistas», dice el director. Miles de extras mostrarán la situación de la frontera desde un punto de vista que De la Iglesia reconoce absolutamente partidista, a favor de los mexicanos.

No hay duda de que la película ridiculiza el american way of life hasta hacerlo rayar en el absurdo, pero el director no tiene ningún miedo a que esto despierte las iras de los americanos y le cierre ese mercado. «Los gringos también quieren que les pinchen y les exciten. Para halagarlos ya se rodó El día de la Independencia».

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