La ONCE se juega en las urnas el futuro de sus inversiones en empresas sin carácter social

JAVIER SAMPEDRO , Madrid
Desde los últimos años ochenta la ONCE ha amasado una corporación empresarial que factura 62.000 millones anuales y da trabajo a cerca de 8.000 personas. El futuro de ese entramado de compañías, que abarca desde paqueterías hasta empresas de seguridad, pasando por fabricantes de derivados del cerdo ibérico, está en juego en las elecciones que los ciegos celebran el próximo día 12. El principal grupo de la oposición acusa al que ostenta el poder de «falta de sensibilidad social» y plantea deshacerse de unas inversiones empresariales que califica de «especulativas».

La justificación para levantar una corporación empresarial es facilitar la colocación de invidentes y discapacitados, un colectivo con graves dificultades para acceder al mercado laboral en pie de igualdad. La idea funciona en una compañía como la aseguradora Seguronce, 300 de cuyos 400 empleados son ciegos o discapacitados. Pero patina en la de artes gráficas Altair, con sólo dos minusválidos en plantilla.

«¿Qué sentido tiene mantener una empresa de seguridad, donde, lógicamente, no se pueden colocar los minusválidos?», se pregunta Jesús María Eguino, presidente de Alternativa Social (AS), la principal formación opositora de la ONCE. El candidato se refiere a Vinsa, que cuenta con sólo 22 discapacitados entre su plantilla de 2.000 trabajadores.

Mario Loreto, líder de la Unión Progresista (UP), a la que pertenece el actual presidente, José María Arroyo, discrepa: «Lo que propone AS es la vuelta al limosneo, a los tiempos oscuros en que a la gente le parecía una vergüenza trabajar para la ONCE». Algo así como renunciar a la «ilusión de todos los días» y volver a los «diez iguales para hoy».

Eguino protesta porque la organización «se ha metido en camisas de once varas» y ha invertido muchísimo dinero a costa de los afiliados en operaciones de carácter especulativo. Su propuesta es «menos empresas y más proyectos»; es decir, prescindir de la corporación y apostar decididamente por la Fundación ONCE, dedicada a programas de integración de discapacitados.

Etiquetas ideológicas

AS pasa por ser la agrupación conservadora, en oposición a UP, que detenta el poder -bajo esas u otras siglas- desde las primeras elecciones de 1982. Esas etiquetas ideológicas, sin embargo, tienen un contenido escaso. «En la ONCE no hay conciencia política», dice Eguino, que recuerda que siete consejeros que pertenecieron a AS entre 1986 y 1989 se pasaron a UP en la legislatura siguiente.

Pero los actuales dirigentes parecen menos preocupados por las tensiones internas que por las amenazas del mundo exterior. Tanto la corporación empresarial como la propia organización reposan en último término en las ventas del cupón, una imponente fuente de liquidez que inyectará este año en las arcas de la institución 208.000 millones de pesetas, una vez descontada la entrega de premios.

Es sobre esa fuente sobre la que se ciernen peligros sin cuento. «Los riesgos son muy importantes», reconoce Loreto. «Hay juegos ilegales que el Gobierno no hace lo necesario para erradicar, y grupos mafiosos que enarbolan la bandera de los minusválidos para hacer su agosto, con sorteos ligados a nuestro cupón».

De los 3,1 billones de pesetas que los españoles ponen cada año en manos del azar viven también casinos, bingos y máquinas tragaperras, y beben las sedientas arcas públicas a través de la Lotería Nacional. El pastel está ya cortado en demasiados pedazos, y el mercado del juego parece haber tocado techo: en los últimos 5 años sólo ha crecido un 2%. Para colmo, las 17 Comunidades Autónomas tienen potestad para poner en marcha sus propios sistemas de lotería, aunque de momento sólo lo haya hecho Cataluña.

Monopolio del cupón

El resto de las asociaciones de discapacitados ha mostrado a menudo su irritación con la ONCE por su monopolio del cupón. «La envidia nos puede perjudicar a todos», señala Loreto. «Los 2,5 millones de discapacitados de España no pueden vivir del juego: eso no sería más que repartir la miseria».

La tercera agrupación importante, el Grupo Democrático Progresista (GDP) -próximo a Izquierda Unida- se ha quedado descolgada en estas elecciones por defectos de forma. El jurista José Ignacio Rodríguez, presidente de la junta electoral de la ONCE, explica que este grupo no presentó los suficientes avales -afiliados que deben apoyar cada candidatura- e incluso presentó algunos firmados por personas ya fallecidas.

45.000 personas tienen la decisión en su voto, la próxima semana. Serán las quintas elecciones de la ONCE. © Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid
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