Domingo 13 de octubre de 1996

Miles de hispanos marchan por las calles de Washington en demanda de sus derechos

ANTONIO CAÑO, Washington
Decenas de miles de norteamericanos de origen hispano marcharon ayer, Día de la Raza, por las calles de Washington en demanda del poder que su abultada comunidad cree merecer y de los derechos de los que se sienten privados. La marcha, la primera en la que los hispanos recorren las simbólicas avenidas sobre las que otras minorías en Estados Unidos hicieron historia en el pasado, trata de contrarrestar la ola anti inmigrantes surgida en el país en los últimos años y de denunciar el perjuicio que el recorte de los servicios públicos decididos causa a los más pobres.


Un manifestante enarbola una bandera peruana en la
marcha de los derechos de los hispanos, ayer (Reuter).
«Éste es el único medio por el que vamos a conseguir la cuota de poder que nos corresponde, tanto política como económicamente», declaró el organizador de la marcha, Juan José Gutiérrez, que preside una coordinadora donde están agrupadas las organizaciones más radicales y activas de la comunidad hispana en EE UU.

Los participantes, en su mayoría de clases humildes y de origen mexicano y puertorriqueño, gritaron «¡Venceremos!» y «¡Latinos unidos jamás serán vencidos!» mientras desfilaban por un lateral de la Casa Blanca para reunirse en la enorme explanada de hierba próxima al monumento a Washington. Cerca de ese lugar, el reverendo Martin Luther King pronunció hace tres décadas el célebre discurso I have a dream (Tengo un sueño), que impulsó el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos. También allí, hace justo un año, la comunidad negra reunió cerca de un millón de hombres en una de las mayores concentraciones de la historia de la capital norteamericana.

Los hispanos nunca habían hecho nada similar. Divididos por sus diferentes orígenes nacionales y por las diversas circunstancias de su integración en Estados Unidos, los hispanos han sido incapaces hasta ahora de unir una fuerza política equivalente al 10% que representan entre la población de este país. Muchos de ellos, concentrados en la tarea de trabajar y ganar dinero para sus familias, se habían ausentado hasta ahora de la lucha por los derechos que les corresponden como ciudadanos norteamericanos o como inmigrantes.

Eso comenzó a cambiar, sin embargo, a raíz de la aprobación en California de una ley -conocida como Proposición 187- que pretendía negar los servicios públicos a los inmigrantes ilegales. Más de 200.000 personas se manifestaron en Los Ángeles en 1994 en protesta por esa ley, que fue bloqueada por una decisión judicial y nunca llegó a entrar en vigor.

Desde ese momento, coincidiendo con el control del Congreso por el Partido Republicano, han sido aprobadas en Washington otras iniciativas legislativas que restringen el acceso de los hispanos a diversos programas públicos de educación y sanidad.

«Todo lo que nos han dado hasta ahora son migajas. A pesar de que nuestros hombres y mujeres trabajan duro, a veces en dos empleos, pagan sus impuestos y cumplen con sus obligaciones con el Estado», denunció Gutiérrez.

Junto a Gutiérrez, desfilaron al frente de la marcha de ayer líderes sindicales, congresistas de origen hispano, algunas celebridades del mundo del espectáculo y Raúl Izaguirre, presidente de La Raza, la principal organización hispana.

La Marcha, como es conocida, en español, por los medios de comunicación norteamericanos, es el resultado de varios meses de esfuerzo para coordinar los intereses de grupos diversos. Al menos dos terceras partes de las personas reunidas en Washington viajaron durante días desde varios Estados del país para confluir en la capital.

Mexicanos y puertorriqueños

Mexicanos, que sufren malas condiciones de trabajo en los ranchos californianos, y puertorriqueños, que forman una de las comunidades más marginadas de ciudades como Nueva York, se dividieron el protagonismo de la concentración. Además de ellos, otros grupos de dominicanos y centroamericanos se hicieron presentes con banderas y cánticos. Colombianos, cubanos y suramericanos, que habitualmente han tenido más éxito en su integración económica en Estados Unidos, tuvieron una presencia escasa.

Entre las demandas más escuchadas ayer estuvieron la de una amnistía para los inmigrantes ilegales llegados al país antes de 1992 y la de un aumento del salario mínimo. Muchos empresarios, sobre todo en el sector agrícola, se aprovechan de la situación ilegal de muchos inmigrantes para pagarles sueldos miserables por los que ningún norteamericano estaría dispuesto a trabajar. «Eso es un abuso contra los derechos humanos», se quejaban los participantes.

El problema de la inmigración ilegal, sobre todo de origen hispano, es uno de los elementos más importantes de la campaña electoral en varios de los mayores Estados, como California, Tejas, Florida, Nueva York e Illinois.

Campaña para que el inmigrante latino se haga ciudadano y vote

A. C. ,Washington
Juan José Gutiérrez y otros jóvenes dirigentes hispanos, principalmente de California, hacen esfuerzos para que los miembros de su comunidad, reacios desde siempre a confundirse con la mayoría anglosajona de EE UU, adopten la nacionalidad estadounidense, voten e influyan en la sociedad en la que viven.

Esa campaña ha tenido este año un éxito sin precedentes. Más de un millón de latinos han jurado la Constitución norteamericana desde el mes de enero, más del doble de lo que lo hicieron el año pasado. El Partido Republicano ha denunciado que esa masiva nacionalización ha sido promovida por el Partido Demócrata con fines electorales. La mayoría de los latinos inscritos en el censo votarán por Bill Clinton el próximo 5 de noviembre.

Pero, al margen de esa circunstancia coyuntural, la conversión de los inmigrantes en ciudadanos puede cambiar drásticamente el perfil de este país para principios del próximo siglo, cuando los hispanos serán la primera minoría, por encima de los negros. Los hispanos son ya actualmente el 40% en un Estado clave como California, son la minoría dominante en la ciudad de Miami, la primera minoría en el Estado de Tejas y el grupo de más rápido crecimiento en todo EE UU.

Su presencia política es, sin embargo, muy inferior a la de los negros todavía. En el Gabinete de Clinton hay dos ministros de origen hispano -Henry Cisneros y Federico Peña-, pero ningún latino ha ocupado aún un puesto entre los 100 escaños del Senado. En la Cámara de Representantes, el hispano más influyente es Bill Richardson, nacido en Tejas, de madre mexicana y de abuelo español. Nunca ha habido tampoco un candidato hispano a la Casa Blanca, hasta que este año Gloria la Riva formó parte, como candidata a la vicepresidencia, de una candidatura comunista en un movimiento minoritario en San Francisco.

© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid - digital@elpais.es


Volver al comienzo

Volver