Los brigadistas piden en Gernika que nunca se repita la guerra civil

EVA LARRAURI , Gernika
Recién estrenada su condición de ciudadanos españoles concedida por el Congreso de los Diputados, un grupo de los miembros de las Brigadas Internacionales que se encuentran en España viajaron ayer sábado a Gernika (Bilbao) para conocer el pueblo destruido por los bombardeos alemanes en la guerra civil. En la Casa de Juntas recibieron el homenaje del PNV, el PSE-EE y de Izquierda Unida. «Que nunca se olvide, para que nunca se repita la guerra civil», pidieron los veteranos.


Un grupo de combatientes, ayer
en Gernika (F. Domingo-Aldama).

Una bandera republicana abría el paso de una desordenada columna formada por medio centenar de ancianos que avanzaban a buen paso hacia la Casa de Juntas de Gernika. Uno de ellos, que sostenía la enseña, no pudo soportarlo y sufrió un desvanecimiento antes llegar a la entrada. «Demasiada emoción para un corazón viejo», resumió su compañero, el irlandés Michel O'Riordan, flanqueado por una ikurriña (enseña vasca) y una bandera de Irlanda.

Fue el de ayer un encuentro directo, de parlamentos cortos y mucha emoción. «Fue ayer; éramos casi adolescentes...», la cita del poeta Antonio Machado, grabada en la bandeja de plata que los socialistas entregaron a los miembros de las Brigadas Internacionales, recordó a la argentina Fanny Edelman los dos años que pasó en España durante la guerra, sus encuentros con el poeta en Valencia, y la energía de Dolores Ibárruri, Pasionaria, en el exilio. «Hay que mantener la memoria para evitar que vuelvan a ocurrir cosas tan horribles como la guerra de España o la dictadura militar de Argentina».

Sam Rusell, un británico de 82 años, respondió en nombre de sus compañeros a las palabras de bienvenida. Habló en un castellano más que aceptable a quienes estaban presentes en el salón de plenos de la Casa de Juntas y a los brigadistas que se quedaron en el camino. «Nuestra querida Dolores nos dijo en la amarga despedida de Barcelona: 'Volved a España cuando florezca el olivo de la paz'. Hemos tardado un poco, pero hemos llegado a casa, madre». Robert Steak ha llegado desde Arizona para recoger su pasaporte y entregar su agradecimiento. «Nos dan las gracias por lo que hicimos, pero yo creo que debe ser al revés. En España me dieron la posibilidad de tomar un camino y aprender para el resto de mi vida. Soy muy feliz porque hice una buena elección», dijo Steak.

En la foto de despedida de Gernika, sólo el nieto de O'Riordan, un pecoso de seis años, levantó el puño de su mano izquierda. Los brigadistas sonreían a las cámaras y preguntaban al guía quién se encargará de mandarles las fotos a sus hogares. Aún buscan nuevos recuerdos de aquel país que defendieron hace 60 años.

Campo de concentración

Los homenajes a los brigadistas se repitieron también en Valencia, Burgos y Miranda de Ebro. En Burgos un pequeño grupo de brigadistas revivieron los días de la guerra civil. Y visitaron el monasterio cisterciense de San Pedro de Cardeña, de doloroso recuerdo para ellos. El monasterio fue un campo de concentración que tuvo recluidos a unos 4.000 prisioneros. Muchos de ellos fueron detenidos tras la batalla del Ebro y trasladados al monasterio.

Numerosos brigadistas se dejaron la vida en aquel campo. Según las investigaciones del profesor Javier Bandrés, después de la guerra, el doctor Vallejo Nágera utilizó a brigadistas presos en San Pedro de Cardeña para realizar estudios que permitieran demostrar que los ideales que les habían traído a España para unirse a la causa de la República eran «malformaciones» y «anomalías» psíquicas.

Vuelta a la base 60 años después

EL PAÍS , Albacete
Los supervivientes de las Brigadas Internacionales volvieron ayer sábado, después de 60 años, a su base de operaciones, en Albacete. Por aquí pasaron más de 35.000 voluntarios procedentes de 53 países. El primero de los grupos llegó a Albacete el 14 de octubre de 1936. El alto número de brigadistas obligó a repartirles por pueblos cercanos a la capital. Su estancia en Albacete terminó en abril de 1939, fecha en la que fueron trasladados a Barcelona.

José Bono, presidente de Castilla-La Mancha, recordó el «esfuerzo y las cicatrices» que en el cuerpo y en las mentes llevaban los brigadistas. «Llegáis a un país», les dijo, «en el que ya no hay herederos de aquéllos que gritaron viva la muerte».

Las Cortes regionales celebraron un pleno extraordinario para rendir homenaje a los voluntarios de la libertad y en el campus universitario se descubrió un monumento en su memoria. © Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid
digital@elpais.es | publicidad@elpais.es


Volver al comienzo

Volver