Miércoles 4 de septiembre de 1996

González atribuye su paso a la oposición «a unos cuantos sinvergüenzas que se aprovecharon»

ANABEL DÍEZ, Santiago de Chile
El secretario general del PSOE, Felipe González, culpó a «unos cuantos sinvergüenzas» de su suerte y la de su partido, es decir, de perder el poder. «Se aprovecharon del partido para enriquecerse y por eso estoy en esta tribuna, desde la oposición». Las 600 personas que le escuchaban en el antiguo Congreso Nacional de Santiago de Chile rieron y le aplaudieron. González aconsejó a sus correligionarios socialistas que defiendan la economía de mercado.


El líder socialista reconoció ante su auditorio (en el que había ministros, intelectuales, militantes socialistas y Hortensia Bussi, viuda del presidente chileno asesinado Salvador Allende) que al llegar el PSOE al poder en 1982 incurrió en algunas ingenuidades, como asegurar la creación de 800.000 puestos de trabajo. En realidad, se destruyeron 300.000, y hasta 1986 no pudieron empezar las políticas sociales. Pero se trataba en primer lugar de modernizar el país, poner freno a la crisis económica y que España se abriera al mundo, según dijo.

Desarrollo y Justicia Social fue el título de la conferencia -no leída- que González expuso, invitado por la fundación Chile 21, que preside el socialdemócrata Ricardo Lagos, ministro de Obras Públicas en el Gobierno de Eduardo Frei, a quien se da como futuro presidente de Chile en las elecciones de 1999. Lagos presentó a González como un gobernante «que supo imprimir un liderazgo mundial».

González dio un salto entre sus aspiraciones de 1982 a lo que ocurrió el 3 de marzo de 1996. «Algunos dicen que el ciclo socialista se ha acabado; no, lo han acabado algunos pocos sinvergüenzas que se aprovecharon de sus cargos para enriquecerse, por eso estoy aquí, en esta tribuna, desde la oposición».

González sabía que en este auditorio había interés en preguntarle por la corrupción en las filas del socialismo español. Horas antes, en una reunión interna de la dirección del Partido Socialista chileno, se le preguntó sobre ello. Algunos asistentes aseguran que González les contó que estuvo mucho tiempo sin creer que fuera cierto, ya que a él también le atribuían prácticas irregulares y, como no era cierto en su caso, pensó que tampoco lo era respecto a los demás.

En su intervención, hizo gala de su moderación ideológica poniendo a menudo como contrapunto la «incomprensión» de su partido en algunos momentos para entender, a modo de ejemplo, que había que hacer carreteras, y «eso no es de izquierda ni de derecha». Quizás para no dar una imagen de excesivo pragmatismo, González subió el tono para afirmar que la distinción entre conservadores y progresistas en el Gobierno se da en la política social. «Ahí se ve la diferencia».

Recuperar el Gobierno

González reveló ante este público su intención de trabajar en los próximos «dos o tres años» para recuperar el poder. «Si hubiera acertado con el mensaje para los ciudadanos españoles no hubiera perdido las elecciones». Este mea culpa le duró poco: «Desde luego, medio acerté, dado el número de votos que hemos obtenido; exploraré en los próximos dos o tres años qué se puede hacer para acertar del todo».

El líder socialista contó en público que sus relaciones «con los comunistas» y con los sindicatos en su etapa de Gobierno no fue fácil. Ahora, según su versión abreviada de los hechos, tanto IU como los sindicatos defienden frente al Gobierno conservador el mantenimiento de la política social de sus 13 años de gobierno.

González fue sumamente cuidadoso al referirse a la relación del Gobierno con las Fuerzas Armadas, asunto de extremo interés para los chilenos progresistas, según pusieron de manifiesto. «Las relaciones han sido muy buenas gracias a la profesionalidad de las Fuerzas Armadas». Eso sí, aclaró, si algún miembro del Ejército ha hecho alguna vez una declaración política inconveniente se le ha sustituido «inmediatamente, sin polemizar». El público recibió esa afirmación con murmullos y comentarios, dado que en su país Agusto Pinochet sigue siendo el máximo responsable de las Fuerzas Armadas.

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