Lunes 26 de agosto de 1996

Un periódico de comunión diaria

El diario 'Egin' ha sido tutelado por HB y sometido al control, remoto o directo, de ETA

JOSÉ LUIS BARBERIA
Los 50 gramos de amosal« que, en palabras de Juan María Atutxa, «explotan todas las mañanas» en los quioscos de Euskadi -y también en estratégicos puntos de venta de cualquier capital española- constituyen el cotidiano sustento espiritual de unas cuantas decenas de miles de lectores vascos.

Egin es la comunión diaria de los adheridos al mundo de HB-ETA, y su lectura -«ante los ataques, debemos leer más y más Egin», proclaman estos días- el rito que consagra su pertenencia al grupo, que les permite percibir el aliento colectivo de «los que están en la lucha».

El consejero de Interior vasco habló de Egin y del amosal el otro día al abordar la reciente detención de dos periodistas de ese medio, pero no se refería precisamente a los 27 kilos de ese explosivo ni a las pistolas o al subfusil incautado a los detenidos.

Andoni Murga y Fernando Alonso, «dos de los mejores jóvenes» de Egin, «que se han visto impulsados a dar lo mejor de sí», según rezaba el editorial del pasado lunes, no son los primeros empleados de este periódico detenidos por presunta pertenencia a ETA, pero su arresto es probablemente significativo del grado de identificación alcanzado en la redacción de Egin desde la toma del poder de KAS.

Antiguos trabajadores de ese diario aseguran que desde principios de los noventa la adhesión a los postulados de la coordinadora KAS, de la que forma parte la propia ETA, constituye un requisito indispensable para poder ejercer en Egin, de la misma manera que en los años ochenta se exigía la pertenencia a HB. En los últimos años, al compás de la mejora en el diseño y la presentación, de la introducción del color, de la proliferación de columnas de opinión, Egin ha endurecido sus contenidos de la sección Euskadi, sintonizando con el ala más dura e intransigente de KAS en una línea de retórica propagandística altamente beligerante.

Orígenes pacíficos

La historia de Egin es, en cualquier caso, la historia de un periódico tutelado por HB, sometido al control, a veces remoto, en ocasiones directo, de la propia ETA. Fruto original del esfuerzo económico desinteresado de miles de vascos identificados con la izquierda abertzale, el nuevo espacio político generado por la acción de ETA, Egin trató en sus inicios de desmarcarse del terrorismo bajo la idea, expuesta en uno de sus primeros editoriales -noviembre de 1977-, de que «la mayoría del pueblo vasco no deseaba recurrir a la lucha armada para recuperar su personalidad y autogobierno».

Las dificultades económicas del diario permitieron a los partidarios de la alternativa de ETA Militar hacerse con el control de la mayoría del Consejo de Administración. Hipotecado a aquella decisión, Egin ha estado sujeto a lo largo de su trayectoria a los movimientos y luchas de líneas dentro de HB y ETA.

Cada etapa en la vida del diario se corresponde con las fases de predominio ejercidas sucesivamente por los txominianos, fieles del dirigente de ETA ya fallecido Domingo Iturbe Txomin ; de los dirigentes de HASI, partido autodisuelto años atrás; del movimiento ciudadano ASK, y, últimamente, de KAS. Txomin en su día, Josu Ternera, Txelis ... Siempre ha habido un dirigente de ETA erigido en interlocutor preferente de Egin.

El polémico «equipo de investigación» -al que pertenece Pepe Rei, procesado como sospechoso de haber pasado documentación confidencial sobre empresas al jefe del aparato de extorsión de ETA, Carlos Almorza, y del que también formó parte el hoy detenido Fernando Alonso- centró hace tres años las iras de no pocos de los aludidos, hasta el punto de que crearon una asociación de «damnificados de Pepe Rei y k

En muchos casos, el miedo a ser citado en Egin en términos descalificatorios o calumniosos no responde tanto al perjuicio del descrédito como al temor a ser posteriormente víctima de los grupos violentos o de la propia ETA.

Las querellas, las denuncias judiciales por apología del terrorismo, por derecho al honor, permanentes en la historia de este periódico, han topado de manera casi sistemática con la prevalencia de la libertad de expresión.

A raíz del asesinato del industrial Isidro Usabiaga, la Ertzaintza apuntó semanas atrás que hay empresarios chantajeados por ETA que se anuncian en Egin como una forma más de hacer efectivo el pago del chantaje. Nunca se ha probado nada judicialmente, aunque la policía insista en que ésa es una manera de ahorrarse problemas y cite el caso de algunas firmas, grandes superficies entre ellas, que desde que insertan anuncios en Egin han visto aliviada considerablemente la presión que el mundo violento ajercía contra ellas.

El periódico cuenta ahora con una docena de resoluciones judiciales que obligan a las distintas administraciones a no marginarlo publicitariamente, si bien algunas fuentes cuestionan esa obligatoriedad indicando que para ello es preciso que Egin esté al tanto de los pagos a la Seguridad Social, a la que adeuda varios cientos de millones.

La plantilla de Egin, compuesta por unas 200 personas, la mitad de ellas en Redacción, lleva dos años con los sueldos congelados, poniendo a prueba su compromiso militante. Salvo algunos periodos en los que la austeridad permitió equilibrar la cuenta de resultados, Egin, cuyo precio de venta es el más caro del mercado vasco, 130 pesetas, ha convivido desde siempre con las dificultades económicas, superadas, según Javier Salútregui, el director, con las aportaciones populares de los lectores.

Los problemas económicos se incrementaron hace unos años, a raíz de la entrada en plantilla de un buen número de colaboradores que elaboraban las distintas ediciones comarcales.

Frente al planteamiento, auspiciado en ocasiones desde el interior del diario, de rebajar el tono doctrinario para ensanchar así el espacio ideológico y el mercado de lectores, ha terminado imponiéndose, al igual que en la propia HB, la línea de quienes defienden que lo prioritario es armar informativa e ideológicamente a la propia militancia.

El 'nuevo Egin'

Contra lo que pudiera pensarse, sin embargo, la nueva línea, el «nuevok», no ha perdido lectores en los últimos tiempos, sino al contrario. La Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) certificó en 1995 que el diario tiene una difusión de 52.308 ejemplares diarios.

Leen Egin, claro está, todos aquellos que creen que existe una guerra, que piensan que les asiste la razón y que aceptan que la defensa de esa razón justifica la muerte ajena. Para ellos, k es el escenario en el que se representa a diario la escena del conflicto, que recrea el enfrentamiento, lo interpreta y explica y lo hace cotidiano.

De un lado, se cultiva el victimismo, se escenifican las detenciones presentadas sistemáticamente bajo el signo de la arbitrariedad y la tortura, se magnifican las acciones propias sin víctimas; por otro, cuando las bombas cumplen su función mortífera, se aplica la asepsia de la «expresión del conflicto», se escamotea el horror.

Hay también curiosos impenitentes que se asoman a las páginas de Egin desde la actitud de quien no termina de identificarse plenamente, pero no puede menos que conceder una parte de razón; lectores que, sin participar exactamente de los contenidos doctrinarios, encuentran sugestivo el teatro de enfrentamiento que se desarrolla cada día.

Leen Egin, forzosamente, los policías, que rastrean sus páginas a la búsqueda de una pista que les permita avanzar en sus pesquisas, estar al día de las convocatorias o las reivindicaciones de la violencia callejera, intuir por dónde pueden ir los tiros.

Y, naturalmente, leen Egin los políticos, que necesitan saber hacia dónde se dirige y nos dirige ese mundo.

Egin es el gran constructor del universo informativo propio, el cotidiano intelectual orgánico del Movimiento de Liberación Vasco (MLNV), el espejo edulcorado que maquilla convenientemente las miserias internas y suministra cada mañana la dosis anímica necesaria para seguir en la brecha.


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