¿Cómo se juega un rol?


La expresión jugar un rol es un extranjerismo de tomo lomo. De tomo, por jugar; de lomo, por rol. Además, se trata de una influencia híbrida francobritánica: jouer un role (francés) y to play a role (inglés). De hecho la frase ha calado hasta los huesos del lenguaje culto (economía, psicología, sociología...). Pero ¿cómo se juega un rol?

Jugar, en español, posee fundamentalmente el sentido único de diversión, recreo, entretenimiento, deporte (proviene del latín iocus /broma, diversión/). Carece de las acepciones de su cognado galo jouer (reflejadas igualmente en el inglés to play) en sentido de tocar un instrumento musical (jouer le piano-to play the piano) o de representar u papel (jouer un role-to play a role).

Por su parte, rol, sustantivo masculino, existe en nuestro idioma (incluso está emparentado con el role galobritánico). Su étimo más remoto debe buscarse en el latín rotulus /cilindro, ruedecilla/. Pero, por uno de esos extraños virajes semánticos, la forma cilíndrica del papel enrollado llevó al castellano rol a significar nómina, lista de nombres, catálogo, mientras el francoinglés role terminó siendo el trabaJo desempeñado por el actor en la obra: este concepto en nuestro idioma fue siempre sencillamente papel.

En pocas palabras, jugar un rol es en español castizo hacer, desempeñar o representar un papel o función. Sin embargo, la expresión (a veces solamente Jugar un papel) está presente cada vez más en artículos e informes científicos y técnicos. ¿Acabará recibiendo la bendición académica?

¿Real Academia... Francesa?

Uno, pese a tantos años de bregar en estos avatares del idioma, no acaba de estar curado de espantos ante las continuas ocurrencias académicas del DRAE. Y ahí van un par de botoncitos de muestra, made in France, como los bebés de antaño.

Libros, manuales y profesores de español se desgañitaron (los libros y manuales en sentido figurado, desde luego) durante muchos años para enseñarnos cómo la expresión pasar desapercibido es un galicismo (inaperáu), y su correcta versión castellana sería pasar inadvertido. El DRAE pareció respaldar este sano esfuerzo docente cuando, en su edición vigésima (1984), imponía a la tercera acepción de apercibir (percibir, observar, caer en la cuenta) el sambenito de "uso galicista" y la tildaba de "vulgar y descuidada".

Pero, ¡oh sorpresa! En la última edición del lexicón oficial (1992) la acepción galicada de apercibir queda exonerada de toda imputación barbarizante y se hace acreedora de un artículo exclusivo: "Apercibir (Del fr. apercevoir ) tr. Percibir, observar, caer en la cuenta..." Solo ocho años después, pasar desapercibido deja de ser una expresión "galicista, vulgar y descuidada" y entra al mundo de la legalidad léxica. Tomen nota.

Botón número dos. Enervar fue siempre, en buen castellano, sinónimo de debilitar (exactamente como su cognado inglés to enervate). Sin embargo, se ha utilizado frecuentemente con la eauivalencia de poner nervioso: "Su pasividad me enerva." La causa pudo ser el francés énerver o simplemente el parentesco entre nervio y enervar. El DRAE (21°ree; edición) decide recoger este uso. ¡Muy bien! Pero agrega algo insólito: "Galicismo frecuente" (¡?) Si la acepción de enervar como ponernervioso es galicista, ¿quién le dio vela en el entierro del léxico oficial del castellano?






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