Estudio de Tábula V: El ordenador ya es amigo del 36 por ciento de los españoles



Esta semana tratamos dos cuestiones distintas relacionadas con el mundo laboral. En primer lugar, analizamos dos de los cambios más notables que las personas ocupadas han experimentado en su lugar de trabajo. El uso del ordenador es una práctica extendida, tanto en oficinas como en hogares españoles. Tanto es así, que en muchos casos se ha convertido en imprescindible. Nuestra encuesta continua nos proporciona datos sobre la proporción y características de los entrevistados que utilizan habitualmente el ordenador personal. Otro cambio que sobre todo los habitantes de las grandes ciudades españolas han venido observando en los últimos años es que cada vez más trabajadores comen fuera de casa.

Probablemente, el ordenador personal se ha convertido en la tecnología más dinámica de nuestros días. Su introducción ha cambiado y continúa cambiando las formas de trabajar y vivir en las oficinas y hogares de todo el mundo. El ordenador personal fue inventado en 1981, y su comercialización en España comenzó en 1983. Es la tecnología de mayor éxito social después del teléfono y la televisión.

En diez años, el parque de ordenadores personales se ha multiplicado por más de cien. Según el EGM, actualmente un 12 por ciento de los hogares españoles ya tiene ordenador, lo cual arroja un total de 1,4 millones de ejemplares de este nuevo electrodoméstico. Este dato muestra la velocidad con que la informática ha sido incorporada en la sociedad española.

Pequeño tamaño

Preguntamos a una muestra de 2.500 trabajadores y estudiantes que viven en ciudades de más de 20.000 habitantes si utilizan habitualmente el ordenador en su puesto de trabajo o en su lugar de estudio. El uso, como era de esperar, es más frecuente que en los hogares. El 36 por ciento reconoce utilizar habitualmente el ordenador en su lugar de trabajo o estudio.

El parque informático que se utiliza en nuestro país está integrado básicamente por ordenadores de pequeño tamaño (un 94 por ciento). Este es el tipo de ordenadores que está conociendo un crecimiento más rápido. Por sectores de actividad, atendiendo al número de unidades instaladas, destacan los siguientes: manufactura, distribución, finanzas, servicios, sector público, educación y sanidad. La mayor concentración de ordenadores se halla en la Comunidad de Madrid, seguida por Cataluña, País Vasco, Valencia y Andalucía. Como vemos, la concentración de la actividad económica se corresponde con la distribución del parque informático de forma muy paralela.

El manejo de ordenadores está inversamente relacionado con la edad y directamente relacionado con la posición social y profesional, el nivel de estudios y el tamaño del lugar de residencia. La variable edad es fundamental para entender la aceptación social del ordenador y su aprendizaje. A medida que aumenta la edad, disminuye el porcentaje de los que lo utilizan habitualmente. Esta situación nos lleva a confirmar que el ordenador es la herramienta de trabajo y estudio más característica de la población más joven.

La utilización del ordenador personal también está relacionado con la posición social y el nivel educativo. Los que más lo utilizan son los profesionales con carreras medias o superiores y las personas que se autoclasifican como de clase alta. Un dato curioso es que cinco de cada diez funcionarios dicen utilizarlo habitualmente, frente a sólo tres de cada diez trabajadores del sector privado. Por sexos, los hombres saben utilizar estos aparatos en proporción mayor que las mujeres. Considerando a la vez sexo y edad, se puede decir que el acceso al ordenador caracteriza a varones jóvenes. A continuación están las mujeres jóvenes.

En el estudio del CIRES, «La Realidad Social de España, 1991-1992», se preguntó por el impacto de los ordenadores en su trabajo. Casi la totalidad de los españoles piensa que el primer efecto que se ha producido es hacer el trabajo más cómodo. En cuanto a los efectos negativos, la mayoría opina que provocan la pérdida de puestos de trabajo. Por otro lado, tres cuartas partes creen que reducen la comunicación personal.

Lo cierto es que, si se continúa potenciando el uso del ordenador en el puesto de trabajo, la idea del teletrabajo podrá convertirse en una realidad en nuestro país. De hecho, en Estados Unidos ya hay aproximadamente nueve millones de norteamericanos que sólo «van a la oficina» una vez por semana. El resto de la semana se quedan en sus casas trabajando, gracias a que las nuevas tecnologías les permiten hacerlo. En España la tendencia podría ir ganando terreno, gracias a ciertas empresas dispuestas a probar un sistema de trabajo mucho más flexible que el clásico. IBM, por ejemplo, tiene actualmente 500 teletrabajadores. Esta cifra se duplicará antes de que termine el año.

Comer fuera de casa

Existe una tendencia a comer cada vez más fuera de casa, en bares, cafeterías o restaurantes. Esa forma de comer representa un tiempo y un dinero cada vez más destacado en los presupuestos de los españoles.

El 23 por ciento de los trabajadores y estudiantes encuestados suele comer fuera del hogar durante los días laborales. De este porcentaje, la mayoría (un 12 por ciento) lo hace en su mismo centro de trabajo o estudio, un cuatro por ciento come en un bar o cafetería y otro cuatro por ciento pide el menú del día en un restaurante. Comer fuera de casa supone una vida más activa, de trabajo o de estudio, con un mayor nivel de recursos. En conjunto, este hábito de comer fuera de casa es más masculino que femenino. Así mismo, los menores de 45 años son los que más comen fuera. Esto indica que dicha tendencia probablemente aumentará en un futuro próximo.

Por último, es de interés el que los que menos oportunidades tienen de ir a casa al mediodía son los trabajadores del sector privado. Ello se explica porque, como media, trabajan más horas al día que los funcionarios.

El trabajo que uno tiene es una mezcla de decisiones individuales, de elementos fortuitos y de apoyos de medio familiar o amical. Lo lógico es llegar a convencerse de que lo bueno del trabajo de cada uno se corresponde con el esfuerzo o el mérito personal, mientras que se olvidan los otros factores fortuitos o hereditarios. Partiendo de este hecho, tenemos lógicamente que esperar un mínimo de satisfacción con el trabajo, ya que uno, al menos parcialmente, ha elegido esta opción.

Sería irracional la aceptación de que uno se ha equivocado totalmente en este sentido. Se considera este efecto como el «sesgo de la respuesta afirmativa». No es lo mismo un puesto laboral que permita sobrevivir, que otro mejor remunerado y más cómodo que posibilita otras funciones más variadas. A partir de cierto umbral de subsistencia, se exige que el trabajo no sólo proporcione una retribución proporcional a la tarea desempeñada, sino que suponga un elemento de satisfacción personal.

Una pregunta de nuestra encuesta indagaba el grado de satisfacción con el trabajo (si se sienten que han tenido la suerte de hacer lo que más les gusta). Nada menos que el 62 por ciento de los entrevistados reconoce que sí han tenido esa suerte. Veamos quiénes son los trabajadores que se sienten más afortunados.

La primera y más elemental diferencia es la edad. Junto a la edad, aparece de forma muy nítida la influencia de la clase social. Estar satisfecho con el trabajo es una manifestación de la pertenencia a la clase alta, tanto para varones como para mujeres. Se podría pensar que la mayor satisfacción laboral de las clases altas tiene que ver con el hecho de que ese ambiente propicia más las posiciones directivas. No es ésa la explicación, se trata más bien de una actitud ante la vida en general.



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