Antonio Saura reúne en Zaragoza a los hijos que Goya tuvo con las vanguardias



Zaragoza. Mercedes Berrendero.

La mirada subjetiva o la expresión individual, como dice Antonio Saura, servirán estos días para revivir la obra de Goya a través de la producción de los 62 artistas contemporáneos que participan en la magna exposición que acoge Zaragoza en homenaje al genio de Fuendetodos. Picasso, Miró, Tàpies o Klee son algunos de esos múltiples «herederos» del maestro en nuestro tiempo, surgidos a lo largo de más de un siglo de arte y reunidos ahora para recordarle.

Con el título «Después de Goya, la mirada subjetiva», la exposición que desde hoy y hasta el próximo 10 de enero acoge la capital aragonesa no puede plantearse más que como una visión muy personal del universo goyesco. Antonio Saura, comisario de la muestra, siempre ha querido dejar claro el criterio personal y, por tanto, subjetivo, «doblemente subjetivo», que se ha seguido en la elaboración de la exposición.

Con este planteamiento, se han reunido cerca de un centenar y medio de obras de un total de 62 artistas contemporáneos, sucesores y nutrientes del arte moderno que dio sus primeros pasos con Goya. Desde su compañero de época, Johan Fussli, que abre la muestra, hasta el aragonés Víctor Mira, pasando por pintores tan diversos como Francis Bacon, George Baselitz, Eduard Munch y Antoni Tàpies, conforman la larga lista de nombres que, según Saura, «están caracterizados por la conceptualización de la expresividad, la pasión de pintar y el hallazgo de soluciones novedosas en el terreno de la imagen».

Sátira y expresividad

Junto a estos nombres figuran además los de Fermín Aguayo, Karen Appel, Auerback, Bluhm, Günter Brus, Jean Dubuffet, James Ensor, Alberto Giacometti, Asger Jorn, Anselm Kiefer, William de Kooning, Santiago Lagunas, Wifredo Lam, Lucebert, Miró, Picasso, Arnulf Rainer, Bram Van Velde, Max Aub, Antoni Clavé, Constant, Otto Dix, Gustave Doré, Jean Dubuffet, Max Ernst, Julio González, Georg Grosz, Víctor Hugo, Paul Klee, Alfred Kubin, Robert Motherwell y Odilon Redon. «En todos ellos se dan –dice Saura– los tres elementos fundamentales de la producción de Goya: el onirismo o la imaginación inconsciente, la sátira social y la expresividad más desnuda».

La exposición se ha distribuido en tres espacios diferentes, La Lonja, la Sala Luzán y el Palacio de Montemuzo, en las que se expone fundamentalmente pintura y, en menor cantidad, dibujos y escultura. En las tres salas coinciden las dos grandes ideas sobre las que se ha montado la exposición. La primera de ellas, «Gabinete nostálgico», en la que se pretende «establecer una relación de continuidad entre la época de Goya y la nuestra», se subdivide en otras tres para agrupar a todas aquellas obras del siglo XIX que incluyen referencias al «sueño de la razón»; las que, haciendo honor a los «desastres de la guerra» que Goya inmortalizó en su serie de grabados, aluden a las consecuencias de los conflictos bélicos; y, por último, una serie de obras en las que subyace «la mirada cruel». La segunda parte de la muestra, bautizada como «El triunfo de la pintura», recoge ejemplos de lo que Saura llama «La figura moderna», otras que ha agrupado con el lema «Espacio y gesto» y una última titulada «La imagen pintada», con ejemplos de quienes «han pintado la modernidad al margen de las tendencias».

«Nunca me he planteado buscar la huella tangible de Goya en estas obras, porque esto hubiese sido lo más fácil; hemos hecho al contrario, buscar la presencia de Goya que no se evidenciaba, pero que subyacía en estas obras», explica Antonio Saura. Es por este motivo por el que en la muestra hay una escasa presencia española. «Nuestro propósito ha sido –dice Saura– mostrar una selección ecléctica y a un tiempo extremadamente elaborada de obras dominadas por la expresividad subjetiva». Ha sido «un pretexto para establecer relaciones fraternas en el terreno de la más amplia libertad conceptual».



© Prensa Española S.A.

Volver al comienzo

Volver