El Gobierno califica de «irresponsable» a González por utilizar la figura del Rey para arremeter contra Aznar



Madrid. Gonzalo López Alba / Cristina de la Hoz.

Felipe González afirmó ayer ante el Grupo parlamentario Socialista, en una reunión a puerta cerrada, que «nosotros hemos gobernado trece años y medio con la Monarquía sin que hubiera problemas para el desarrollo de nuestro programa y sin problemas para quien encabeza la Institución, y ahora han bastado cuatro meses para que los haya». Estas palabras provocaron una reacción inmediata del Gobierno, para el que «González ha iniciado un camino muy peligroso, pero hay que advertirle que todos podemos jugar con sus mismas reglas». El líder del PSOE se desmarcó de IU y tachó de «aventurismo irresponsable» el comportamiento de Julio Anguita.

A González, según dicen sus colaboradores, le hubiera gustado prolongar unos cuantos meses más su oposición «silenciosa» al Gobierno, convencido de que los errores de los nuevos gobernantes le proporcionan unos dividendos suficientes para vivir sin agobios una temporada, pero se ha plegado a las presiones internas y al convencimiento propio de que su condición de secretario general del PSOE le exige liderar la oposición. Ayer, en su regreso político tras las vacaciones y una larga estancia de trabajo en Iberoamérica y Nueva York, sacó los codos para marcar el territorio político del PSOE frente al PP y a IU.

El ataque más duro lo lanzó contra quien él mismo identifica como su adversario político: el Gobierno del PP, ya que –según dijo a sus diputados– no lo son ni CiU ni el PNV. Aunque a puerta cerrada, González subrayó ante sus parlamentarios, según la versión proprocionada por estos, que con el PP los problemas han afectado incluso a la Corona, algo que –según destacó– nunca ocurrió durante sus mandatos.

Quienes pudieron escuchar a González en directo interpretaron sus palabras como una crítica dirigida al Gobierno de Aznar por no haber sabido, «con una actitud más firme en la adopción de decisiones y en la asunción de la responsabilidad», preservar a la Corona de los avatares de la política. Otras fuentes socialistas precisaron que la crítica arranca de la inclusión en un discurso del Rey de una frase sobre la necesidad de «apretarse el cinturón» para alcanzar los objetivos de Maastricht, que sería la que habría dado pie al retorno al pasado de Anguita.

«Un camino peligroso»

Fuentes de Moncloa reaccionaron tachando a González de «irresponsable» y poniendo el acento en que el enrarecido ambiente político «es exclusivamente responsabilidad de la nefasta gestión de doce años de Gobierno socialista llenos de co- rrupción y de todo tipo de escándalos». Las mismas fuentes señalaron a ABC que González ha iniciado «un camino muy peligroso, pero hay que advertirle que todos podemos jugar con las mismas reglas».

En el PP entienden que González, al involucrar a Aznar en las salidas de tono de Anguita, ha recuperado el estilo demagógico que la oposición socialista practicó contra Adolfo Suárez.

No deja de ser curioso, según se destaca en el PP, que el origen de las críticas que viene recibiendo el Gobierno se deba, fundamentalmente, a su decisión de no desclasificar los papeles del CESID, acuerdo acogido con alivio en el PSOE y por el propio González.

Las críticas de González al Gobierno fueron más duras en la reunión a puerta cerrada que en sus posteriores declaraciones a los medios de comunicación. A estos les dijo que «da la impresión de que no hay un proyecto político», pero ante sus correligionarios afirmó que al PP sólo le ha preocupado «ocupar el poder» y ha hecho dejación de su obligación de gobernar porque «gobernar es decidir», pero para eso hay que tener un programa que «no tenía o ha abandonado».

Con IU dejó claro que el horizonte de una alianza estable es, hoy por hoy, una utopía. Empujado por la proclama republicana de Anguita, se desmarcó de IU –no de toda, porque dejó a salvo a los prosocialistas de Nueva Izquierda– y de los «modelos trasnochados» que defiende su coordinador general, cuyo comportamiento tachó, a puerta cerrada, de «aventurerismo inoportuno e insoportable», comportamiento que atribuyó a un «despecho de amor» con Aznar, contra el que ha arremetido después de haber vivido una «luna de miel» en la oposición.

«El entendimiento con IU no es inviable, pero es complicado» y la actitud de Anguita «lo dificulta seriamente», según declaró González, porque –según defendió– construir cualquier alternativa pasa por consensos básicos como el constitucional, sobre terrorismo o Maastricht.

La inviabilidad de esos consensos sólo viene a confirmar lo que siempre ha sido, por interés, el criterio de la dirección socialista: podrá haber acuerdos concretos, sobre todo si es para oponerse al Gobierno, pero nunca una alianza global de carácter estable. Pero nadie quiere aparecer como el que rompe, así que González dijo que «hay que mantener el diálogo». Señaló que el Gobierno intentará llegar a un acuerdo sobre las pensiones con los sindicatos. Advirtió que, si el acuerdo es razonable, el PSOE debe apoyarlo aunque, eso sí, reivindicando el mérito de haber creado el sistema de pensiones para evitar que el Gobierno le arrebate la bandera de lo social, donde sitúa las grandes diferencias con el PP.

González adoctrinó a sus parlamentarios sobre las pautas que deben aplicar como oposición y que resumió en el objetivo de construir una «alternativa de Gobierno» con vista a unas elecciones que pronostica para 1998.



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