NUEVO TRABAJO digital - Entrevista

Íñigo Álvarez Valdés, director de Asesoramiento de Estudios en el Extranjero (ASTEX)

«ANTES DE ELEGIR UN CURSO EN EL EXTRANJERO HAY QUE INFORMARSE BIEN PARA QUE NO LE DEN GATO POR LIEBRE»

Numerosas personas se encuentran, por estas fechas, rastreando ofertas para pasar el verano asistiendo a clases en un centro de un país extranjero con el objetivo de aprender un segundo idioma. El director de Astex, Íñigo Álvarez Valdés, aconseja que, antes de decidirse por acudir a un centro, es importante asesorarse bien para no cometer errores. «Informarse de todas las posibilidades tampoco es recomendable puesto que, más que ayudar, puede confundir a la persona que las solicite». Por ello, considera oportuno acudir a una empresa que asesore de aquellos centros que se ajusten en mayor medida a las necesidades de cada estudiante. «Allí recibirán una atención personalizada»

HACER un viaje a un país extranjero para aprender un idioma puede suponer, en algunas ocasiones, mucho más que saber pronunciar correctamente y no poner cara de asombro cuando alguien se dirige a nosotros. Y si no, que se lo pregunten a Vicente e Íñigo Álvarez Valdés. De pequeños, estos hermanos tuvieron la oportunidad de emprender un viaje al extranjero para aprender inglés en una escuela. Allí hicieron muy buenas migas con el director y decidieron, mientras cursaban la carrera, recomendar la escuela. «Confiamos plenamente en el centro por la seriedad y calidad de sus programas educativos y, por ello, comenzamos a recomendar a muchas personas que asistieran a sus clases y, como a su regreso volvían muy satisfechos, insistían en que les aconsejáramos sobre otros centros que reunieran las mismas características de calidad».

Una buena idea

Así, Vicente Álvarez Valdés, tras terminar la carrera de Derecho y un «master» en el Instituto de Empresa, consideró que sería una buena idea crear una empresa que sirviera de ayuda para aquellas personas que desean encontrar centros cualificados de enseñanza de idiomas en otros países. Así nació ASTEX, Asesoramiento de Estudios en el Extranjero.

Íñigo Álvarez Valdés es licenciado en Empresariales y «master» en Dirección de Empresas. Hoy es director de ASTEX y socio fundador, junto a su hermano, de Aseproce. «En estos momentos -señala- se está intentando regular el sector, porque hace unos años no había nada al respecto. Existían algunas agencias de viajes que se encargaban de esta labor; consideramos que sería importante hacernos un hueco sin tener que funcionar como una agencia, sino como un organismo que asesora a aquellas personas que saben lo que quieren y no se conforman con barajar únicamente tres opciones antes de decidirse por un curso».

-No obstante, para ofrecer un servicio de consultoría es importante tener claras cuáles son las opciones que hay en el mercado, con el objetivo de ofrecer una respuesta rápida y puntual a los distintos planteamientos del solicitante.

-Efectivamente. Generalizando, se pueden distinguir cuatro grandes campos: cursos de verano para niños; programas de un año escolar, también para niños y alumnos de COU; cursos de idiomas de corta duración o veranos para adultos; y, finalmente, programas para adultos en universidades extranjeras.

-Sin embargo, cuando una persona decide marcharse al extranjero, ¿sabe exactamente cómo hacerlo para aprovechar su tiempo al máximo y aprender otro idioma?

-La gente sabe que quiere aprender un idioma fuera, pero no tiene la idea tan clara de cómo hacerlo y cuál es la opción más conveniente para su caso particular. Los padres tienen un gran interés por la formación de sus hijos. Aquellos que disponen de los recursos económicos suficientes para enviarlos a otro país -que, lamentablemente, es un requisito indispensable- deciden recurrir a una planificación educativa seria y de calidad. No les basta con pagar una estancia pensando que sus hijos aprenderán algo; esperan unos resultados que satisfagan sus objetivos.

Demanda más exigente

-Haciendo un balance evolutivo, ¿podría decirse que la demanda es cada vez más exigente?

-Completamente cierto. De todas formas, hay que saber diferenciar entre el área sofisticada y el programa habitual que se imparte para un grupo numeroso de estudiantes en escuelas que son hechas por y para españoles, donde la exposición al idioma es limitada puesto que al salir de las clases se comunican en español. Antes, la mentalidad de los padres consistía en pensar que lo mejor era que un hijo se marchara a otro país rodeado y arropado por sus amigos y, si aprendía algo, mejor que mejor. Afortunadamente, las cosas han cambiado: hay un nivel mayor de exigencia. Ahora, los padres eligen opciones para que sus hijos aprovechen el tiempo y estudien, sin que suponga para ellos un castigo, pero tampoco unas vacaciones. Hay una tendencia a enviar a los jóvenes a escuelas con pocos españoles o, preferiblemente, ninguno, para que no hablen castellano, sino el idioma que han ido a aprender. Esta mentalidad se traduce en que la demanda es más exigente.

-¿Requiere, entonces, una atención personalizada?

-Por supuesto. Personalizada para poder atender cada una de las pautas del interesado y asesorarle. Cada caso es distinto y requiere una respuesta diferente. Muchas personas se sorprenden cuando se les informa de todas las posibilidades que tiene para elegir su nuevo estilo de vida en otra ciudad, al tiempo que estudian. Hay muchas opciones para asistir a clases de vela, música, artes marciales... asistir únicamente a convivencias, vivir con una familia; es decir, un amplio abanico de posibilidades para cada necesidad. Hay que tener en cuenta que la generación anterior a la nuestra fue la primera que decidió salir al extranjero para estudiar idiomas. Ahora ha llegado el turno a los jóvenes de las segundas generaciones, y los padres ya conocen lo que implica aprender idiomas en otro país, o lo conocen a través de amigos que lo han hecho.

Valor del boca a boca

-Resulta fundamental, entonces, el boca a boca para que una persona se decida a asistir a una institución u otra.

-Indudablemente, en nuestro caso el noventa por ciento de nuestros clientes llegan a través del boca a boca.

-Estas cifras que se barajan ¿se deben a que la falta de regulación ha provocado un cierto reparo por parte de las personas que buscan una formación de calidad y buscan, por tanto, referencias fiables?

-Es cierto, y a la vez comprensible, que la gente desconfíe por la inexistencia de una regulación oficial. Cada vez es más fácil encontrar un centro que imparta clases de idiomas en el extranjero, pero no todos ofrecen unos programas, ni unas condiciones óptimas para llevarlos a cabo, por lo que lo complicado es dar con el lugar adecuado. Es muy importante contar con una serie de garantías, como tener asegurado que si se sufre cualquier percance en el país de destino, pueda ser solventado.

-¿En qué debe fijarse una persona que busca una organización seria para que le prepare un curso en el extranjero?

-A la hora de inclinarse por acordar una estancia de este tipo en una organización u otra es importante que tenga programas contrastados, en el sentido de que la empresa cuente con una experiencia y un nivel de solvencia y garantías importante. Si lo que se busca es un servicio más específico, con un nivel medio, o medio-alto, hay que fijarse en si la institución tiene la posibilidad de ofrecer a cada estudiante o ejecutivo una respuesta adecuada después de haberle planteado todas las existentes. Por otra parte, es fundamental que cuente con un respaldo tanto de servicios como de personal, en España y en el extranjero. También hay que tener en cuenta el nivel del programa y si el profesorado es titulado o no.

-Seguro que muchos padres se plantean en estas fechas enviar a sus hijos al extranjero para realizar un curso de idiomas. ¿Cuál es su consejo?

-En primer lugar, que acuda a una empresa reconocida según los requisitos que cada país considere como legales; y, en segundo, que sea solvente y, a ser posible, que funcione durante todo el año, o pertenezca a una organización que ofrezca programas durante los doce meses. El problema que hay con los cursos de los niños es que, en muchas ocasiones, por la falta de demanda en invierno, la oferta de verano se multiplica. Esto forma parte de lo normal, aunque las empresas serias tienen su propia infraestructura funcionando. Es imprescindible que se informe al máximo de todas las posibilidades que hay en el mercado. Ver y comparar. En este caso no se dan duros a cuatro pesetas. Por otra parte, si es la primera vez que un joven viaja solo al extranjero, es importante tener en cuenta lo difícil que resulta romper el cordón umbilical que le une a sus padres. Por ello, es aconsejable que vaya a un centro donde haya otros alumnos españoles, aún a sabiendas de que el objetivo final no será tan efectivo. Cuando no se trata de pasar los meses de verano, sino el año escolar en un colegio o universidad, no cabe duda de que es importante contar con el apoyo de un gabinete de convalidaciones que se encargue de la interpretación de una norma que está cambiando continuamente. Por último, si lo ha recomendado un amigo mejor, ya que a todos nos produce una sensación de alivio contar una referencia inmediata.

-¿Se puede hablar de un curso ideal?

-No; hay uno para cada caso y edad.

-De todas formas, ¿cómo se consigue un rendimiento máximo en un tiempo récord, a veces de pocas semanas?

-Para aprender un idioma hace falta tiempo, no existen los milagros. Paralelamente, hay que destacar un punto que es clave: la fuerza de voluntad del alumno y sobre todo, su capacidad de asimilar nuevos sonidos y estructuras lingüísticas. Este criterio, que en un principio puede parecer insignificante, es fundamental, puesto que lo que un alumno puede aprender en dos meses, otro lo hace en dos semanas.

Ni vacaciones, ni castigo

-El éxito de un programa educativo de idiomas en el extranjero depende, en parte, de la respuesta del alumno. ¿Cómo se logra motivarle?

-Esta es una cuestión clave. Nunca se debe obligar a nadie a asistir a estos cursos. Hay que iniciarle de forma gradual para que se sienta atraído por aprender otros idioma fuera de su ambiente habitual. Es necesario hacerles un pequeño lavado de cerebro; explicarle que no son unas vacaciones, sino un período muy importante de aprendizaje. La motivación tiene que aportarla la propia familia; las instituciones pueden suscitar el interés del niño. Es importante que los padres cuando van a informarse lo hagan acompañados de su hijo. Los que nos dedicamos a esta labor, al verle, sabemos si está en condiciones de sacarle jugo a una estancia en el extranjero.

-Sobre todo, porque estudiar en otro país no es sólo aprender un idioma.

-Por supuesto. De entrada, conocer costumbres diferentes aporta una gran riqueza cultural. Es más, si el programa incluye estar en relación con alumnos de distintas nacionalidades, la convivencia supone una oportunidad inigualable de adquirir una formación integral completa.

Laura PERAITA


© 1996 Prensa Española S.A.

ABC, 14 de junio de 1996


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