Viernes 28 de junio de 1996

Ana María Matute ocupará el sillón de Carmen Conde
en la Real Academia

CARLOS GONZÁLEZ / EL PAÍS, Barcelona / Madrid
Ana María Matute (Barcelona, 1926) fue elegida ayer miembro de la Real Academia Española (RAE), en donde ocupará el sillón K , vacante desde el fallecimiento de Carmen Conde. La escritora -que será la única mujer perteneciente a la RAE tras la desaparición de Conde y Elena Quiroga en los últimos meses- competía con Ana Diosdado y Carlos Murciano. Matute conoció ayer la noticia gracias a los periodistas y reaccionó emocionada. La escritora declaró que la elección significa un reconocimiento a toda su carrera.


Ana María Matute, en su domicilio,
después de conocer la noticia. (C. Ribas)
Cuando los informadores llegaron a su domicilio, Matute, al no tener teléfono, seguía trabajando en su último libro y vestía informalmente. Tras conocer la decisión de sus futuros compañeros se mostró emocionada. «No me lo acabo de creer», repetía continuamente. Poco más tarde, y algo más calmada, respondía atropelladamente, sentada en el sofá de su soleado comedor todas las preguntas. «Normalmente respondo mejor», aseguraba.

Ana María Matute fue elegida en tercera votación por una amplia mayoría, según informó al término de la sesión el secretario de la Academia, Víctor García de la Concha. Participaron en la votación 28 académicos y tres más emitieron sus votos por correo, aunque éstos sólo se contabilizan en la primera votación. Matute -quien ya aspiró a un sillón de la RAE el pasado mes de enero cuando fue elegido Ángel González- fue propuesta por Pedro Laín Entralgo, Antonio Colino y Luis Goytisolo.

Para la autora de Primera memoria, el ser académica a los 70 años «es un gran estímulo y significa, de hecho, el reconocimiento al conjunto de tu carrera». Sobre el papel que piensa desempeñar en la Academia, la escritora aseguró: «Voy a aprender». Y matizó: «Si mi opinión puede tener algún valor, mejor». La escritora no se esperaba, «ni mucho menos», salir elegida en la votación. En enero creía tener serias opciones para ocupar alguna de las vacantes. «Pero no me disgusté, porque Ángel González reunía, de lejos, las condiciones necesarias», precisó. También se refirió al Premio Nobel, que hace pocos años «había visto muy cerca». «Ahora no creo que lo vea, pero no me amarga en absoluto».

La novelista opinó sobre el papel de la Academia en el cambio de siglo: «Tendría que abrirse más y ser más jóven» . En este sentido, aplaudió la incorporación de académicos jovenes, «cuanto más, mejor» .

Sobre la presencia de mujeres en la Academia, Ana María Matute aseguró que éstas «tienen mucho que hacer todavía aquí. Incluso tendría que haber más». También se refirió a su próximo libro, Olvidado rey gurú . La escritora adelantó que se trata de una novela de 1.000 páginas donde «recoge todas las vivencias que me han hecho ser escritora». La historia, ambientada en el siglo XX, narra el origen y la desaparición de una dinastía de reyes de un país imaginario.

El director de la Academia, Fernando Lázaro Carreter, declaró al terminar las votaciones: «Hoy es un día muy importante para la Academia, aparte de que vuelve a recuperar la presencia de mujeres. Matute es una indiscutible primera figura de nuestras letras, una escritora que figura ya en la historia de la literatura por derecho propio y cuya presencia aquí nos honra mucho ».

«No creo que la cuestión de que no hubiera mujeres haya influido en la decisión, ni haya devaluado la elección», dijo Luis Goytisolo. «Lo raro es que sólo haya una, debería haber muchísimas más. Es un buen motivo para que en la Academia haya más investigacion no sólo en los terrenos de creación estrictamente sino también en cuestiones filológicas o críticas ».

Antonio Mingote, que presentaba la candidatura de Ana Diosdado, señaló sobre la elección de Matute: «Me parece perfecto, es una grandísima escritora y además es una mujer y hacía falta cubrir la vancante femenina. A nivel personal quiero comentar que es amiga mía y que estoy muy contento por ella».

Autora de una treintena de libros, Ana María Matute posee, entre otros galardones, los premios Nadal, Planeta, Nacional de Literatura y de Literatura Infantil y Juvenil y la medalla de oro de Bellas Artes. También fue candidata al Premio Príncipe de Asturias en 1988.

Académica

M. GARCÍA-POSADA
Una mujer sustituye a otra mujer en la Academia: Ana María Matute en lugar de la desaparecida Carmen Conde. La Academia tiene estas plazas, un poco corporativas, para sentar en su estrado a un obispo, a un militar, a un científico y, desde Carmen Conde, a una mujer (o dos: académica fue Elena Quiroga, también fallecida). No es cosa de discutir tales opciones; la Academia está en su derecho de elegir a quien quiera, incluso a un dibujante (ya lo tiene en la persona del genial Mingote) . Dista de ser una cuota; no tiene por qué serlo.

En la terna que se barajó ayer, Matute era sin duda el nombre más próximo a un entendimiento riguroso de la literatura, pero tampoco habría que haberse rasgado las vestiduras si no hubiera sido ella la elegida y se hubiese impuesto la dramaturga o el vate que la acompañaban en la elección. Un estilo pompier acuñó en Francia el calificativo de inmortales para los académicos. Pompier y falaz: la única perennidad literaria la otorga la obra feliz. Lo demás son gacetillas para alimentar un entendimiento burocrático de la literatura. En realidad no hay cuestión que disputar: a quien la Academia se la dé la Academia se la bendiga.

Matute es el primer miembro de la generación del medio siglo en su vertiente narrativa (Aldecoa, Benet, Fernández Santos, Martín Gaite, Martín-Santos...), con la relativa excepción de Luis Goytisolo, que ingresa en la Academia; los poetas (González, Rodríguez) ya lo habían hecho; los académicos rehusaron en su momento inclinarse por la candidatura de otro destacado componente de la generación, el excelente prosista, narrador y poeta José Manuel Caballero Bonald. Muchas escritoras españolas reivindican hoy a Matute como modelo ineludible, como referencia indispensable, aunque lo más sólido de la obra de ésta se escribió hace años: Los Abel, su primera novela, es de 1948, y La torre vigía data de 1971.

Matute fue una novelista muy activa en los primeros tiempos de esta generación -activa y precoz: obtuvo el Premio Planeta en 1954-, cuando se afirmó como su voz femenina, una voz a la que definían la fuerte capacidad para fabular y un universo peculiar (el mundo infantil y adolescente, el cainismo, la dificultad de las relaciones humanas), marcado a menudo por las huellas de la guerra civil. A ésta remiten Los hijos muertos y la trilogía Los mercaderes, de la que forma parte Primera memoria, que pasa por ser su mejor obra. Después se diluyó bastante, muy dedicada a la literatura infantil, aunque últimamente había vuelto a tener más presencia. No ha sido olvidada, como revela esta elección.


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