Lunes 8 de julio de 1996

Un herido muy grave y otro grave en el primer encierro pamplonés

LUIS FERNANDO DURÁN, Pamplona

Un miura pisotea a un corredor en
el encierro del domingo (Reuter)
Los colosos miuras arrollaron en el primer encierro de San Fermín y produjeron seis heridos, uno de ellos muy grave y otro grave. Su paso por las calles fue demoledor. En el camino, derribaron a decenas de mozos, pero sin intención de cornear, aunque en el epílogo uno de ellos, Hacinador, embistiese con sus 680 kilos y su tremenda cornamenta al surafricano Robert Thwiwell, de 25 años. Sufrió herida grave por asta de toro que le penetra 14 centímetros en la región perineal y le alcanza la pelvis. Tras ser operado ayer por la tarde durante tres horas, su pronóstico en la noche del domingo era muy grave, aunque anoche no temía por su vida. También Mikel Iriarte, pamplonés de 27 años, resultó contusionado en la plaza de Santo Domingo y sufre traumatismo craneoencefálico de pronóstico grave.

Los miuras sólo hicieron daño con su paso arrollador. Por eso hubo más heridos por caídas que por cornadas. Los lances de mayor peligro se vivieron en el primer tramo del recorrido. El arranque de la manada fue impetuoso. En la primera curva, Jaradito, un toro negro de 620 kilos, empujó a tres mozos. Su compañero de camada, Hacinador, tomó el mismo camino. Con su inmensa cornamenta golpeó uno a uno a varios corredores, entre ellos Robert Thwiwell, que se apresuraban por la acera izquierda. A Jaime, de 36 años, le libró su veteranía: «Es que los novatos saben que no se puede ir por esa zona de la izquierda».

Los toros continuaron su pujante camino por la calle Mercaderes. Allí, el hacinamiento desató mayor riesgo. Atípicamente, un miura encabezaba la manada y no un cabestro. El peligro era máximo. Además, el suelo, mojado por la lluvia, causó varias caídas pese a la arena esparcida sobre el asfalto. Una carambola dramática estremeció a los mozos en la calle Estafeta. Un participante derribó a un corredor, y éste, a su vez, zancadilleó a un toro , el mismo que había herido a Robert Thwiwell. El miura derrapó hasta aplastar a un muchacho. Desenlace: dos heridos . John Timoteo, con luxación en la mano, y Mikel Iriarte.

Tras el vértigo inicial, los toros enfilaron con dulzura la calle Estafeta. En ese tramo, los participantes se mezclaron con las reses. El duelo era emotivo, según lo expresaba Mikel, un corredor de 37 años: «Cuando estás cerca de un toro, a menos de dos metros, es cuando te sientes más a gusto, y, aunque parezca mentira, ahí no se tiene miedo». Ni siquiera un toro rezagado sembró el pánico en el final del recorrido. Acompañado por un cabestro, flanqueó la plaza a los tres minutos y diez segundos del txupinazo.

Las autoridades sanitarias y municipales y las peñas sonreían tras el benévolo encierro. No obstante, un policía local y un voluntario de Cruz Roja aclaraban: «Hoy se ha sacado a cientos de personas que estaban en malas condiciones para correr».

Además, fueron atendidos en el hospital otras tres personas: Santiago Barba Fernández, Felipe Castell y Enrique Mateos. Tras el encierro, y durante la suelta de vaquillas, resultó también herido Javier Martín.


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