Sábado 6 de julio de 1996

La Feria del Toro empieza hoy en Pamplona

JESÚS M. BECERRIL, Madrid
La feria de San Fermín o Feria del Toro, el ciclo taurino más famoso del mundo, que no el más importante -ese es el de San Isidro, en Madrid- empieza esta tarde, la víspera del día del santo, con la abrumadora expectación de siempre. Este año debutan los hierros de La Ermita, El Sierro y Alcurrucén, que competirán con las ganaderías de Miura, Cebada Gago, Guardiola, Torrestrella y Marqués de Domecq. El ciclo, que consta de ocho corridas de toros y dos novilladas, anuncia a los toreros con mayor cartel del momento, excepto Joselito y Víctor Puerto.


La siempre emocionante entrada de los toros
en el coso (encierro del 11 de julio de 1995). (Efe)
La Casa de la Misericordia de Pamplona (MECA), asilo de ancianos que tiene en propiedad la plaza de Pamplona y organiza los festejos, no llegó a un acuerdo con Víctor Puerto, triunfador de San Isidro, para sustituir a César Rincón en una de las dos corridas que tenía contratadas en la feria y que no podrá torear al no haberse recuperado de su lesión de rodilla. Según Ignacio Cía, director de la Meca, Puerto había solicitado matar las dos corridas de Rincón, que ha anunciado su reaparición para el día 20 de este mes en Manzanares (Ciudad Real), pero sólo se le ofreció una de ellas y no aceptó. Los sustitutos son Juan Mora y José Tomás, que debuta en Pamplona.

Joselito, como viene siendo habitual, tampoco ha sido contratado. El torero madrileño sólo ha actuado una tarde en San Fermín en sus 11 años de alternativa. El apoderado del torero, Enrique Martín Arranz, alega desacuerdo económico con los organizadores.

La confección de los carteles de la feria -que está presupuestada en 250 millones de psetas-, en cuanto a matadores, se basa en tres criterios, según Ignacio Cía: «Repetir a los toreros que quedaron bien el año anterior, dar oportunidad a los toreros de la tierra y respecto de los demás, analizar la temporada pasada y la actual para contratar a los mejores».

Matan dos corridas Emilio Muñoz, Juan Mora, Enrique Ponce, Rivera Ordóñez, Pepín Liria y El Tato, debutante en la feria junto a José Tomás y Vicente Barrera, aunque éste ya actuó de novillero en San Fermín. Los toreros de la tierra -los matadores de toros Sergio Sánchez y Paquiro, los novilleros Edu Gracia y Francisco Marco, y el rejoneador Pablo Hermoso- han sido contratados para una tarde.

En cuanto a las ganaderías, la elección es muy escrupulosa, asegura Ignacio Cía. «Una vez que acaba la feria, ya estamos viendo las corridas del año siguiente», dice. «La seriedad del toro es esencial en San Fermín». Aunque no siempre se cumple lo previsto: este año, no se lidiarán dos de las corridas contratadas, la de Celestino Cuadri y la de Dolores Aguirre, triunfadora de la feria de 1995, porque varios toros se han lesionado en el campo. Los hierros de La Ermita y Alcurrucén, debutantes en la feria, pertenecen a los empresarios Manuel Chopera y hermanos Lozano, respectivamente.

Todas las mañanas, a las ocho, tendrán lugar los famosos encierros.

Carteles de la feria

Hoy se celebra el festejo inaugural con cuatro novillos de Rocío de la Cámara para Canales Rivera y Dávila Miura, y dos toros de Benítez Cubero para el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. Día 7, Tomás Campuzano, Miguel Rodríguez y Domingo Valderrama (Miura). Día 8, Fundi, Paquiro y Javier Vázquez (Guardiola Fantoni). Día 9, Emilio Muñoz, Enrique Ponce y Rivera Ordóñez (Alcurrucén). Día 10, El Tato, Óscar Higares y Pepín Liria (El Sierro). Día 11, Manzanares, Ponce y Vicente Barrera (La Ermita). Día 12, Juan Mora, Jesulín de Ubrique y Rivera Ordóñez (Torrestrella). Día 13, por la mañana, novillos Edu Gracia y Francisco Marco, mano a mano (novillos de Rocío de la Cámara); por la tarde, Emilio Muñoz, Juan Mora y José Tomás (Cebada Gago). Día 14, Sergio Sánchez, El Tato y Pepín Liria (marqués de Domecq).

El encierro: una afición de tiempo inmemorial

IGNACIO CÍA

Los amigos de la Peña El Encierro de Cuéllar nos invitaron en el pasado mes de febrero a compartir unos coloquios sobre los encierros. En Cuéllar consideran su encierro como el más antiguo de España y casi con seguridad que llevan razón.

En aquella grata visita pudimos comprobar que tanto Cuéllar como Pamplona son dos ciudades con muchos años a sus espaldas y ambas dentro de recintos amurallados.

No es preciso indagar demasiado para comprender que la afición a correr toros viene de tiempo inmemorial. Existe documento que acredita la organización de una corrida de toros en Pamplona en el año 1385 por el rey de Navarra Carlos II. Los actuantes fueron dos hombres de Aragón a los que se pagó 50 libras.

Esta afición y las condiciones urbanísticas obligó a que los toros que se compraban para los jolgorios de las fiestas tuvieran que estar guardados o depositados en corrales fuera de la urbe en lo queantes se llamaba «fuera puertas».

También resulta lógico que para poder jugar los toros en la plaza del pueblo era preciso trasladarlos desde los corrales al lugar de sacrificio. Esta sencilla operación de llevar los toros de un sitio a otro dio lugar a lo que iba a llamarse el encierro.

Está claro que a los bóvidos los llevaban arropados por caballos para que sus jinetes hicieran de guardianes y evitar que alguno de los cornúpetas, con ideas propias, se largara de aquella encerrona. Ciertamente era un honor conducir los toros a caballo y el abanderado, que era como se llamaba a quien ostentaba la capitanía de aquella tropa, entraba destacado en la plaza para recibir los honores del pueblo.

No obstante, en 1686 el Ayuntamiento de Pamplona prohíbe a tal abanderado participar en el encierro porque no es digno que el regidor entre en la plaza ejerciendo oficio de vaquero y le amenazan, además, con 500 ducados de multa si lo hace. Debían de tener una gran afición a hacerlo. Toda la vida ha existido la vanidad.

No sé si los primeros que corrieron delante de los toros fueron unos trasnochadores o unos madrugadores. Me inclino por los que no se fueron a dormir. Alguno de ellos cometió la travesura de ponerse en el recorrido delante de la manada, bien por sentir la comezón de desafiar a las fieras, bien por apuesta, que en estos pagos suele ser costumbre arraigada. Lo cierto es que se inició una tradición que no fue exclusiva de Pamplona, porque hasta avanzado el siglo XIX se celebraban encierros en varias ciudades y pueblos, incluidas las capitales Madrid y Sevilla, donde a raíz de accidentes mortales, parece ser, se suprimieron. Ahora se aprecia un renacer de esta costumbre.


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