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28/02/96< /I>




El lento regreso de los hijos pródigos


El retorno a Andalucía de los que un día emigraron ya no es símbolo de fracaso ni de falta de integración



JOSE BEJARANO FELIP VIVANCO Sevilla / Barcelona
A ndalucía se ha acostumbrado en los últimos diez años a recibir población en lugar de despedirla. Una pequeña parte de aquellos andaluces que por falta de recursos económicos emigraron a otros puntos de España y del mundo entre los años 50 y mediados de los 70, han vuelto al cabo del tiempo al lugar de origen. La figura del emigrante andaluz retornado muestra que decenios después de aquel éxodo masivo, la mayoría de emigrantes han echado raíces en sus lugares de destino y que sólo unos pocos han decidido volver al cabo de los años. La emigración en Andalucía se logró atajar en 1974; el retorno tomó fuerza a principios de los 80 y aún hoy sigue vigente, aunque más en unos sitios que en otros. En Cataluña, el retorno va claramente a la baja. Pero en otros lugares, especialmente varios países europeos y de Latinoamérica (Argentina, Brasil, Perú), está experimentando un aumento considerable (ver gráficos).
El retrato robot del emigrante retornado es inexacto (cada caso es una historia y por lo general irrepetible) pero, por épocas, se aprecian motivaciones comunes entre todos ellos. En Cataluña, a mediados de los 80, la crisis económica y el desapego a los valores catalanes eran las principales razones que propiciaban el retorno. A principios de los 90 el número de retornados a Andalucía registró un cierto incremento, principalmente debido al volumen de empleo directo e indirecto que generó tanto la Expo de Sevilla como las múltiples obras que paralelamente se llevaron a cabo en l a capital andaluza hasta 1992.
Hoy en día, el hecho de volver a Andalucía es, en muchas ocasiones, más anecdótico y está más relacionado con las personas jubiladas o prejubiladas por las regulaciones de plantilla en las grandes factorías del área metropolitana. Volver significa hacerlo, en la mayoría de casos, sin los hijos o sin los nietos que ya han nacido en Cataluña y, por lógica, están totalmente integrados. De hecho, según explica Pablo Martínez, delegado de la Junta de Andalucía en Cataluña, la familia y los amigos son las dos razones que frenan a muchos andaluces residentes en Cataluña a volver: "Cuando muchas familias emigradas vuelven a Andalucía de vaca ciones exclaman 'ya estamos en casa'; pero luego, al pasar por Tortosa vuelven a decir lo mismo".
Años atrás el retorno era algo doloroso, implicaba un cierto fracaso y además se tenía poca información de las ayudas y homologaciones (en materia de pensiones, derechos sanitarios, subsidios de desempleo, etcétera). La situación se ha ido subsanando en parte por el trabajo de la Junta de Andalucía, en parte por las asociaciones de emigrantes retornados constituidas a raíz de su propias experiencia. Sin embargo, no deja de ser irónico que ahora, justo cuando el número de retornados es menor, sean mayores las facilidades y ayudas que disfrutan por parte de la Administración y de algunas asociaciones. Aunque también es lógico. A mediados de los 80, España acababa de entrar en la entonces CE: la falta de información en embajadas españolas en el extranjero, el conocimiento escaso del derecho comunitario y la falta de equivalencias entre las prestaciones sociales españolas y las e xtranjeras dificultaban y alargaban más de la cuenta el papeleo. Hoy en día ese papeleo no ha desaparecido del todo, pero al menos, la reciente publicación de la "Guía del emigrante andaluz retornado" por la Junta de Andalucía facilita la solución a parte de los problemas. La guía detalla todos los documentos necesarios para hacer las solicitudes así como las posibles ayudas económicas adicionales: gastos de desplazamiento, exención de tasas aduaneras, etcétera.
"La política nunca ha sido la de propiciar el retorno, que afortunadamente en Cataluña no es muy elevado. Ahora bien, si alguien decide volver a su tierra de origen, se le tiene que ayudar en todo lo posible", explica Pablo Martínez.
"Cuando volvimos en 1988 a Granada no había ninguna información sobre los derechos del retornado y todavía pocas nociones de legislación comunitaria. Durante medio año estuvimos pleiteando con la Junta de Andalucia por un subsidio de desempleo que nos acabaron recortando...". Emilia Rodríguez, 34 años, volvió a Andalucía después de haber vivido en Francia casi toda su vida. Cuando su padre se jubiló, parte de la familia retornó a Granada y se topó --como otras familias-- con problemas asistenciales y burocráticos. La solución apareció con la fundación de la Asociación Granadina de Emigrantes Retornados (Ager), que dispone de una decena de asesores técnicos que tramitan todo tipo de documentos. Ager es la asociación de emigrantes retornados más importante de Andalucía: en la actualidad tiene 5.150 socios y sólo el año pasado atendió un total de 22.418 consultas procedentes de 29 países de todo el mundo.
"En Granada --ilustra Emilia Rodríguez-- nos sentimos muy apoyados por la Seguridad Social y por la Junta de Andalucía, pero en Jaén o Huelva, la información es todavía muy escasa". Las provincias que más volumen reciben de retornados son Málaga, Granada y Sevilla, las que menos, Jaén y Huelva.

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