El Museo del Prado abre la mayor exposición de Goya de su historia en el 250 aniversario del pintor



Madrid. Jesús García Calero.

El Museo del Prado presentó ayer la exposición con la que rinde homenaje a la obra de Francisco de Goya cuando se cumplen los 250 años de su nacimiento. La muestra que hoy inaugurarán Sus Majestades los Reyes ha reunido un total de 170 obras para un proyecto en el que se suman 130 cuadros de la colección del Prado y 30 préstamos de museos y colecciones de todo el mundo, más once obras provenientes de colecciones e instituciones españolas. Se trata de la actividad central del programa cultural del «Año Goya». El Museo del Prado se prepara ahora para una avalancha de visitas a la que es ya la mayor exposición sobre Goya organizada en la pinacoteca.

Para la exposición «Goya 1746-1828», cuyo comisario es Juan Luna, el Museo del Prado ha habilitado un horario continuado de 9 a 21 horas, incluidos los festivos, si bien los lunes permanecerá cerrado. Cerrará también el Viernes Santo y el Primero e Mayo. Una novedad en el Prado será la posibilidad de adquirir las entradas por adelantado, a través de la sociedad estatal Goya’96 (en el teléfono 902-30-19-96). La entrada principal será por la puerta de Murillo –junto al Jardín Botánico–, pero la Puerta de Velázquez servirá de acceso a minusválidos y a personas con entrada anticipada.

Homenaje al artista

Juan Luna explicó ayer que el sentido de la muestra es «rendir un homenaje a Goya como pintor». Partiendo de las salas habitualmente dedicadas al genial sordo de Fuendetodos se ha configurado un montaje en lo posible cronológico. Pese a todo, la ordenación es inevitablemente temática y se inicia con los cartones de tapicería que el Prado aglutina en unas pocas salas pero que Goya fue produciendo durante buena parte de su vida. Junto a ellos, se ha añadido una sala que muestra cartones de los fondos del museo normalmente no expuestos y varios bocetos que los acompañan, así como tres de los seis cartones de tapicería que fueron robados en torno a 1870 y que no habían regresado hasta hoy a España. Son «Los niños del carretón», «El médico», y «El niño del carnero», que proceden de instituciones de EE.UU. y Escocia. La siguiente sala acoge dos obras de reciente adquisición por el museo: el «Pequeño autorretrato» y el retrato de «La esposa del infante Don Luis» con el que se reencuentra, por cierto, ya que se expone junto al retrato de dicho infante, de colección particular. También aquí figura «La marquesa de Pontejos», que para Luna es doblemente reseñable, pues, «además de un excelente retrato, posee un hermoso fondo de paisaje, que rememora los cartones de tapicería». También el delicado y turbador «El sueño», que procede de Dublín.

Sala Real

Aquí la muestra gira bruscamente para entrar en la que fue Sala Real, que habitualmente mostraba los cuadros históricos del pintor y que se ha modificado. Por su historia como Sala de Reyes, ha concentrado los grandes retratos regios de Goya, presididos por «La familia de Carlos IV», al que refuerzan sus admirables bocetos y obras del tiempo de Carlos III. De este monarca se expone un retrato en traje de Corte, procedente del Banco de España, que ejerce el contrapunto del celebérrimo que le muestra vestido de cazador, que aquí le acompaña. Tras el leve descanso que un pasillo y un puesto de venta ofrecen a los ojos del visitante, la exposición continúa con varias salas que concentran las obras de temática religiosa y los retratos del artista. Es ésta una crónica por la que desfila la España de la época, representada por sus protagonistas: nobles, clérigos, militares, políticos, etc.

Las Majas

Próximas están las naturalezas muertas –dos del Prado y tres préstamos–, miniaturas y los dos retratos de la marquesa de Santa Cruz («dos marquesas distintas, puesto que eran suegra y nuera, que por fin se encuentran», bromeó Luna). El espacio se completa con otros retratos. La sala que normalmente albergaba los grandes retratos regios también ha sido alterada. Está presidida por la alegoría llamada «España, el Tiempo y la Historia», cuadro que conmemora la Constitución de Cádiz de 1812. Junto a ella, están, en un nivel superior, los toldos procedentes del Palacio de Godoy, con alegorías del comercio, la industria y la agricultura. Les acompañan las Majas, separadas una frente a otra en atención al esperable interés del público para evitar aglomeraciones, y otros retratos, como el de la supuesta esposa del pintor, la espléndida «Condesa de Chinchón» y otros dos retratos . Desde esta sala, en la que se evoca a Godoy, pues era el marido de la condesa de Chinchón y el propietario de las Majas, se accede a la Galería Central.

Allí se muestran los cuadros históricos: «Los fusilamientos» y «La carga de los mamelucos», y también los retratos de Fernando VII, «El coloso», «Las majas en el balcón», etc.

Entonces, justo a la derecha, se abre la sala que reconstruye idealmente la disposición de las «Pinturas negras» en la Quinta del Sordo. La exposición concluye con lienzos de los años anteriores a la muerte de Goya, como «La lechera de Burdeos» o la «Última comunión de San José de Calasanz», así como con varios retratos de esta época. Las 170 obras de la muestra abarcan toda la producción goyesca, desde sus inicios como pintor de la Corte en 1775 hasta un año antes de su muerte, en el exilio bordelés, en 1828.

La celebración del 250 aniversario de Goya no ha podido sustraerse a determinadas críticas en el sentido de que esta exposición era una oportunidad desaprovechada. El comisario de la exposición y el director del Prado minimizaron las críticas y vinieron a recordar que «en ocasiones pueden ser fruto de celos y en otras, parafraseando el refrán, de quien quiso ser fraile antes que cocinero».



© Prensa Española S.A., ABC, Jueves, 28 de marzo de 1996