UN
CREADOR COMPROMETIDO CON SU TIEMPO
La
amplia filmografía de un cineasta que no quiso rendirse
Desarrolló
su carrera a lo largo de 50 años
AUGUSTO M. TORRES
|
Madrid
En
su autobiografía Y todavía sigue (2002), Bardem se
lamenta de las muchas películas que no pudo hacer como consecuencia
de la dureza de la censura del régimen franquista. Pese a todo,
su amplia filmografía contiene películas esenciales en la
historia del cine español, y varias de ellas se convirtieron desde
un primer momento en inteligentes radiografías críticas de
una sociedad y un sistema político que primaba el servilismo sobre
la inteligencia.
Tras
finalizar la carrera de ingeniero agrónomo, en 1947 Juan Antonio
Bardem comienza a estudiar dirección en la primera promoción
del recién creado Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas,
pero no se licencia por no aprobar la práctica de fin de carrera.
Debuta
como realizador con la eficaz comedia realista Esa pareja feliz
(1951), una hábil síntesis de las mejores de la época,
que codirige con Luis García Berlanga. En un estilo muy distinto,
mucho más personal, realiza a continuación Cómicos
(1953), un excelente drama sobre el mundo de los actores de teatro, que
el paso del tiempo le ha permitido salvar del esquematismo inicial para
convertirse en un estupendo documental sobre una desaparecida forma de
hacer teatro, oficio que conocía bien por sus padres, los estupendos
cómicos Rafael Bardem y Matilde Muñoz Sampedro.
Tras
la fallida comedia ternurista Felices Pascuas (1954), que muy poco
o nada tiene que ver con el resto de su cine, y a pesar de la dureza de
la censura del general Franco, Bardem filma tres películas fundamentales
en la historia del cine español: comienza con la coproducción
con Italia Muerte de un ciclista (1955), que relata los amores adúlteros
entre un profesor universitario lleno de dudas y una burguesa muy segura
de sí misma. Sigue con la coproducción con Francia Calle
Mayor (1956), su obra maestra, personal y eficaz adaptación
de La señorita de Trevélez, de Carlos Arniches, en
torno a unos señoritos de provincias que gastan una broma de mal
gusto a una solterona, y durante cuyo rodaje es detenido. Y, en tercer
lugar, filma La venganza (1957), un drama rural sobre la reconciliación
planteada por el Partido Comunista, demasiado distorsionado por la censura.
Durante
el final de los años cincuenta y principios de los sesenta, Bardem
tiene grandes dificultades para hacer su crítica sobre la realidad
española y dirige tres desiguales películas características
del cine de mensaje, típico de la época. Sonatas
(1959), adaptación de la obra de Ramón del Valle-Inclán
integrada por dos episodios, uno rodado en Galicia y el otro en México,
donde en el último momento debe sustituir a Lucía Bosé
por Aurora Bautista en un papel inadecuado para ella. A las cinco de
la tarde (1960), drama taurino basado en una obra teatral de Alfonso
Sastre. Y Los inocentes (1962), cuya acción, por razones
de censura, se ve obligado a trasladar de San Sebastián a Mar del
Plata.
Al
injusto fracaso de Nunca pasa nada (1963), uno de sus mejores filmes,
un nuevo y más ambicioso retrato de la vida de provincias realizado
a través de unos personajes de perdedores, le sigue Los pianos
mecánicos (1965), una coproducción con reparto internacional,
basada en la novela homónima de Henry-François Rey, cuyo
éxito lanza a Bardem a la realización de un cine comercial.
Rodar
para sobrevivir
Durante
los últimos años de la dictadura, una de las peores etapas
del cine español, Bardem se ve obligado a rodar para sobrevivir
la producción bélica El último día de la
guerra (1968), además de Varietés (1970), una
nueva y mala versión de su gran película Cómicos,
al servicio de Sara Montiel. En 1972 adapta a la pantalla La isla misteriosa,
basada en la novela de Julio Verne, y dirige las irregulares historias
policiacas La corrupción de Chris Miller (1972) y El poder
del deseo (1975).
Con
la llegada de la democracia, vuelve a hacer el cine que le interesa: realiza
El puente (1976) y Siete días de enero (1978), sobre
los violentos sucesos de los primeros tiempos de la democracia. Rueda en
Bulgaria su filme más caro, La advertencia (1982), una coproducción
con la Unión Soviética. Y tras realizar algunos episodios
y series para la televisión, finaliza su carrera como director de
largometrajes con Resultado final, en 1997. |