Lunes, 22 de octubre de 2001

Fraga logra su cuarta mayoría

El PP sólo pierde un escaño, y los socialistas de Pérez Touriño igualan al Bloque de Beiras

XOSÉ HERMIDA | Santiago de Compostela 

A un mes de cumplir los 79 años, Manuel Fraga (PP) apuntaló ayer su lugar en la historia de España al conseguir la cuarta mayoría absoluta consecutiva en las elecciones autonómicas de Galicia. Fraga no ha podido alcanzar el gran reto de ampliar su actual mayoría, pero según los datos escrutados a falta del voto de los emigrantes, perdería sólo uno de los 42 escaños que tenía en el Parlamento autonómico (de un total de 75). Su victoria es arrolladora: por tercera vez supera el 50% de los votos, a más de 25 puntos porcentuales de distancia de su rival inmediato. Las elecciones suponen un revés para el BNG, liderado por Xosé Manuel Beiras, que por primera vez en 12 años retrocede posiciones y pierde un escaño. El PSOE de Emilio Pérez Touriño no recupera la segunda plaza que le arrebataron los nacionalistas en 1997, pero les iguala en fuerza parlamentaria y es el único partido que mejora sus resultados.

Medio siglo después de haber iniciado su carrera bajo el franquismo, Fraga se confirmó ayer como el político más longevo de la reciente historia española. No es habitual que un hombre de casi 80 años consiga sostenerse en el poder sin apenas desgaste, pero tampoco hay en Europa una sociedad tan envejecida como la gallega, en la que casi el 25% de sus habitantes supera la edad de la jubilación. Las elecciones de ayer confirman que Fraga mantiene su gran bolsa de votos en ese sector de mayor edad y residente en las zonas rurales, lo que no le impide, en todo caso, alcanzar también notables porcentajes de apoyo en el medio urbano, donde la izquierda y el nacionalismo tienen mayor fortaleza.

Los resultados de estas elecciones no depararon sorpresas al coincidir con lo que ya habían predicho las encuestas de modo insistente. El mapa político en Galicia apenas se ha movido desde 1997. La fortaleza de Fraga resulta inabordable para la oposición, a pesar de los problemas que ha pasado la Xunta en los últimos meses, desde la crisis de las vacas locas a las consecuencias de los temporales del pasado invierno, dificultades que, a principios de año, hicieron concebir a sus rivales esperanzas de que el declive del fraguismo había comenzado. Tampoco le ha dañado a Fraga la impresión que transmitían muchas encuestas de que a un buen número de gallegos les parecía demasiado mayor para optar a la reelección. 

Todos esos factores apenas han pesado, o han pesado menos que la incertidumbre sobre un posible pacto entre socialistas y nacionalistas. BNG y PSdeG, aunque redistribuyen ligeramente la proporción entre ambos, siguen donde estaban en 1997, a una distancia sideral del PP y sin capacidad para ganarle terreno. Para Fraga, según explicó anoche, resulta una consecuencia lógica de su voluntad de "ocupar todo el espacio del centro".

Con el triunfo en la mano, que supone un alivio para el conjunto del PP nacional y sus tribulaciones por el caso Gescartera, los populares parecen abocados a afrontar, de una vez por todas, el delicado proceso de buscar un sustituto a Fraga. El presidente de la Xunta da muestras de que no tiene prisa por abrir el debate. Ha insistido en que piensa agotar la legislatura y, de momento, no ha ofrecido la menor indicación que permita pensar que romperá en su próximo Gobierno la costumbre de no designar un número dos. Fraga tampoco parece sentirse más vulnerable físicamente que cualquiera otra persona. "A todos nos puede partir un rayo en cualquier momento", comentó hace unos días.

En su discurso tras la victoria, el presidente de la Xunta recordó que hasta el próximo miércoles no se conocerá el escrutinio de los votos de la emigración, que aún podrían mejorar los resultados del PP. De hecho, los populares obtuvieron ayer en Galicia los mismos 41 diputados que hace cuatro años, pero entonces los residentes ausentes -que dieron su apoyo a Fraga en casi un 70%- les permitieron recuperar un escaño, que perdió el BNG, y subieron a 42. Esta vez, además, la participación de los emigrantes (el 11% del censo total) ha crecido en un 30%. 

En el cuartel general del PP gallego existía anoche la certeza de que los sufragios del exterior les otorgarán un escaño que se llevó el PSOE por poca diferencia en la provincia de Ourense y tampoco se descartaba la posibilidad de disputar otro más al PSdeG en A Coruña. Los socialistas, sin embargo, trataban de alimentar otra esperanza: dada la debilidad del nacionalismo entre los gallegos de la diáspora, el escrutinio del miércoles hasta podría brindar al PSOE la remota posibilidad de superar al BNG en el número de sufragios.

El retroceso del BNG es leve, pero resulta doloroso para la formación de Beiras, ya que invierte una tendencia inalterable en la última década, en la que el avance de los nacionalistas había sido constante en todo tipo de elecciones. Entre 1989 y 1997, multiplicaron sus votos por cuatro en las autonómicas, consiguieron importantes alcaldías en 1999 y en las generales de hace año y medio lograron tres diputados en el Congreso.

Beiras proclamó anoche que no tiene intención de renunciar al liderazgo que ejerce desde hace 15 años, pero habrá que ver si el aparato de la organización -que no controla él- piensa lo mismo. Existen además sectores del BNG que se quejan de la escasa renovación del equipo dirigente -sus listas en estas elecciones han sido un calco de las de 1997- y que ahora podrían sentirse animados a dar la batalla.

Los socialistas han detenido su caída y, por primera vez desde 1989, pueden presentar un ligero avance: más de dos puntos porcentuales en el voto y dos nuevos escaños que le permiten igualar su fuerza parlamentaria a la del BNG. "Somos la alternativa para el cambio", proclamó anoche Pérez Touriño, cuyo liderazgo, en muy buena sintonía con la dirección federal, sale reforzado. Touriño tendrá ahora mayor autoridad para disciplinar al alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, quien irritó a buena parte de la militancia socialista por sus apariciones junto a Fraga en la campaña. 


 

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