Martes, 19 de febrero de 2002

EN LA MUERTE DEL FUNDADOR DE EL PAÍS
La fundación de EL PAÍS y de Alianza Editorial, sus obras clave

Sus numerosas actividades convirtieron a Ortega en un editor fundamental en la España moderna

Junto a Camilo José Cela y Jaime García Añoveros, en la apertura de las primeras Cortes democráticas, en julio de 1977. ( RICARDO MARTÍN )

EL PAÍS| Madrid

José Ortega Spottorno, fundador de EL PAÍS y de Alianza Editorial, memorialista y escritor, y una de las personalidades más importantes del mundo de la cultura española en el siglo XX, nació el 13 de noviembre de 1916. Hijo del filósofo José Ortega y Gasset, estudió el bachillerato en el Instituto Escuela de Madrid y, a lo largo de su vida, honró el carácter de esa educación recibida en la niñez y en la adolescencia dedicando su vida a subrayar el ejemplo liberal y laico cuyas raíces proceden de esas enseñanzas. La biografía de José Ortega, que juntó su raigambre de editor de libros y de fundador de EL PAÍS con una vocación literaria que tuvo en las memorias su mejor expresión, coincide casi de lleno con la del siglo XX, en sus mejores momentos y en sus momentos más sombríos. Su vida se inicia con la Primera Guerra Mundial y prosiguió después en las épocas más ricas, y también en las más difíciles, del siglo en el mundo y en España. Él mismo lo dijo: 'Yo veo mi vida por décadas', comentaba en una entrevista por sus 80 años. 'Nada especial tengo registrado en 1926. En 1936 es la guerra civil. En 1946, terminada la Guerra Mundial, mi padre regresó a Madrid. En 1955 muere mi padre. Creé Alianza Editorial en 1966. En 1976 sale EL PAÍS. En 1986 sale mi primer libro. A mí me ha cambiado mucho la vida cada década'. Tras el inicio de la guerra civil, abandonó el país junto con su familia el 30 de agosto de 1936, trasladándose a vivir a La Tronche (Ginebra), y meses después, a París. Al finalizar la guerra regresó a España. Estudió la carrera de ingeniero agrónomo y siempre guardó la afición por las ciencias y las matemáticas que, en sus años iniciales, compartió con el oficio editorial, que fue una vocación apasionada. Esta actividad ocultó su otra voluntad, la de escritor; era un estilista excelente, que cultivó en sus memorias -de las que este periódico publicó notables fragmentos a lo largo del tiempo-, pero prefirió dejar a un lado el brillo de su pluma para prestar atención a los otros, viejos y jóvenes, a los que dio acogida en su primordial relación con los libros, que fue la que estableció, sobre todo, a través de Alianza Editorial. Pero antes, con su padre todavía en el exilio, reanudó en la posguerra las publicaciones de la editorial Revista de Occidente, central en la biografía intelectual española de antes y de después de la contienda civil. En 1963 volvió a sacar a la calle mensualmente la Revista, fundada por Ortega y Gasset en 1923, y se encargó de su dirección. De esa etapa de su vida recordaba que publicaron 'muchos libros de gente perseguida, empezando por Julián Marías, que acababa de salir de la cárcel, o Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. En la segunda etapa, que fue la mía, escribieron unos 800 autores, que son los que hoy están en el candelero'. Estaba muy satisfecho de esa labor, y la atesoró como una consecuencia de su voluntad de hacer pervivir en España el espíritu liberal que como editor le había enseñado su padre. En cierto modo, la tuvo también en cuenta cuando años después inició la labor de convencer a otros de que era bueno crear un periódico liberal en la España del posfranquismo. Ése fue EL PAÍS. En 1966 fundó Alianza Editorial, de la que fue consejero delegado, y cuya colección El Libro de Bolsillo puso, a un precio razonable, en manos de muchos ciudadanos tantos autores de prestigio españoles y extranjeros. Según él, fue 'una iniciativa muy oportuna, que introdujo el libro de bolsillo en España y sintonizó enseguida con los jóvenes, a los que proporcionamos el contacto con numerosos autores que entonces no estaban al alcance de la gente, desde Freud y Toynbee hasta Proust y Clarín'. Esa creación de Ortega Spottorno tenía que ver con su amplia visión de la difusión cultural, que no sólo era consecuencia de un negocio, sino sobre todo de una voluntad de convicción y de enseñanza civil en un país que había vivido un grave quebranto como consecuencia de la guerra. Ortega Spottorno tuvo una visión integral de la industria del libro: desde el descubrimiento de nuevos escritores y la amistad con los autores hasta la organización de los departamentos comerciales de distribución o promoción y el trato individualizado con los libreros o el conocimiento a fondo de las artes gráficas. La apariencia del libro, su diseño y su aspecto, era una de las dimensiones de su principal respeto: el que le inspiraba el lector. En 1971 recibió el Premio Juan Palomo por la creación de esta editorial, y durante el acto de entrega anunció su intención de lanzar EL PAÍS. Desde tiempo atrás estaba concibiendo la idea de publicar un periódico defensor de la democracia, tolerante, abierto y europeo, que entroncara con la buena tradición de El Imparcial y El Sol, a los que habían estado vinculados antepasados suyos. Ortega Spottorno perteneció a una larga y fructífera estirpe de periodistas: su abuelo paterno, José Ortega Munilla, fue director de Los Lunes del Imparcial, cuyo fundador fue su abuelo materno, Eduardo Gasset Artime; su tío abuelo José Gasset Chinchilla fundó el Diario Gráfico, y su padre, José Ortega y Gasset, actuó como principal mentor ideológico y articulista de El Sol. Su empeño -que describiría como 'una aventura que valió la pena'- no dio sus frutos hasta después de muerto Franco. Fue uno de los fundadores de Promotora de Informaciones, SA (PRISA), constituida el 18 de enero de 1972 y editora del diario EL PAÍS desde el 4 de mayo de 1976. Redactó los principios ideológicos del diario, incorporados después al Estatuto de Redacción, el primero que tuvo un periódico en España. De entre las numerosas actividades que han ocupado su vida, siempre confesó que la fundación de EL PAÍS fue la más destacada. 'Los méritos son de Juan Luis Cebrián y de Jesús de Polanco. Los méritos míos son la oportunidad de haber hallado el momento adecuado para el proyecto y el tipo de periódico. Por mi labor editorial, mi nombre y mi independencia tenía un cierto poder de convocatoria'. Hasta junio de 1984 fue presidente de la junta de fundadores y del Consejo de Administración de PRISA, y desde entonces pasó a ocupar la presidencia de honor. En aquella ocasión escribió: 'Dejo esa presidencia porque tengo quien me sustituya en ella con mayor capacidad y juventud que yo. A propuesta mía, el consejo de administración ha nombrado presidente a Jesús de Polanco, un temperamento empresarial de primer orden, que era nuestro consejero delegado desde que le animé, en el verano de 1975, a ocupar ese puesto. (...) Dejo además la presidencia porque es prudente entregar las armas antes de que llegue la ancianidad y se nos caigan de las manos. Pero hay otra razón egoísta: pretendo hacer personalmente aquello que como editor he procurado toda mi vida que hicieran los demás, a saber, escribir'. Y lo hizo: días antes de su muerte aún trabajaba en su libro más ambicioso, Los Ortega, que tenía en fase de corrección de pruebas, tarea que le ensimismaba y le devolvía a sus tareas primordiales en el mundo de la edición. En ese libro, que publicará Taurus, y del cual él ya había elegido fotografías y portada, demuestra otra vez, según los que ya han tenido la oportunidad de leerlo, las características principales de su estilo. Ortega no era un hombre que se enseñoreara en las descripciones prolijas de las ideas o los acontecimientos: a él le importaba la gente, y tenía la virtud de mostrarla en sus virtudes o en sus defectos con un solo trazo, como un buen periodista que además cuidara la escritura con la pasión de un poeta de la memoria. Sus textos revelan un espíritu en el que convivían el humor y la melancolía. Entre 1977 y 1979, José Ortega Spottorno fue, también, senador por designación real en las Cortes Constituyentes. Fruto de su nueva faceta de escritor, publicó su primera novela, El área remota, en 1986, a la que siguieron Relatos en espiral (1990) e Historia probable de los Spottorno (1992). Estaba casado desde 1949 con Simone Klein, autora de 1.080 recetas de cocina, que firmó como Simone Ortega, y tenía tres hijos: José, Inés y Andrés Ortega Klein, compañero nuestro en EL PAÍS. Era un hombre cálido pero tímido, un personaje de un siglo que le tuvo como testigo y también como protagonista de una herencia civil que tantos efectos positivos tuvo para la España que vivimos ahora.


 


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