EN
LA MUERTE DEL FUNDADOR DE EL PAÍS
La
fundación de EL PAÍS y de Alianza Editorial, sus obras clave
Sus
numerosas actividades convirtieron a Ortega en un editor fundamental en
la España moderna
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Junto
a Camilo José Cela y Jaime García Añoveros, en la
apertura de las primeras Cortes democráticas, en julio de 1977.
( RICARDO MARTÍN ) |
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EL PAÍS|
Madrid
José
Ortega Spottorno, fundador de EL PAÍS y de Alianza Editorial, memorialista
y escritor, y una de las personalidades más importantes del mundo
de la cultura española en el siglo XX, nació el 13 de noviembre
de 1916. Hijo del filósofo José Ortega y Gasset, estudió
el bachillerato en el Instituto Escuela de Madrid y, a lo largo de su vida,
honró el carácter de esa educación recibida en la
niñez y en la adolescencia dedicando su vida a subrayar el ejemplo
liberal y laico cuyas raíces proceden de esas enseñanzas.
La biografía de José Ortega, que juntó su raigambre
de editor de libros y de fundador de EL PAÍS con una vocación
literaria que tuvo en las memorias su mejor expresión, coincide
casi de lleno con la del siglo XX, en sus mejores momentos y en sus momentos
más sombríos. Su vida se inicia con la Primera Guerra Mundial
y prosiguió después en las épocas más ricas,
y también en las más difíciles, del siglo en el mundo
y en España. Él mismo lo dijo: 'Yo veo mi vida por décadas',
comentaba en una entrevista por sus 80 años. 'Nada especial tengo
registrado en 1926. En 1936 es la guerra civil. En 1946, terminada la Guerra
Mundial, mi padre regresó a Madrid. En 1955 muere mi padre. Creé
Alianza Editorial en 1966. En 1976 sale EL PAÍS. En 1986 sale mi
primer libro. A mí me ha cambiado mucho la vida cada década'.
Tras el inicio de la guerra civil, abandonó el país junto
con su familia el 30 de agosto de 1936, trasladándose a vivir a
La Tronche (Ginebra), y meses después, a París. Al finalizar
la guerra regresó a España. Estudió la carrera de
ingeniero agrónomo y siempre guardó la afición por
las ciencias y las matemáticas que, en sus años iniciales,
compartió con el oficio editorial, que fue una vocación apasionada.
Esta actividad ocultó su otra voluntad, la de escritor; era un estilista
excelente, que cultivó en sus memorias -de las que este periódico
publicó notables fragmentos a lo largo del tiempo-, pero prefirió
dejar a un lado el brillo de su pluma para prestar atención a los
otros, viejos y jóvenes, a los que dio acogida en su primordial
relación con los libros, que fue la que estableció, sobre
todo, a través de Alianza Editorial. Pero antes, con su padre todavía
en el exilio, reanudó en la posguerra las publicaciones de la editorial
Revista de Occidente, central en la biografía intelectual española
de antes y de después de la contienda civil. En 1963 volvió
a sacar a la calle mensualmente la Revista, fundada por Ortega y
Gasset en 1923, y se encargó de su dirección. De esa etapa
de su vida recordaba que publicaron 'muchos libros de gente perseguida,
empezando por Julián Marías, que acababa de salir de la cárcel,
o Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. En la segunda etapa,
que fue la mía, escribieron unos 800 autores, que son los que hoy
están en el candelero'. Estaba muy satisfecho de esa labor, y la
atesoró como una consecuencia de su voluntad de hacer pervivir en
España el espíritu liberal que como editor le había
enseñado su padre. En cierto modo, la tuvo también en cuenta
cuando años después inició la labor de convencer a
otros de que era bueno crear un periódico liberal en la España
del posfranquismo. Ése fue EL PAÍS. En 1966 fundó
Alianza Editorial, de la que fue consejero delegado, y cuya colección
El Libro de Bolsillo puso, a un precio razonable, en manos de muchos ciudadanos
tantos autores de prestigio españoles y extranjeros. Según
él, fue 'una iniciativa muy oportuna, que introdujo el libro de
bolsillo en España y sintonizó enseguida con los jóvenes,
a los que proporcionamos el contacto con numerosos autores que entonces
no estaban al alcance de la gente, desde Freud y Toynbee hasta Proust y
Clarín'. Esa creación de Ortega Spottorno tenía que
ver con su amplia visión de la difusión cultural, que no
sólo era consecuencia de un negocio, sino sobre todo de una voluntad
de convicción y de enseñanza civil en un país que
había vivido un grave quebranto como consecuencia de la guerra.
Ortega Spottorno tuvo una visión integral de la industria del libro:
desde el descubrimiento de nuevos escritores y la amistad con los autores
hasta la organización de los departamentos comerciales de distribución
o promoción y el trato individualizado con los libreros o el conocimiento
a fondo de las artes gráficas. La apariencia del libro, su diseño
y su aspecto, era una de las dimensiones de su principal respeto: el que
le inspiraba el lector. En 1971 recibió el Premio Juan Palomo por
la creación de esta editorial, y durante el acto de entrega anunció
su intención de lanzar EL PAÍS. Desde tiempo atrás
estaba concibiendo la idea de publicar un periódico defensor de
la democracia, tolerante, abierto y europeo, que entroncara con la buena
tradición de El Imparcial y El Sol, a los que habían
estado vinculados antepasados suyos. Ortega Spottorno perteneció
a una larga y fructífera estirpe de periodistas: su abuelo paterno,
José Ortega Munilla, fue director de Los Lunes del Imparcial,
cuyo fundador fue su abuelo materno, Eduardo Gasset Artime; su tío
abuelo José Gasset Chinchilla fundó el Diario Gráfico,
y su padre, José Ortega y Gasset, actuó como principal mentor
ideológico y articulista de El Sol. Su empeño -que
describiría como 'una aventura que valió la pena'- no dio
sus frutos hasta después de muerto Franco. Fue uno de los fundadores
de Promotora de Informaciones, SA (PRISA), constituida el 18 de enero de
1972 y editora del diario EL PAÍS desde el 4 de mayo de 1976. Redactó
los principios ideológicos del diario, incorporados después
al Estatuto de Redacción, el primero que tuvo un periódico
en España. De entre las numerosas actividades que han ocupado su
vida, siempre confesó que la fundación de EL PAÍS
fue la más destacada. 'Los méritos son de Juan Luis Cebrián
y de Jesús de Polanco. Los méritos míos son la oportunidad
de haber hallado el momento adecuado para el proyecto y el tipo de periódico.
Por mi labor editorial, mi nombre y mi independencia tenía un cierto
poder de convocatoria'. Hasta junio de 1984 fue presidente de la junta
de fundadores y del Consejo de Administración de PRISA, y desde
entonces pasó a ocupar la presidencia de honor. En aquella ocasión
escribió: 'Dejo esa presidencia porque tengo quien me sustituya
en ella con mayor capacidad y juventud que yo. A propuesta mía,
el consejo de administración ha nombrado presidente a Jesús
de Polanco, un temperamento empresarial de primer orden, que era nuestro
consejero delegado desde que le animé, en el verano de 1975, a ocupar
ese puesto. (...) Dejo además la presidencia porque es prudente
entregar las armas antes de que llegue la ancianidad y se nos caigan de
las manos. Pero hay otra razón egoísta: pretendo hacer personalmente
aquello que como editor he procurado toda mi vida que hicieran los demás,
a saber, escribir'. Y lo hizo: días antes de su muerte aún
trabajaba en su libro más ambicioso, Los Ortega, que tenía
en fase de corrección de pruebas, tarea que le ensimismaba y le
devolvía a sus tareas primordiales en el mundo de la edición.
En ese libro, que publicará Taurus, y del cual él ya había
elegido fotografías y portada, demuestra otra vez, según
los que ya han tenido la oportunidad de leerlo, las características
principales de su estilo. Ortega no era un hombre que se enseñoreara
en las descripciones prolijas de las ideas o los acontecimientos: a él
le importaba la gente, y tenía la virtud de mostrarla en sus virtudes
o en sus defectos con un solo trazo, como un buen periodista que además
cuidara la escritura con la pasión de un poeta de la memoria. Sus
textos revelan un espíritu en el que convivían el humor y
la melancolía. Entre 1977 y 1979, José Ortega Spottorno fue,
también, senador por designación real en las Cortes Constituyentes.
Fruto de su nueva faceta de escritor, publicó su primera novela,
El
área remota, en 1986, a la que siguieron Relatos en espiral
(1990) e Historia probable de los Spottorno (1992). Estaba casado
desde 1949 con Simone Klein, autora de 1.080 recetas de cocina,
que firmó como Simone Ortega, y tenía tres hijos: José,
Inés y Andrés Ortega Klein, compañero nuestro en EL
PAÍS. Era un hombre cálido pero tímido, un personaje
de un siglo que le tuvo como testigo y también como protagonista
de una herencia civil que tantos efectos positivos tuvo para la España
que vivimos ahora. |