Desencanto en Guatemala
Al cumplir un año de Gobierno, la población
desaprueba la gestión del 'riosmonttismo'
JOSÉ ELÍAS , Guatemala
El 14 de enero de 2000, Alfonso Portillo asumía la presidencia
de Guatemala en loor de multitudes. Los votantes lo llevaron al poder con
1,2 millones de votos, cifra jamás alcanzada por gobernante alguno
en este país centroamericano de 11 millones de habitantes.
Un año después, el desencanto se ha apoderado de la población,
que ha podido comprobar cómo la corrupción, el nepotismo
y la inseguridad, los tres grandes errores del Gobierno anterior, lejos
de ser eliminados se han magnificado, que no se registra ningún
avance en la consolidación de la democracia y que el proceso de
paz ha sido enviado al baúl de los recuerdos.
El Gobierno ha sufrido un desgaste vertiginoso. La última encuesta
de opinión realizada por el matutino local El Periódico,
en noviembre pasado, mostraba cómo, a nueve meses de iniciada su
labor, el 53,3% de los guatemaltecos consideraba la gestión como
"mala" o "muy mala", frente un 32,7% que opinaba que lo hacía "bien"
o sólo un 1,2% que calificaba el quehacer gubernamental como "muy
bueno".
Ríos Montt
La peor parte del "suspenso" otorgado al Gobierno la lleva el presidente
quien, según los encuestados, "no manda en el país". Un 62,2%
piensa que las decisiones claves las toman "los amigos" del presidente,
mientras que otras mediciones o analistas políticos no dudan en
afirmar que quien gobierna efectivamente en Guatemala es el actual presidente
del Congreso (legislativo, unicameral), el general Efraín Ríos
Montt.
"No nos engañemos. El que manda realmente en Guatemala es el
general Ríos Montt, quien busca consolidar un proyecto autoritario.
Que ya estamos en ese momento autoritario lo demuestra el modo en que el
Congreso adultera una ley o legisla a la medida de las necesidades de su
líder, lo cual es la expresión más clara del momento
político", dijo a EL PAÍS Héctor Rosada, ex negociador
de la paz.
"Hay más resultados negativos que logros. La falta de cumplimiento
de los ofrecimientos de campaña ha generado un clima de desconfianza
sin precedentes", comentó Mario Polanco, del Grupo de Apoyo Mutuo
(GAM), la versión guatemalteca de las Madres de la Plaza de Mayo
de Argentina.
Para el diputado izquierdista Alfonso Bauer Paiz, la falta de logros
del Gobierno radica en que se trabaja en función de los intereses
de un partido y de su líder, por encima de las necesidades de la
población. En tanto, el arzobispo de Guatemala, Próspero
Penados, señala que la ambición de poder mantiene divididos
a los políticos del partido de Gobierno, lo cual les ha impedido
tener una visión de la problemática del país y buscarle
soluciones.
"Lo ideal es que la gente gane lo necesario para vivir con un mínimo
de dignidad. Si esto no se atiende, viviremos jornadas de violencia", advirtió
Penados del Barrio.
El general retirado Otto Pérez Molina, quien en nombre del Ejército
firmó la paz con la guerrilla el 29 de diciembre de 1996, ve el
origen del prematuro desgaste del equipo de Gobierno en las contradicciones
internas, donde no se han podido superar las diferencias entre los afines
al presidente Portillo con los incondicionales de Ríos Montt, lo
cual impide acuerdos mínimos para trabajar.
Corrupción y cambios
A esta circunstancia, Pérez Molina añade los señalamientos
de corrupción y los cambios prematuros en el equipo de trabajo (antes
de cumplir el año, Portillo ha tenido dos ministros de Defensa,
tres jefes de Estado Mayor del Ejército, dos ministros del Interior
y tres jefes de la Policía) lo cual, en palabras del militar, "genera
inestabilidad" a la vez que impide a los funcionarios desarrollar sus programas
de trabajo.
La síntesis es, entonces, negativa para un Gobierno que generó
grandes expectativas entre la población, merced al carácter
populista y al carisma del presidente Portilo. El riosmonttismo
cierra su primer año de Gobierno con una imagen dañada por
señalamientos de corrupción y nepotismo, con un mandatario
que ofreció mucho y no ha cumplido nada y con una sensación
de que no existe la más mínima voluntad para cumplir con
los acuerdos de paz, a pesar de las declaraciones en ese sentido del mandatario.
"Portillo miente cuando asegura que él asume los acuerdos de
paz como acuerdos de Estado. Con esas palabras, lo único que demuestra
es que no conoce los acuerdos de paz ni sabe lo que significa un acuerdo
de Estado", dice Héctor Rosada, que insiste en que quien manda en
Guatemala es Ríos Montt, "que nunca ha estado de acuerdo con realizar
las grandes transformaciones que el país necesita, ni con los acuerdos
de paz".
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