Los
descendientes de los moriscos reclaman a España igualdad con los
sefardíes
Primer
congreso mundial andalusí en Marruecos
J. VALENZUELA|
Madrid
Se
apellidan Abril, Almodóvar, Barrada, Montoro o Torres, pero sus
nombres son musulmanes: Alí, Mohamed, Aicha o Fátima. Son
los andalusíes, descendientes de los moriscos expulsados de España
entre 1502 y 1610, que hoy celebran en Xauen (Marruecos) su primer congreso
mundial. En una carta al Rey reivindican que la democracia española
realice algún gesto de desagravio por la expulsión y, sobre
todo, equipare los derechos de los moriscos con los de los sefardíes,
herederos de los judíos españoles.
El
congreso de Xauen coincide con el 500 aniversario de la proclamación
por los Reyes Católicos, el 14 de febrero de 1502, del primer decreto
que obligó a los musulmanes españoles a convertirse al cristianismo
o exiliarse. Aquel decreto, dice Mohamed Ben Azuz, descendiente de almerienses
y decano de los hispanistas marroquíes, fue 'un flagrante quebrantamiento
de los compromisos firmados por los Reyes Católicos con el rey Boabdil
en las Capitulaciones para la entrega de Granada', en las que los vencedores
castellanos y aragoneses garantizaban a los musulmanes granadinos la preservación
de su lengua, religión y costumbres.
El
congreso de Xauen pide la revocación de los decretos que forzaron
la salida de España de cientos de miles de moriscos, y asegura que
ya existe el precedente de la anulación del edicto de expulsión
de los judíos. Asimismo, recuerda que los sefardíes obtuvieron
un trato preferente en la Ley de Extranjería de 1985, que los equipara
a los iberoamericanos, andorranos, portugueses, filipinos, ecuatoguineanos
y gibraltareños para lograr la nacionalidad con dos años
de residencia en España. 'Los descendientes de los andalusíes
se creen asimismo acreedores a una reparación del agravio hecho
a sus antepasados', dice Ben Azuz.
La
mayoría de los asistentes al acto de hoy en Xauen, algunos de los
cuales tienen apellidos que aluden inequívocamente a sus orígenes
geográficoss como el Garnati (el Granadino), o el Sibli (el Sevillano),
serán marroquíes, si bien el exilio morisco tuvo gran implantación
en Túnez y llegó hasta Líbano y Siria. Como los sefardíes,
todavía hay andalusíes que conservan las llaves y títulos
de propiedad de las casas de sus ancestros. 'Nadie reivindica esas propiedades;
lo único que pretendemos es que se acepte la idea de que la llamada
Reconquista fue una guerra civil entre españoles y se le ponga fin
con un gesto moral y de justicia', dice Ben Aziz. |