Jueves, 14 de febrero de 2002

Los descendientes de los moriscos reclaman a España igualdad con los sefardíes

Primer congreso mundial andalusí en Marruecos 

J. VALENZUELA| Madrid

Se apellidan Abril, Almodóvar, Barrada, Montoro o Torres, pero sus nombres son musulmanes: Alí, Mohamed, Aicha o Fátima. Son los andalusíes, descendientes de los moriscos expulsados de España entre 1502 y 1610, que hoy celebran en Xauen (Marruecos) su primer congreso mundial. En una carta al Rey reivindican que la democracia española realice algún gesto de desagravio por la expulsión y, sobre todo, equipare los derechos de los moriscos con los de los sefardíes, herederos de los judíos españoles.

El congreso de Xauen coincide con el 500 aniversario de la proclamación por los Reyes Católicos, el 14 de febrero de 1502, del primer decreto que obligó a los musulmanes españoles a convertirse al cristianismo o exiliarse. Aquel decreto, dice Mohamed Ben Azuz, descendiente de almerienses y decano de los hispanistas marroquíes, fue 'un flagrante quebrantamiento de los compromisos firmados por los Reyes Católicos con el rey Boabdil en las Capitulaciones para la entrega de Granada', en las que los vencedores castellanos y aragoneses garantizaban a los musulmanes granadinos la preservación de su lengua, religión y costumbres.

El congreso de Xauen pide la revocación de los decretos que forzaron la salida de España de cientos de miles de moriscos, y asegura que ya existe el precedente de la anulación del edicto de expulsión de los judíos. Asimismo, recuerda que los sefardíes obtuvieron un trato preferente en la Ley de Extranjería de 1985, que los equipara a los iberoamericanos, andorranos, portugueses, filipinos, ecuatoguineanos y gibraltareños para lograr la nacionalidad con dos años de residencia en España. 'Los descendientes de los andalusíes se creen asimismo acreedores a una reparación del agravio hecho a sus antepasados', dice Ben Azuz.

La mayoría de los asistentes al acto de hoy en Xauen, algunos de los cuales tienen apellidos que aluden inequívocamente a sus orígenes geográficoss como el Garnati (el Granadino), o el Sibli (el Sevillano), serán marroquíes, si bien el exilio morisco tuvo gran implantación en Túnez y llegó hasta Líbano y Siria. Como los sefardíes, todavía hay andalusíes que conservan las llaves y títulos de propiedad de las casas de sus ancestros. 'Nadie reivindica esas propiedades; lo único que pretendemos es que se acepte la idea de que la llamada Reconquista fue una guerra civil entre españoles y se le ponga fin con un gesto moral y de justicia', dice Ben Aziz.


 

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